Hoy, cuando ya estoy a 10 días de haber dado por concluida mi historia y, colgada la pluma con la que durante años la escribí, pensé que en este tiempo oí decir de ella que la historia de Augusto Pérez era otra. Es la verdadera la que con esta mi pluma sigo hoy escribiendo. No lo es aquella escrita por la envidiosa pluma de otros que tan sólo en su vida lo hicieron cuando ante mi no se atrevieron, aunque sigan diciendo conocerla por ser amigos. No lo han sido ni lo son los que por pasear junto a mi, creyeron saber de mi amistad.
Recordé las palabra de Don Miguel de Cervantes; y digo De Cervantes, porque no se fuera a pensar que por haber leído su historia, he sido, o soy su amigo. Si le tengo agradecimiento por lo que por mi vida ha hecho, aún sin haberme conocido.
Y el prudentísimo Cide Hamete dijo a su pluma:
-Aquí quedarás, colgada desta espetara y deste hilo de alambre, ni sé bien cortada o mal tajada péñola mía, adonde viviràs luengos años, si presuntuosos y malandrines historiadores no te descuelgan para profanaste. Pero antes que a tí lleguen, les puedes advertir, y decirles en el mejor modo que pudieres:
¡Tate, tate, follón ices!
De ninguno sea tocada;
Porque esta empresa, buen rey,
Para mi estaba guardada.
Para mi sola nació Don Quijote, y yo para él; él supo obrar y yo escribir; solos los dos somos para en uno, a despecho y pesar del escritor fingido y tordesillesco que se atrevió, o se ha de atrever, a escribir con pluma de avestruz grosera y mal delicada las hazañas de mi valeroso caballero, porque no es carga de sus hombros ni asunto de su resfriado ingenio, a quien advertirás, si acaso llegas a conocerle, que deje reposar en la sepultura los cansados y ya podridos huesos de Don Quijote, y no le quiera llevar, contra todos los fueros de la muerte, a Castilla la Vieja, haciéndole salir de la fuesa donde real y verdaderamente yace tendido de largo a largo, imposibilitado de hacer tercera jornada y salida nueva; que para hacer burla de tantas como hicieron tantos andantes caballeros, bastan las dos que él hizo, tan augusto y beneplácito de las gentes a cuya noticia llegaron, así en estos como en los extraños reinos. Y con esto cumplirás con tu cristiana profesión, aconsejando bien a quien mal te quiere, y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente, como deseaba , pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombre las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que por las de mi verdadero Don Quijote, van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna. Vale.
¡Tate, tate, follón ices!
De ninguno sea tocada;
Porque esta empresa, buen rey,
Para mi estaba guardada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario