La Regenta
Leopoldo Alas Clarin
Hoy hice un comentario antes de iniciar la cirugía. Nadie se había leído La Regenta. Uno sabia que era una novela.
Recomiendo su lectura que comienza como anoto.
La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turbas de pilluelos, aquellas migajas de la basura, aquellas sobras de todo se juntaban en un montón, parábanse como dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas, dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegado a las esquinas, y había pluma que llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para días, o para años, en la vidriera de un escaparate, agarrada a un plomo.
Y Vetusta sigue exactamente igual... podría estar describiendo una tarde cualquiera de domingo. Salvo por las migajas de basura, que ahora somos"escoba de oro" de limpieza ;-P
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