Leyendo la hermosa y singular obra de Don Aurelio de Llano Roza de Ampudia, Bellezas de Asturias. De Oriente a Occidente, publicada en el año de 1928, me dice:
Llegue a Campomanes el 21 de agosto de 1924. En la estación me esperaban varios vecinos de Zureda, que me habían invitado a que fuera allí a recoger datos para mis estudios de etnografía. El pueblo dista de Campomanes como unos tres kilómetros. En el camino se encuentra la iglesia de San Antolin de Sotiello, que conserva elementos de arquitectura románica.
En Zureda superviven costumbres muy antiguas, y los bailes se conservan con bastante pureza: los he visto ejecutar al son del pandero, tocado por una joven, acompañado de canciones:
¡Ay! que baile tan bonito,
¡Ay! que corrillo de mozos,
¡Ay! mi Dios, que no está aquí
el que quieren ver mis hijos.
El galán que está bailando
haga una raya en el suelo,
y no se acerque a la dama,
que la está mirando el dueño.
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