“Quiero invitarles a un acuerdo...”
Los discursos de Suárez reflejan las dificultades de sus cinco frenéticos años de Gobierno
“Ya las palabras parecen no ser suficientes”, dijo al marcharse
El,País, VERA GUTIÉRREZ CALVO Madrid 23 MAR 2014 - 19:43
En julio de 1976, Adolfo Suárez, entonces ministro secretario general del Movimiento, recibió del Rey el encargo de formar Gobierno y desmontar, desde dentro, las estructuras franquistas. En enero de 1981 anunció su dimisión irrevocable. Había estado al frente del Ejecutivo menos de un lustro, y en ese tiempo había liderado la conversión de la dictadura en una democracia parlamentaria. Este es un resumen de sus planteamientos, tal y como quedaron recogidos en algunos de sus discursos.
EL DESMANTELAMIENTO. “Lo que a nivel de calle es simplemente normal”
Discurso en TVE sobre el proyecto de Ley para la Reforma Política (10 de septiembre de 1976).
“Creemos haber llegado a la recta final de este proceso iniciado hace tiempo, del modo más racional y congruente con la sinceridad democrática: dar la palabra al pueblo español [...] Se trata de acomodar nuestros esquemas legales a la realidad del país [...] La opinión pide hechos, y con ellos queremos responder [...] Comenzamos a convertir en realidad lo que ya dije en otra ocasión: elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal”.
“Cuando este pueblo haga oír su voz se podrán resolver otros grandes problemas políticos con la autoridad que da la representatividad electoral [...] La gran misión para el pueblo español: se trata de la definición de una gran política de objetivos nacionales comunes, que no pueda ser rechazada con fundamento por ningún grupo, por ningún partido, por ninguna institución que participe de la esencia de esa comunidad de ideas e intereses que llamamos España [...] No es lógico que cada gabinete que llegue al poder cambie de objetivos, cuya consecución solo se obtiene tras largos años de esfuerzos [...] No es presentable para un país necesitado de seguridad que la política educativa cambie cada pocos años; que la falta de claridad en política agraria lleve al desaliento a los hombres de nuestro campo; que la Administración se vea sometida a seísmos cada vez que hay un relevo en los puestos clave”.
“Quiero invitarles a todos a un acuerdo básico [...] El Gobierno desea que el nuevo horizonte de España no tenga solo metas irrenunciables y entrañables como Gibraltar. Nuestro tiempo habla de nuevas aspiraciones[...] Tenemos la confianza de que nada de lo que espere al pueblo español en el futuro puede ser más difícil de superar que lo que ya ha sido resuelto en el pasado [...] No hay por qué tener miedo a nada. El único miedo racional que nos debe asaltar es el miedo al miedo mismo [...] El futuro no está escrito, porque solo el pueblo puede escribirlo. Para ello, tiene la palabra”.
LA SOBERANÍA POPULAR. “Realizar un cambio verdadero, y hacerlo pacíficamente”
Discurso en TVE en la víspera del referéndum nacional sobre la Ley para la Reforma Política (14 de diciembre de 1976).
“Es evidente que todo ha cambiado en esta nación. Desapareció la excepcional figura de Franco. Surgió en la piel de España, en toda su riqueza, un pluralismo que tiene que ser aprovechado y canalizado [...] ¿Hemos de asistir impasibles a esta profunda mutación de nuestras relaciones? ¿Es lícito que adoptemos la cómoda postura de contemplar el cambio sin proporcionarle los instrumentos jurídicos y políticos para que sea positivo y creador? [...] Tenemos la seguridad de que en la España de hoy la integración plena de todos en la comunidad nacional no puede darse sin libertad política [...] Hemos aceptado el compromiso de la reforma para engrandecer la legalidad, para hacer más sólida la concordia”.
“Solo disfrutaremos de seguridad, de estabilidad política y de horizontes claros si la reforma se asienta en la voluntad popular. Porque creemos que es así, hemos dado este paso [...] Quizá todo esto no se podía hacer cuando nuestra principal preocupación era reconstruir España. Pero hoy, sí [...] Sentimos acuciante la obligación de devolver al pueblo español su soberanía y su protagonismo”.
“El proceso político que está viviendo España es quizás único en la historia[...] El Gobierno es plenamente consciente de las graves dificultades que comporta conducir la transición política, pues en etapas como ésta se suelen generar, lógicamente, recelos e incomprensiones en los diferentes sectores de la sociedad, sean de centro, de derecha o izquierda. Es muy estrecho el camino por el que tiene que transcurrir la acción del Gobierno en estas circunstancias [...] Realizar un cambio que es verdadero, y hacerlo pacíficamente, sin revoluciones y sin traumas, es una empresa merecedora de despertar las mayores ilusiones [...] Sabemos de la dificultad de gobernar una situación de cambio, cuando la legislación está anclada en el puerto de salida y tenemos que llegar al puerto de destino de una democracia plena. Tenemos que conseguir un difícil equilibrio: el difícil equilibrio de conjugar la legítima autoridad del Estado y el prestigio de sus normas con los cambios sociales ya producidos y que son irreversibles”.
“El único riesgo insalvable para el país es volverse de espaldas al curso de la historia [...] Pedimos el sí, porque es necesario abrir las puertas a nuevos representantes legítimos que encaren, con la autoridad emanada de las urnas, las reformas precisas [...] Mañana comienza, si su voto es afirmativo, una nueva etapa histórica basada en la soberanía popular”.
LAS AUTONOMÍAS. "Un reto de futuro”
Ante la Diputación de Barcelona (20 de diciembre de 1976).
“Al pueblo de Cataluña quiero decirle que sus aspiraciones son contempladas desde el Gobierno con realismo y afán de solución [...] Venir a Cataluña, señores, es encararse de lleno con el hecho regional [...] La región ha de satisfacer las legítimas aspiraciones de afirmación de la personalidad de los pueblos, pero tiene que ser, además, un modo y un medio para la eficaz prestación de servicios públicos y, consecuentemente, para el progreso de la nación entera [...] Institucionalizar la región no es solo una necesidad de la hora presente sino un reto de futuro en la organización del Estado [...] El Gobierno se plantea como tema capital el hecho catalán: el hecho de un pueblo con personalidad propia y perfectamente definida, el hecho de una comunidad resultante de un proceso histórico que le confirió carácter y naturaleza propia dentro de la armonía de la unidad de España”.
“El Gobierno comparte el principio de la cooficialidad del castellano y del catalán en el territorio de Cataluña [...] Pretendemos, en fin, algo tan normal como que todos los españoles puedan expresarse en la lengua española que realmente hablan, y todo ello con naturalidad, sin perjuicio de la lengua común que España eligió libremente y sin ninguna imposición, y que es de hecho su unitario medio de expresión hace ya más de cuatro siglos”.
LA LEGALIZACIÓN DEL PCE. "No es buena política la de cerrar los ojos”
Discurso en TVE para anunciar su candidatura a las elecciones generales (3 de mayo de 1977).
“Me siento identificado, como lo demuestra la gestión de casi 300 días, con todas aquellas fuerzas que hacen de la moderación su principio; con quienes sienten la imperiosa necesidad de continuar la evolución hasta que no haya ni una sola nota discordante entre la realidad social y la realidad legal del país [...] Debemos evitar entre todos que se repita —real o dialécticamente— la división política de los españoles en dos frentes antagónicos, porque ahora que estamos estrenando la democracia podría tener muy graves consecuencias para nuestra patria. Y porque la Historia nos enseña que debemos tomarnos muy en serio esa posibilidad”.
“Era absolutamente necesario encontrar un campo de juego para todas las fuerzas políticas que aceptasen la legalidad constitucional. Sin embargo, algunos recientes actos del Gobierno realizados con esta inspiración han sido vividos como factores de perturbación de la normalidad. Me refiero, naturalmente, a la legalización del Partido Comunista de España. Yo sé con cuánta preocupación ha sido visto esta medida por muchos ciudadanos. Y porque lo sé, y porque estoy convencido de la necesidad de ese paso [...], quiero exponer aquí nuestras razones [...] Acepto por completo la responsabilidad de esta decisión, que se fundó en dos principios básicos: el del realismo y el del patriotismo. Realismo, porque entiendo que no es buena política la que se basa en cerrar los ojos a lo que existe. Patriotismo, porque el servicio que en estos momentos nos exige España es aclarar las reglas de juego y numerar a los participantes [...] Mal podríamos, señoras y señores, mirar a nuestro futuro de concordia si dejásemos que hubiese una acción política socavando los cimientos, en lugar de sacarla con todos los derechos, pero también con todas las obligaciones, a la luz del día”.
“Yo, señores, no solo no soy comunista sino que rechazo firmemente su ideología, como la rechazan los demás miembros del gabinete que presido. Pero sí soy demócrata, y sinceramente demócrata. Por ello pienso que nuestro pueblo es suficientemente maduro como para asimilar su propio pluralismo. Pienso que este pueblo nuestro no quiere encontrarse fatalmente obligado a ver las cárceles llenas de gente por motivos ideológicos. Pienso que en una democracia todos somos vigilantes de nosotros mismos [...], que entre los derechos y los deberes de la convivencia figura el de aceptar al adversario y, si hay que hacerle frente, hacérselo en competencia civilizada”.
“Los convoco a hacer posible el entendimiento social y político que nuestra nación requiere [...] Si todos hemos ganado laboriosamente la paz y una porción de bienestar, vamos a conservarlo”.
EL CANDIDATO. "UCD es la síntesis de las dos Españas”
Campaña por UCD en TVE (13 de junio de 1977).
“Si este país necesita que se superen los enfrentamientos, que haya una síntesis de esas dos Españas de ingrato recuerdo, en UCD se unen los ideales de hombres que durante años lucharon en la oposición por la democracia y hombres que consideraron un deber participar dentro de la legalidad”.
“No procedo ni estoy ligado a ningún sector privilegiado. Y mis cuentas están claras [...] El candidato que les habla procede del mundo rural y sabe de las penalidades del hombre de campo, que sigue esperando una mano redentora. Soy una persona normal y he procurado gobernar desde la normalidad. Escuché a todos e intenté hacer posible que todos los grupos, cualquiera que fuese su ideología, pudieran trabajar por España desde la legalidad. Acerté algunas veces, me habré equivocado en otras ocasiones”.
[Discurso íntegro en la última página de este suplemento]
PACTOS DE LA MONCLOA. “El trauma fue siempre la falta de solidaridad”
Intervención en el Congreso sobre los Pactos de la Moncloa (17 de octubre de 1977).
“Por primera vez, fuerzas con una ideología dispar han coincidido en unos planteamientos básicos para el diagnóstico y la solución de la evidente crisis económica que está sufriendo España [...] No hay más ganador que una comunidad de 36 millones de ciudadanos libres. No hay más ganador que una sociedad que puede comprobar que sus representantes elegidos el 15 de junio han hecho posible un pacto, tanto más valioso cuanto que uno de los mayores traumas de nuestra historia ha sido siempre la tendencia al enfrentamiento y la falta de solidaridad”.
“Esto no es hacer dejación de funciones [...] No es establecer un Gobierno paralelo ni un Gobierno de concentración. Esto es gobernar de una forma distinta —a nuestro juicio, la más válida en la hora presente— a como se efectuó la gobernación del país antes del 15 de junio o a como se realizará después de aprobada la Constitución”.
LA CONSTITUCIÓN. “Hemos vencido en la batalla contra el miedo”
Votación final de la Constitución en el pleno del Congreso (31 de octubre de 1978).
“La Constitución expresa la convicción de que no hay dos Españas irreconciliables y en permanente confrontación. Creo que es el triunfo de la voluntad común de alcanzar una razonable, ordenada y pacífica convivencia para todos los españoles [...] Es el fruto de una cooperación de las distintas fuerzas políticas y sociales, con el resultado pretendido de construir un Estado sin partir de ruinas o quiebras de legalidad [...] Creo que es una Constitución de su tiempo que contiene los valores de un tiempo nuevo y mejor”.
“Si, como esperamos, los españoles ratifican lo hecho por las Cortes que ellos mismos eligieron, la Constitución será la obra de la soberanía nacional. El largo proceso que la Corona ha impulsado y ha hecho posible, de devolver al pueblo español su soberanía, habrá culminado así con el fruto de esa soberanía: una Constitución [...] Quienes, desde el mandato recibido —todos nosotros— hemos protagonizado este proceso de devolución de la soberanía al pueblo, a través de cauces legales y pacíficos, podemos alegrarnos como vencedores; no en una contienda concreta, sino pienso que en la mejor y más noble de las batallas: la batalla contra el miedo, contra el desánimo, contra el pesimismo secular, contra la violencia y contra nuestras propias pasiones mantenidas”.
LA DIMISIÓN. “Ha merecido la pena”
Discurso de dimisión. Emitido en TVE (29 de enero de 1981).
“He llegado al convencimiento de que hoy, y en las actuales circunstancias, mi marcha es más beneficiosa para España que mi permanencia en la Presidencia [...] No me voy por cansancio. No me voy porque haya sufrido un revés superior a mi capacidad de encaje. No me voy por temor al futuro. Me voy porque ya las palabras parecen no ser suficientes y es preciso demostrar con hechos lo que somos y lo que queremos [...] Mi desgaste personal ha permitido articular un sistema de libertades, un nuevo modelo de convivencia social y un nuevo modelo de Estado. Creo, por tanto, que ha merecido la pena. Pero, como frecuentemente ocurre en la historia, la continuidad de una obra exige un cambio de personas y yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España”.
“No me he quejado en ningún momento de la crítica. Siempre la he aceptado serenamente. Pero creo que tengo fuerza moral para pedir que, en el futuro, no se recurra a la inútil descalificación global, a la visceralidad o al ataque personal porque creo que se perjudica el normal y estable funcionamiento de las instituciones . La crítica pública y profunda de los actos de Gobierno es una necesidad, por no decir una obligación [...] Pero el ataque irracionalmente sistemático, la permanente descalificación de las personas y de cualquier tipo de solución con que se trata de enfocar los problemas del país, no son un arma legítima”.
“Deseo para España, y para todos y cada uno de ustedes y de sus familias, un futuro de paz y bienestar. Esta ha sido la única justificación de mi gestión política y va a seguir siendo la razón fundamental de mi vida [...] Muchas gracias a todos y por todo”.
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