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29 mar 2014

¡Me quiero ir!. Haría bien a los más.

Llega el mes de Abril y recuerdo a mi madre. No recuerdo, porque está presente.

Werther
Goethe

“He pedido mi cesantía con esperanzas de obtenerla y sé que me perdonarás el que lo haya hecho sin consultarte. Necesito salir de aquí, y sé todo lo que pudieras decirme para evitarlo; así, pues, di a mi madre lo que ocurre, de modo que no ponga el grito en el cielo. Es preciso que lleve con paciencia el que no la satisfaga quien ni a sí mismo logro satisfacerse.

“No dudo que esto le causará mucha pena. ¡Ver que su hijo se detiene de pronto en la brillante carrera que le llevaba en línea recta a los puestos de consejero y embajador! ¡Ver que se desvía del camino!... Haz todas las objeciones que se te ocurran y cuantas combinaciones conduzcan a demostrar en qué casos podía y debía continuar aquí; he decidido irme, y me voy. Para que sepas adónde te diré que mi compañía es muy grata al príncipe de..., y que, cuando ha tenido noticia de mi determinación, me ha pedido que le acompañe a sus estados para pasar con él la primavera. Me ha prometido que tendré libertad absoluta; y como estamos de acuerdo casi en todo, voy a correr el albur y marcharme con él.”

PosTscriptum, 19 de Abril

“Te agradezco tus cartas. No las he contestado porque para enviarte ésta esperaba a recibir el cese de la corte, temía que mi madre influyera con el ministro y diese al traste con mis planes; pero ya está todo arreglado puesto que ha sido aceptada mi dimisión. No te diré la repugnancia con que han accedido a mis deseos ni lo que me escribe el ministro, porque aumentarían vuestras lamentaciones. El príncipe heredero me ha dado una gratificación, veinticuatro ducados, diciéndome palabras que me han enternecido hasta el punto de hacerme llorar. No necesito, pues, el dinero que últimamente había pedido a mi madre.”

5 de Mayo

“Salgo mañana, y como sólo dista seis millas del camino el lugar donde nací, quiero volver a verlo y recordar los antiguos días de mi infancia, que pasaron como un sueño.

“Quiero entrar por la misma puerta por donde salí con mi madre cuando, después de quedarse viuda, abandonó esta querida y sosegada aldea para encerrarse en esa horrible ciudad. Adiós, Guillermo; ya tendrás noticias de mi viaje.”

9 de Mayo
“He visitado el pueblo donde nací, con toda la devoción de un peregrino, impresionándome una porción de sentimientos inesperados. Hice detener el coche cerca del gran tilo que hay a un cuarto de legua de la población, a la parte sur; me apeé y mandé al cochero que fuese delante, con objeto de seguir yo a pie y saborear todos los recuerdos con toda viveza y plenitud de la novedad. Me detuve bajo el tilo que en mi infancia había sido objeto y término de mis paseos. ¡Qué diferencia! Entonces con una dichosa ignorancia me lanzaba impetuosamente hacia ese mundo desconocido en que esperaba hallar para mi corazón todo el alimento, todas las venturas que debían colmar y satisfacer la efervescencia de mis deseos. Ahora vuelvo ya de ese vasto mundo, y ¡oh amigo mío, cuántas esperanzas perdidas, cuántos planes destruidos! Aquí están delante de mí las montañas que mil veces contemplé como el único muro que se oponía a mis deseos. Entonces podía quedarme en estos sitios horas enteras, pensando en escalar esas alturas, llevando mi pensamiento al fondo de los valles y de las alamedas que divisaba entre las tintas suaves del crepúsculo; y cuando llegaba el momento de volver a mi casa, yo abandonaba este paraje querido con indecible pena. Al acercarme al pueblo, he saludado todos los viejos pabellones de los jardines. Los nuevos me des- agradan, como todos los cambios que he observado. Pasé la puerta que da entrada a la población, y entonces sí que me encontré dentro de mis recuerdos. Amigo mío, no quiero detenerme en detalles, la relación sería tan pesada

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