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16 mar 2014

Ben-Hur

BEN-HUR
Wyller, William

...

¡Pon la fe en el Espíritu y El te guiará!". Me desperté repentinamente, me vestí y llegué a Antioquia a bordo de un navío. Ali compré un camello y con é1 he llegado hasta aquí.

El hindú tomó entonces la palabra.

-Mi nombre es Melchor -dijo- y mi lengua es una de las primeras de mi país: el sánscrito de la India. Estudié el libro de mis antepasados, Los Cuatro Vedas, que enseña las verdades de la religión. Nací brahmán, pero me sentía insatisfecho con las enseñanzas de mis antepasados. Buscaba el principio de la vida, la religión y el lazo que existe entre el alma y Dios. Considerando que Brahma llenó el 
mundo de maldad, fui calificado de hereje por mis compatriotas y me vi obligado a refugiarme en la isla de Ganga Lagor. Un día, tendido en el suelo, oí una voz que murmuraba: "¡Bendito seas, hijo de la India! ¡Con otros dos, procedentes de alejados extremos del mundo, verás al Redentor y serás testigo de su Advenimiento! ¡Levántate y ve a su encuentro!". Compré un camello y, desde entonces, he viajado solo, guiado por el Espíritu.

El egipcio comprendió que había su turno y dijo:
-Soy Baltasar, el Egipcio. Mis antepasados llegaron del lejano este y con ellos tenían la historia del mundo antes del Diluvio, que los hijos de Noé contaron a los arios. La religión es la ley que une al hombre con su Creador y sólo consta de dos elementos: Dios, el Alma y su mutuo reconocimiento. Así era la religión de la primera familia, pero la mezcla de nuestros pueblos corrompió nuestra fe. El Valle de las Palmeras se convirtió en el Valle de los Dioses y entonces inventaron a Isis y Osiris.

Decidí buscar la Verdad y no descansé hasta conseguirlo. Abandoné las enseñanzas de mis antepasados y dejé de ser príncipe y sacerdote de Alejandría, mi ciudad. Viajé por otros lugares predicando la verdadera fe y algunos me siguieron, pero la mayoría de las personas no querían ni oír hablar de mi. ¿Cómo es posible que no estuvieran de acuerdo con la idea de un Dios único, bondadoso y justo, que premia a los buenos y castiga a los malos?

-El hombre es el peor enemigo del hombre - exclamó el hindú.
-Asf es -replicó el egipcio-. No me di por vencido, pero pensé que las cosas cambiarían si E1 se manifestase de nuevo para redimir a la raza humana. Un día, entregado a mis reflexiones en la soledad del desierto africano, vino a mí una estrella de brillo deslumbrador. Entonces escuché una voz que decía: "¡Tus buenas obras han dado su fruto! Junto con otros dos, verás al Salvador y serás su testigo! ¡Ve a su encuentro y, cuando lleguéis a la ciudad santa de Jerusalén, preguntad a la gente: ¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? Porque hemos visto su estrella en Oriente y venimos a adorarle!". Compré un camello y segue el camino que me indicaba una estre- lla luminosa.

Los tres hombres permanecieron un rato en silencio, como reflexionando sobre las palabras que había pronunciado cada uno.

-Creo que vamos en busca del Redentor, no de un pueblo, el judío, sino de todos los pueblos de la Tierra - dijo el egipcio.

-¿Por qué 10 crees así? -preguntó el hindú.

-Porque somos tres los elegidos y cada uno procede de un lugar remoto. Nosotros y nuestros antepasados, representados por nosotros, nos postraremos á los pies del Salvador.
Los tres viajeros salieron a la tienda. El sol declinaba rápidamente y los camellos dormían. Transcurrido un rato, levantaron la tienda y, montando cada cual en su camello, partieron hacia el oeste sin pronunciar una palabra.
De pronto, brilló en el aire sobre sus cabezas una luz resplandeciente. Comprendieron el significado de esta aparición y exclamaron al unísono:
- ¡Es al estrella! ¡Dios está con nosotros! 

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