El no responder, se me ha entendido que aceptaba la propuesta.
Es cosa de necio no responder al necio.
¿Es necio responder?. No, es necio preguntárselo.
En fin, voy a dejar a Cioran en su lugar.
Ahora que, sólo se puede responder, eludir o mostrar indiferencia. Como indiferencia es impotencia., no quiero seguir, pues no tengo largactil y, en verdad que lo que necesito es tratar mi des regulación vegetativa con fenerga. Sin embargo, necesito estar alerta ante tanto ataque y, todo lo que me pueda estar indiferente me hace arriesgar la vida y la de aquellos a los que miró a los ojos mientras les estrecho su mano izquierda con mi derecha.
A Rajoy le pasará lo que le ha pasado a Yatseniuk.
Y, ahora, Merkel dice que hay que enviar más observadores de la OSCE y, Putin refiere que sería un acierto.
¡Esta gente está para reabrir los psiquiátricos o, por el contrario, nos están invitando a nosotros, la informe masa que golpean sobre la masera.
Yatseniuk: “La tierra arderá bajo los pies de los separatistas de Crimea”
El primer ministro ucranio llama a la movilización de voluntarios
El País, Silvia BLANCO (ENVIADA ESPECIAL 16 MAR 2014
Cuatro militares con boina habían instalado ayer una mesa de reclutamiento en el Maidán para la nueva Guardia, en una curiosa imitación de los puntos de información colocados estos días para alistarse en las Autodefensas o del Sector de Derecha, los civiles uniformados que se ven en Kiev desde las protestas. Ahora estos grupos podrán integrarse como voluntarios en el nuevo cuerpo, en el que también hay reservistas y fuerzas de interior.
El primer grupo de voluntarios partió el viernes a un centro de instrucción. Hasta 20.000 ya se han apuntado y se va a seguir con la movilización en todo el país.
Ruslán, de 42 años, acaba de responder a esa llamada. Trabaja de camionero, antes fue soldado y ha venido con traje de camuflaje y boina verde. “Me he unido a la Guardia porque el Ejército no hace nada”, asegura. Otros, como Edik, un carnicero de 36 años, dice que se apunta porque no puede quedarse “sentado sin actuar” ante la invasión. A tres metros de él, una cadena de televisión ucrania entrevista a un mando militar que dice: “El Gobierno no ha organizado una buena defensa, por eso la gente se ha movilizado para proteger el país”.
El Ejecutivo reconoció la semana pasada las carencias de las Fuerzas Armadas y su falta de medios para responder a la amenaza rusa. Hay en marcha una colecta popular para donar desde el móvil dinero al Ejército, para dar cinco grivnas —30 céntimos de euro— por mensaje.
El ministro de Defensa, Igor Teniuj, siguió con la alerta que lleva días lanzando Kiev, que acusa a Moscú de estar concentrando tropas en su frontera y en Crimea. “En muy poco tiempo, de 12.500 soldados [permitidos en la península en 2014] se ha pasado a 22.000. Es una clara violación de los acuerdos bilaterales y una prueba de que Rusia ha metido tropas ilegalmente en Crimea”, dijo a Reuters. También anunció que había pactado una tregua con su homólogo ruso para que las instalaciones militares ucranias en Crimea permanezcan desbloqueadas hasta el 21 de marzo.
Yatseniuk, por su parte, pidió a la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) que, si envía una misión especial, no se limite solo a Crimea, sino que también incluya a las regiones del sur y el Este, donde crece la tensión entre partidarios de Kiev y prorrusos.
Muchos no acaban de creerse lo que está pasando. En las calles tranquilas de Podol, la turística zona vieja cerca del Dnieper, Alla y Vasili, de 75 y 77 años, pasean despacio. “Tenemos muchos amigos allí, nunca ha habido conflictos. Alguien está intentando levantar fronteras entre nosotros”, comenta ella. “Esto es un caos para el ciudadano común”, afirma él.
En el Maidán, Anna Dmitrienko, de 29 años cree que en el referéndum crimeo “la gente no decide nada” y que la consulta se lleva a cabo “por culpa de juegos de política entre Rusia y EE UU, con la colaboración de este Gobierno, que también tiene responsabilidad”. Para esta informática, Crimea había sido el único lugar de vacaciones de su vida hasta hace seis años. “Para mí es el mar, es el verano”, dice.
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