El País, Jesús García Calero / Madrid, 27/04/2014
El historiador y divulgador Luis Español acaba de publicar una edición crítica y comentada de un libro que acaba de cumplir cien años pero está de enorme actualidad: «La leyenda negra de España», de Julián Juderías (Esfera de los libros). El gran traductor e historiador que tanta influencia tuvo en figuras como Ramiro de Maeztu y José María de Areilza, publicó en 1914 en cinco entregas su obra más famosa: «La leyenda negra y la verdad histórica».
Apareció en la publicación «La Ilustración Española y Americana». En 1917 publicaría una segunda edición, considerada definitiva. En esta obra denuncia, como nunca antes se había hecho, el éxito que han tenido históricamente las manipulaciones y falsificaciones de los enemigos seculares que nuestra nación tuvo. Hechos como la represión en los Países Bajos, la Inquisición e incluso las denuncias de Fray Bartolomé de las Casas encontraron un eco propagandístico entusiástico que terminó achacando a los españoles una querencia congénita a la crueldad, el fanatismo, y la intolerancia.
El historiador Luis Español
Hoy que tratamos de hablar de la Marca España como algo positivo, conviene recordar que La Leyenda Negra es, además de una falsedad, una corriente de opinión que tiene incluso éxito en la actualidad, como veremos. Luis Español ha preparado la edición de este libro que conmemora el centenario de tanta lucidez.
- Qué tiene, en su opinión, de actualidad el libro de Juderías?
-Es una reflexión sobre el ser y el devenir de España, y eso en el momento actual es particularmente valioso si consideramos que hace unos días 47 diputados consideraron asumible la idea de despedazar España y los argumentos de quienes les hicieron frente se limitaron a invocar el texto de la Constitución vigente en lugar de hablar de dos mil años de Historia, de los siglos de unificación, de los lazos en común que nos unen desde tiempos de Maricastaña... Así que además de actual, el libro de Juderías resulta especialmente oportuno,incluso necesario. Ese ensayo no perderá nunca actualidad. Sus planteamientos fueron revolucionarios, porque trataba de la imagen, en concreto de la imagen de una nación. Dígame si podría entenderse la historia del siglo XX o del tercer milenio sin apelar a la omnipresencia de la imagen, a la valoración de la imagen. Pues el primer estudio sobre la imagen, en concreto la imagen de una nación y de un pueblo, no lo escribió un sabio extranjero sino un español, madrileño para más señas, llamado Julián Juderías, el primero en llamar la atención sobre el mensaje y no tanto sobre el mensajero…
-Usted es el biógrafo del autor: ¿por qué se embarca Juderías en esa obra, en su momento?
La razón más obvia es que se presentó a un concurso que convocó La Ilustración Española y Americana, la gran revista de la restauración, en junio de 1913. Las condiciones del concurso imponían la óptica de los trabajos, había que presentar un «Estudio histórico, documentado, de asunto español o hispanoamericano, que descubra, analice o esclarezca alguna gloria o merecimiento de España o refute y destruya algún error extendido contra ella.» Juderías ganó el concurso y la revista publicó la obra por entregas a principios de 1914. Pero es que además Juderías llevaba toda la vida preparándose para ese libro. Sus primeras obras pretendían dar a conocer la realidad contemporánea de Rusia, más allá de los clichés. Su preocupación por las leyendas negras, por la propaganda negativa en general, es anterior a su monumental estudio. En artículos anteriores Juderías ya había apuntado absurdos prejuicios contra España y los españoles. Por eso pudo escribir su libro en menos de tres meses: le sobraba el material. Además era un experto de la Era Moderna periodo en que se difunde la Imprenta y surge la propaganda contra una España convertida en potencia global y en campeona del catolicismo.
-¿Cómo percibe Juderías la interiorización de la leyenda negra entre los españoles de su época?
-Como una catástrofe. De las cinco partes en que se divide su obra, dedica una por entero a la influencia que ha ejercido la Leyenda Negra sobre el espíritu de los españoles. Con ejemplos concretos. Sus términos literales son «deplorable» y «desmoralizadora». La consecuencia es el papanatismo que lleva «al desprecio de lo propio y a la admiración irreflexiva de lo ajeno» por usar, de nuevo, sus propias palabras. Juderías fue el primero en comprender la importancia de la autoestima y el derecho a la propia imagen. Al principio de su obra, nos dice que las naciones son como individuos, que viven de su reputación y al final concluye con una pregunta: si se respeta la honra de los individuos, ¿por qué no se ha de respetar la de los pueblos? Esta preocupación de Juderías es muy interesante, porque hay otros ejemplos más cercanos en el tiempo que reflejan esa misma inquietud, y no sólo españoles. Por ejemplo, Nelson Mandela creía, y así lo repite varias veces en sus memorias, que el mayor enemigo para el progreso de los negros era la rémora de una visión negativa de la negritud, interiorizada por los propios negros…
-¿Cree que hemos mejorado en eso en los últimos cien años?
-Sin duda. Y en gran parte gracias a la obra de Juderías, que divulgó la idea de que las estupideces que se contaban acerca de los españoles eran pura leyenda, propaganda negativa sistemática y contumaz a la que, por tanto, no había que conceder el menor crédito. Por otra parte dos Guerras Mundiales han ilustrado la sentencia de Romain Gary «el patriotismo es el amor de lo propio y el nacionalismo el odio de lo ajeno». Europa se ha vacunado contra el nacionalismo, contra el odio. En cambio el amor no es algo exclusivo, puedes ser, a la vez, un patriota español, un patriota europeo y un patriota de la humanidad, porque lo único que haces es ampliar el concepto de «lo propio». Gracias al proceso de unificación, al turismo y a las becas Erasmus, muchos estereotipos han perdido fuerza, en Europa. Curiosamente, el país en que peor se valora España y lo español, hoy por hoy, es la propia España y por dos motivos: el cataclismo educativo y el afán de los palurdos separatistas y localistas por reescribir la Historia en función de sus ridículas tesis, que ha supuesto una reactivación para consumo propio de la propaganda antiespañola.
-¿Por qué recomienda que leamos esta obra?
-Porque nos informa, nos reconforta y nos desafía. Nos proporciona muchísimos datos concretos, perfectamente hilvanados. Te la puedes leer de un tirón, pero además tiene una estructura diáfana y eso te permite buscar los epígrafes y capítulos que más te interesan. El texto es muy entretenido y con ese sentido de la ironía que caracterizaba a don Julián. Es un texto reconfortante porque te reconcilia con tu propia historia y te presenta un pasado interesante que te obliga a hacerte preguntas acerca del valor de las naciones, de en qué consiste, realmente, el progreso, ¡te hace pensar! Sobre todo, es un desafío, un envite que nos lanza Juderías desde la sepultura: tenemos que estar a la altura de nuestra Historia, de nuestros mayores y de nuestros niños. No se trata de desarrollar un absurdo orgullo nacional sino de inocularnos anticuerpos contra la propaganda antiespañola.
-¿Cómo debemos defendernos de falsedades históricas en un país tan acostumbrado a versiones manipuladas de nuestro pasado?
-Debemos defendernos porque las leyendas negras, en general y nuestra Leyenda Negra —la antiespañola, la que hay que escribir con mayúsculas— no son inocuas; persiguen un fin: desprestigiar. Y cuando desprestigias a alguien luego puedes hacerle de todo: robarle, esclavizarlo, matarlo… La Leyenda Negra permitió que los rivales de España le disputaran cualquier derecho y sigue debilitando a los españoles en la jungla de las relaciones internacionales igual que la leyenda negra antijudía facilitó el saqueo de los bienes de los judíos y el Holocausto. No nos podemos permitir el lujo de dejarnos calumniar. Hemos podido comprobar con motivo del caso Odyssey, de la guerra del fletán o de las crisis provocadas regularmente por los británicos en Gibraltar lo fácil que resulta resucitar la Leyenda Negra para quitarnos algo. Toda defensa tiene una parte práctica y otra argumental. La parte práctica consiste en fomentar el patriotismo inteligente que modifique de forma constante y positiva nuestra realidad, que es el mejor de los argumentos y el más eficaz de los desmentidos. Hacer patria consiste en trabajar, criar niños, quererlos y educarlos, pagar los impuestos que te tocan, servir tu comunidad, poner lo mejor de ti mismo al servicio del bien común. Por otra parte está la defensa argumental. Eso lo hizo Juderías, cincelando una joya tan documentada y sensata como La Leyenda Negra. Ahora el desafío lo ha recogido una nueva generación de productores españoles como los de la serie Isabel que ha hecho mucho para acercar al gran público los envites de aquella época y sus protagonistas.
-¿Qué cosas o hechos de la historia España le gustan más y han quedado ocultas por la leyenda negra?
-En términos de civilización, hay dos características españolas que me parecen fascinantes. La primera es una sorprendente capacidad para recuperarse: en el momento en que todo parece perdido, hundido y deprimido, cambian las tornas y volvemos a galopar. La Leyenda Negra, que nos presenta como condenados a la Decadencia no puede aceptar esa realidad, así que la oculta. La segunda característica notable de los españoles es su capacidad para hibridarse, que se traduce en el mestizaje. La Leyenda Negra ha ninguneado un momento clave de la Historia universal como el Descubrimiento, limitándose a satanizar la Conquista. La Conquista fue sin duda una hazaña extraordinaria, pero el Descubrimiento de América, del Pacífico y Filipinas es mucho más interesante, porque es algo personal y mutuo, algo tan íntimo como el encuentro, hace cinco siglos, de un español y una india que se aman, y entre besos y caricias engendran la Raza Cósmica que imaginó Vasconcelos. Ese proceso, descubrir al Otro y fundirse en él prosigue en la actualidad. Ahora en Madrid tenemos naturales de nuestra América que han abierto restaurantes que ofrecen arepas, sancochos o cebiches y tiendas en que puedes comprar panelas de azúcar, plátano macho, yuca o distintos tipos de maíz, que antes, aquí, no consumíamos. Piense en el más ilustre de nuestros conquistadores, nuestro último premio Nobel, que nació en Arequipa…
El caso Odyssey y la leyenda negra
Según afirma Luis Español en el prólogo del libro de Julián Juderías, «ejemplos actuales de las consecuencias de la Leyenda Negra son los viejos resortes antiespañoles y por ende anticatólicos de la prensa británica y norteamericana. La prensa británica se puso del lado de Canadá durante la llamada guerra del fletán, y salieron a relucir todos los estereotipos negativos habituales.»
»En medios como el Financial Times se utiliza desde 2008 el desagradable acrónimo PIGS —que literalmente significa “cerdos”— para designar por sus iniciales inglesas a Portugal, Italia, Grecia y España.»
»Otro ejemplo se puso de manifiesto con ocasión del caso Odyssey. Habiendo saqueado el pecio de La Mercedes —hundido en 1804 tras un ataque británico en tiempos de paz— la empresa Odyssey trasladó su botín a los EE.UU. A raíz de las primeras protestas españolas, el New York Times publicó un artículo en la sección “dealbook” del periódico sospechosamente favorable a Odyssey en que se afirmaba que las monedas pertenecían a los incas y a los aztecas puesto que eran la consecuencia directa de las rapiñas de los conquistadores. De paso se descalificaba a las víctimas de la matanza de la Mercedes llamándolas “piratas”.»
»Las monedas codiciadas por Odyssey tenían un origen mucho menos trágico: en su mayoría eran la renta del correo del Perú.»
»Estos sencillos ejemplos demuestran lo inspirado que estuvo Juderías al asumir que los prejuicios antiespañoles eran algo vivo y perenne, algo que influye en lo presente, que perpetúa la acción de los muertos sobre los vivos."Española y Americana». En 1917 publicaría una segunda edición, considerada definitiva. En esta obra denuncia, como nunca antes se había hecho, el éxito que han tenido históricamente las manipulaciones y falsificaciones de los enemigos seculares que nuestra nación tuvo. Hechos como la represión en los Países Bajos, la Inquisición e incluso las denuncias de Fray Bartolomé de las Casas encontraron un eco propagandístico entusiástico que terminó achacando a los españoles una querencia congénita a la crueldad, el fanatismo, y la intolerancia.
El historiador Luis Español
Hoy que tratamos de hablar de la Marca España como algo positivo, conviene recordar que La Leyenda Negra es, además de una falsedad, una corriente de opinión que tiene incluso éxito en la actualidad, como veremos. Luis Español ha preparado la edición de este libro que conmemora el centenario de tanta lucidez.
- Qué tiene, en su opinión, de actualidad el libro de Juderías?
-Es una reflexión sobre el ser y el devenir de España, y eso en el momento actual es particularmente valioso si consideramos que hace unos días 47 diputados consideraron asumible la idea de despedazar España y los argumentos de quienes les hicieron frente se limitaron a invocar el texto de la Constitución vigente en lugar de hablar de dos mil años de Historia, de los siglos de unificación, de los lazos en común que nos unen desde tiempos de Maricastaña... Así que además de actual, el libro de Juderías resulta especialmente oportuno,incluso necesario. Ese ensayo no perderá nunca actualidad. Sus planteamientos fueron revolucionarios, porque trataba de la imagen, en concreto de la imagen de una nación. Dígame si podría entenderse la historia del siglo XX o del tercer milenio sin apelar a la omnipresencia de la imagen, a la valoración de la imagen. Pues el primer estudio sobre la imagen, en concreto la imagen de una nación y de un pueblo, no lo escribió un sabio extranjero sino un español, madrileño para más señas, llamado Julián Juderías, el primero en llamar la atención sobre el mensaje y no tanto sobre el mensajero…
-Usted es el biógrafo del autor: ¿por qué se embarca Juderías en esa obra, en su momento?
La razón más obvia es que se presentó a un concurso que convocó La Ilustración Española y Americana, la gran revista de la restauración, en junio de 1913. Las condiciones del concurso imponían la óptica de los trabajos, había que presentar un «Estudio histórico, documentado, de asunto español o hispanoamericano, que descubra, analice o esclarezca alguna gloria o merecimiento de España o refute y destruya algún error extendido contra ella.» Juderías ganó el concurso y la revista publicó la obra por entregas a principios de 1914. Pero es que además Juderías llevaba toda la vida preparándose para ese libro. Sus primeras obras pretendían dar a conocer la realidad contemporánea de Rusia, más allá de los clichés. Su preocupación por las leyendas negras, por la propaganda negativa en general, es anterior a su monumental estudio. En artículos anteriores Juderías ya había apuntado absurdos prejuicios contra España y los españoles. Por eso pudo escribir su libro en menos de tres meses: le sobraba el material. Además era un experto de la Era Moderna periodo en que se difunde la Imprenta y surge la propaganda contra una España convertida en potencia global y en campeona del catolicismo.
-¿Cómo percibe Juderías la interiorización de la leyenda negra entre los españoles de su época?
-Como una catástrofe. De las cinco partes en que se divide su obra, dedica una por entero a la influencia que ha ejercido la Leyenda Negra sobre el espíritu de los españoles. Con ejemplos concretos. Sus términos literales son «deplorable» y «desmoralizadora». La consecuencia es el papanatismo que lleva «al desprecio de lo propio y a la admiración irreflexiva de lo ajeno» por usar, de nuevo, sus propias palabras. Juderías fue el primero en comprender la importancia de la autoestima y el derecho a la propia imagen. Al principio de su obra, nos dice que las naciones son como individuos, que viven de su reputación y al final concluye con una pregunta: si se respeta la honra de los individuos, ¿por qué no se ha de respetar la de los pueblos? Esta preocupación de Juderías es muy interesante, porque hay otros ejemplos más cercanos en el tiempo que reflejan esa misma inquietud, y no sólo españoles. Por ejemplo, Nelson Mandela creía, y así lo repite varias veces en sus memorias, que el mayor enemigo para el progreso de los negros era la rémora de una visión negativa de la negritud, interiorizada por los propios negros…
-¿Cree que hemos mejorado en eso en los últimos cien años?
-Sin duda. Y en gran parte gracias a la obra de Juderías, que divulgó la idea de que las estupideces que se contaban acerca de los españoles eran pura leyenda, propaganda negativa sistemática y contumaz a la que, por tanto, no había que conceder el menor crédito. Por otra parte dos Guerras Mundiales han ilustrado la sentencia de Romain Gary «el patriotismo es el amor de lo propio y el nacionalismo el odio de lo ajeno». Europa se ha vacunado contra el nacionalismo, contra el odio. En cambio el amor no es algo exclusivo, puedes ser, a la vez, un patriota español, un patriota europeo y un patriota de la humanidad, porque lo único que haces es ampliar el concepto de «lo propio». Gracias al proceso de unificación, al turismo y a las becas Erasmus, muchos estereotipos han perdido fuerza, en Europa. Curiosamente, el país en que peor se valora España y lo español, hoy por hoy, es la propia España y por dos motivos: el cataclismo educativo y el afán de los palurdos separatistas y localistas por reescribir la Historia en función de sus ridículas tesis, que ha supuesto una reactivación para consumo propio de la propaganda antiespañola.
-¿Por qué recomienda que leamos esta obra?
-Porque nos informa, nos reconforta y nos desafía. Nos proporciona muchísimos datos concretos, perfectamente hilvanados. Te la puedes leer de un tirón, pero además tiene una estructura diáfana y eso te permite buscar los epígrafes y capítulos que más te interesan. El texto es muy entretenido y con ese sentido de la ironía que caracterizaba a don Julián. Es un texto reconfortante porque te reconcilia con tu propia historia y te presenta un pasado interesante que te obliga a hacerte preguntas acerca del valor de las naciones, de en qué consiste, realmente, el progreso, ¡te hace pensar! Sobre todo, es un desafío, un envite que nos lanza Juderías desde la sepultura: tenemos que estar a la altura de nuestra Historia, de nuestros mayores y de nuestros niños. No se trata de desarrollar un absurdo orgullo nacional sino de inocularnos anticuerpos contra la propaganda antiespañola.
-¿Cómo debemos defendernos de falsedades históricas en un país tan acostumbrado a versiones manipuladas de nuestro pasado?
-Debemos defendernos porque las leyendas negras, en general y nuestra Leyenda Negra —la antiespañola, la que hay que escribir con mayúsculas— no son inocuas; persiguen un fin: desprestigiar. Y cuando desprestigias a alguien luego puedes hacerle de todo: robarle, esclavizarlo, matarlo… La Leyenda Negra permitió que los rivales de España le disputaran cualquier derecho y sigue debilitando a los españoles en la jungla de las relaciones internacionales igual que la leyenda negra antijudía facilitó el saqueo de los bienes de los judíos y el Holocausto. No nos podemos permitir el lujo de dejarnos calumniar. Hemos podido comprobar con motivo del caso Odyssey, de la guerra del fletán o de las crisis provocadas regularmente por los británicos en Gibraltar lo fácil que resulta resucitar la Leyenda Negra para quitarnos algo. Toda defensa tiene una parte práctica y otra argumental. La parte práctica consiste en fomentar el patriotismo inteligente que modifique de forma constante y positiva nuestra realidad, que es el mejor de los argumentos y el más eficaz de los desmentidos. Hacer patria consiste en trabajar, criar niños, quererlos y educarlos, pagar los impuestos que te tocan, servir tu comunidad, poner lo mejor de ti mismo al servicio del bien común. Por otra parte está la defensa argumental. Eso lo hizo Juderías, cincelando una joya tan documentada y sensata como La Leyenda Negra. Ahora el desafío lo ha recogido una nueva generación de productores españoles como los de la serie Isabel que ha hecho mucho para acercar al gran público los envites de aquella época y sus protagonistas.
-¿Qué cosas o hechos de la historia España le gustan más y han quedado ocultas por la leyenda negra?
-En términos de civilización, hay dos características españolas que me parecen fascinantes. La primera es una sorprendente capacidad para recuperarse: en el momento en que todo parece perdido, hundido y deprimido, cambian las tornas y volvemos a galopar. La Leyenda Negra, que nos presenta como condenados a la Decadencia no puede aceptar esa realidad, así que la oculta. La segunda característica notable de los españoles es su capacidad para hibridarse, que se traduce en el mestizaje. La Leyenda Negra ha ninguneado un momento clave de la Historia universal como el Descubrimiento, limitándose a satanizar la Conquista. La Conquista fue sin duda una hazaña extraordinaria, pero el Descubrimiento de América, del Pacífico y Filipinas es mucho más interesante, porque es algo personal y mutuo, algo tan íntimo como el encuentro, hace cinco siglos, de un español y una india que se aman, y entre besos y caricias engendran la Raza Cósmica que imaginó Vasconcelos. Ese proceso, descubrir al Otro y fundirse en él prosigue en la actualidad. Ahora en Madrid tenemos naturales de nuestra América que han abierto restaurantes que ofrecen arepas, sancochos o cebiches y tiendas en que puedes comprar panelas de azúcar, plátano macho, yuca o distintos tipos de maíz, que antes, aquí, no consumíamos. Piense en el más ilustre de nuestros conquistadores, nuestro último premio Nobel, que nació en Arequipa…
El caso Odyssey y la leyenda negra
Según afirma Luis Español en el prólogo del libro de Julián Juderías, «ejemplos actuales de las consecuencias de la Leyenda Negra son los viejos resortes antiespañoles y por ende anticatólicos de la prensa británica y norteamericana. La prensa británica se puso del lado de Canadá durante la llamada guerra del fletán, y salieron a relucir todos los estereotipos negativos habituales.»
»En medios como el Financial Times se utiliza desde 2008 el desagradable acrónimo PIGS —que literalmente significa “cerdos”— para designar por sus iniciales inglesas a Portugal, Italia, Grecia y España.»
»Otro ejemplo se puso de manifiesto con ocasión del caso Odyssey. Habiendo saqueado el pecio de La Mercedes —hundido en 1804 tras un ataque británico en tiempos de paz— la empresa Odyssey trasladó su botín a los EE.UU. A raíz de las primeras protestas españolas, el New York Times publicó un artículo en la sección “dealbook” del periódico sospechosamente favorable a Odyssey en que se afirmaba que las monedas pertenecían a los incas y a los aztecas puesto que eran la consecuencia directa de las rapiñas de los conquistadores. De paso se descalificaba a las víctimas de la matanza de la Mercedes llamándolas “piratas”.»
»Las monedas codiciadas por Odyssey tenían un origen mucho menos trágico: en su mayoría eran la renta del correo del Perú.»
»Estos sencillos ejemplos demuestran lo inspirado que estuvo Juderías al asumir que los prejuicios antiespañoles eran algo vivo y perenne, algo que influye en lo presente, que perpetúa la acción de los muertos sobre los vivos.»
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