Los lughones construimos viviendas. Cuando Roma llegó a Lughonia quedó sorprendida por las construcciones en las que habitaban aquellos Individuos Humanos que, en su lengua se decían personas. Su geógrafo Ptolomeo no les nombró bárbaros, a diferenciación otras poblaciones asentadas fuera de sus tierras.
Las construcciones de los lughones se situaban en las laderas de la montaña donde su dios creador vivía en armonía con ellos. Lugh, el Conocimiento Primigenio, todos los días caminaba. Desde la mañana que tras dormir se hacía del Este al Oeste, descendiendo al Sur. En su caminar, hablaba con sus hijos a los que les infundía la Luz Creadora de la Vida. Cuando mediaba el día, hacia un alto en su caminar para hablar con sus hijos que, de espaldas al Norte, le miraban a los ojos y, con elocuencia ambos rememoraban sus padeceres. Tras la atenta escucha, Lugh, con su poder, les curaba.
Cuando se pensó en construir el hospital en la loma de la Cadellada, pensé que miraría hacia el norte para que Lugh sanara la espalda rota de los astures, en su caminar diario, como lo hacía con os lughones.
Al pronto me sorprendió que la construcción no iba a ser horizontal e integrada en la loma, como si en silencio no quisiera manifestar al peregrino que a San Salvador iba en busca del consuelo y la ayuda para llegar a Santiago. No, se puso erguido, no era vivienda de peregrino, sino estancia para altanero que mira al suelo.
Cuando César comprendió la vida que en familia crecía en Lughonia, deseoso de premiar a los suyos su alejamiento de Roma mientras, sin darse cuenta, su cuerpo se corvaba por la vida ya pasada. Digo, César mandó les construir una vivienda en el lugar de Hispania donde el Sol se Crecía. Y, allí, el camino eran suaves rampas por donde poder caminar en solaz compañía de su familia. Merecido descanso y en premio hizo nacer Emérita Augusta.
UnHospital no se hace para tratar altanero sino para recobrar la vida familiar de aquel que forma la familia hoy nombrada asturiana, tan lejana, pero no olvidada, de aquella que le nació y a la que recordamos como Lughona.
Y, al final, que es principio: el hospital es la vivienda de la persona que no puede ser asistido en la suya. Asistir que tiene un fin rehabilitarle para vivir con su familia.
Asturias no se representa en altura sino que como la capa de San Antolín de Pamiers, se extiende, de este a oeste por el sur pasando como el embozado hace con su siniestra para no ser percibido más allá de los suyos, sino por los suyos. Mientras su diestra empuña elocuente la palabra que, a modo de espada corta, siempre está dispuesta a dar un paso más al frente.
Nota al fondo: Mi vivienda la moldeo yo con mis manos. La casa me la construye el arquitecto, al cual con agrado le pido ayuda por su saber. Yo tengo conocer y el saber. Como médico tengo saber, como paciente tomo de él su conocer.
De esta actitud los dos hacemos nacer y vivir, para no morir la historia que, pequeña, es nuestro parecer.
Me incomoda la verticalidad, me satisface la horizontalidad. He nacido mirando a un horizonte muy lejano. He caminado por un presente muy cercano. Deseó morir en el llano y no como el humo quedar sin tomar tierra a la llamo madre.
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