Sobre la incapacidad engendradora del ser y el no ser; la estéril relación entre idiotas, o entendedores de relación no procreadora; trabajo no útil, o producto de la no existencia.
¡Malditos!, si tal expresión puede servir para salir de mi la hiel mordida, o con la que he sido engañado. Pobre y absurdo ser de mi, estiércol maloliente incapaz de ser abono de vida. Soy el vómito con el que, al fin, ahogo mi última vida.
El concepto de guerra, ejército, soldado, estado y parte contendiente, así como de víctima definidos en los cínicos e idiotas "Convenios Internacionales" de Ginebra hechos en 1949, han quedado desarropados, o desenmascarados. Hoy ya no hay "juegos de guerra". El arte de la guerra es el arte de la depredación, sea esta individual o en manada.
El "arte de la guerra" es el "arte de la evolución"; es el arte del Hiperciclo evolutivo, resultado de la intersección del Subciclo de la Energía con el Subciclo de la Materia con un Centro Director de Ondas que unos individuos humanos nombran como dios, aunque del mismo digan que es "innombrable" e "inrepresentable". Y otro Centro Director de Ondas que otros individuos humanos nombran como
"razón", aunque de la misma digan que es "nombrable" y "representable".
La relación entre el uno y la una engendran la "antimateria" nombrada por sí misma como "individuo humano". Si esta relación fuera intencionada, probablemente diría que es exitosa. Y, si tuviera como propiedad primera la "ética", nombraría a tal éxito como "degenerada", o "no generada" o, "mal nacida"
Decir que el individuo humano es la degeneración, o deshecho del universo, no expresaría mi concepción más profunda sobre el mismo. No es nombrable ni representable. Con estos términos quiero expresar mi concepción sobre el "calor no útil" del "universo en su vaivén de energía a materia, en su vaivén de la nada existente y el todo deseable.
El 12 de agosto de 1949 se dan a conocer entran los resultados de la Conferencia Diplomática para Elaborar Convenios Internacionales destinados a proteger a las víctimas de la guerra, celebrada en Ginebra desde e 12 de abril del mismo año.
Tales convenios entran en vigor el 21 de octubre de 1950.
Ya los idiotas no engañan a los políticos con un "paraíso tras la entrega de la vida por ellos". Tampoco les engañan con cruces rojas sobre el pecho, donde sólo mora un corazón que limita su vida y que no habla de bondad con los idiotas.
Los idiotas don engendros abortables. Y, si es el caso, rapada su cabellera política y encalados para que no sean generadores de hongos, o parásitos de los políticos.
Adiós, al idiota.
Salud, al político.
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