Cuando se inició la guerra civil en Siria. Rusia ayudó al tirano, junto con la ayuda de China. En ese momento, Europa dudó y sigue dudando, mientras que USA pidió ayuda a Arabia Saudí. Posteriormente China se puso en un segundo plano, aunque sigue financiando al Pueblo Sirio. Rusia llegó a un acuerdo con las Milicias de la Yihad que le propusieron no intervenir en las repúblicas sarracenas del Cáucaso y, con ello conseguía que Europa desplazara la atención hacia Siria, mientras conseguía recuperar Ucrania como "territorio patrio", cuando en realidad controlaba el Mediterráneo al tener su flota en Crimea y, por oyeron lado, controlaba la dependencia europea de su fuente de energía.
Ahora, le queda a Rusia él cortar el suministro de gas desde Libia y Argel, por lo que ha facilitado la intervención en estos países de los yihadistas. Europa tiene las manos energéticas atadas por Rusia. Sólo le queda bloquear a Marruecos por lo que desestabilizará este país a través de Ceuta y Melilla por el Este y por el sur por Mauritania a la que le esta llegando por el sur la Yihad, incontrolada por Francia y España a través de las excolonias de estas.
Mientras todo esto sucede, Europa sigue sin Política Exterior y nombra a Cañete para que "discurra" una redefinición de la Política Europea. Frío invierno le espera a Europa; otra glaciación.
Semejanzas entre prorrusos y yihadistas
Ambos ejércitos están bien pertrechados y cuentan con apoyos exteriores
El País, Lluis Bassets 21 Septiembre 2014
No siempre ayudan las diferencias. A veces la luz sale de las semejanzas. Son abismales las diferencias que hay entre el conflicto de Ucrania y el Estado Islámico que los yihadistas han instalado a caballo de Siria e Irak. No vale la pena insistir en ellas y por eso es mejor ir a por las semejanzas.
Ambos conflictos se producen en un territorio difuso, que cuestiona fronteras reconocidas; uno en las regiones ucranias fronterizas con Rusia y el otro en una zona entre Irak y Siria, pero ambas en Estados vecinos de territorio OTAN, Polonia en el primer caso y Turquía en el segundo.
Responden ambas guerras a la actividad de ejércitos pequeños, formados por paramilitares entrenados y encuadrados, lejos de la figura del guerrillero o del terrorista individual. En Ucrania combaten entre 10.000 y 20.000 paramilitares, rusos en buena parte; mientras que en Irak y Siria son entre 50.000 y 70.000 yihadistas, musulmanes suníes de la región pero también reclutados en los suburbios de todo el mundo, desde Londres hasta Yakarta.
Ambos ejércitos están bien pertrechados y cuentan con apoyos exteriores, en armas, dinero y propaganda. Los rusos, de Rusia; y los yihadistas, de los países árabes del Golfo. Los primeros más en armas y logística y los segundos más en dinero y refugio. El calibre es similar en la propaganda antioccidental de sus medios de comunicación oficiales u oficiosos y de alcance global, tanto rusos como árabes.
Ambas desafían a los europeos y a su capacidad para defenderse y acordar una política exterior común
Ambos conflictos resquebrajan la arquitectura de la economía global por un pilar tan esencial como la energía. El gas ruso y el crudo árabe son armas de chantaje, que ya vimos en acción en la crisis del petróleo de 1973, cuando los países de la OPEP cortaron el suministro a los países que habían apoyado a Israel en la guerra del Yom Kipur, y en los conflictos entre Moscú y Kiev desde los años 90 hasta ahora. Ahora, además, utilizan la integración de sus economías con las occidentales como nueva arma. Los multimillonarios rusos y árabes, con sus mansiones en París y Londres, sus acciones en compañías americanas o sus patrocinios de clubes de fútbol, son el emblema de la duplicidad que dificulta las sanciones y protege a los rebeldes rusos y a los yihadistas.
Ambas ondean también banderas mitológicas. La Novorossia imperial e incluso la Rusia de Kiev medieval, los insurrectos prorrusos de Ucrania; y los primeros califatos, los yihadistas.
Pero la mayor de las semejanzas es la que afecta a la seguridad del continente europeo. Cabe discutir cuál de las dos guerras es más peligrosa, pero no que ambas desafían a los europeos y a su capacidad para defenderse y acordar una política exterior común, lo que equivale a decir para existir colectivamente en tanto que Unión Europea como sujeto político de la nueva escena internacional.
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