El amor atraviesa fronteras.
La luz no es indiferente al amor, por lo cual se inclina cuando pasa cerca del Sol.
¡Vaya!, dice Carmen, no entiendo nada, como siempre. Que tonterías dice se contesta.
La luz contonea sus caderas al pasar ante el deseado Sol.
Que sí. Si quieres ver sus caderas moverse proporcionalmente a h, vete al Kilimanjaro.
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