A ti, Ana.
02 de noviembre de 1984.
Aunque no me es posible permanecer en el anonimato como el Joven Prontós, también temo, acaso con razón, que esta exposición de la "cosa rara"sea poco gustada, puesto que la gente prefiere sencillos credos en blanco y negro en los que pueda creer con certeza. También como él, sigo huyendo, día y noche, por temor a que mi reina mande cortar mi cabeza. No por ello, sino por no oír sus llantos y amarguras tras su arrepentimiento.
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