Cuando nuestra actitud médica frente a las bacterias es de matarlas, lo que hacemos es favorecer que ellas ocupen nuestro cuerpo haciéndolo suyo. Poco de Humanos y mucho de bacterias estamos hechos desde el descubrimiento del antibiótico. No dudamos en utilizar sin estudiar el notable cambio de nuestro modo de vida.
Destruimos bacterias en nuestra sangre y descuidamos sus restos, principalmente sus genes que, por la reducida velocidad (oscilación, de la que ya he anotado tantas veces) a nivel del interface sangre/endotelio vascular, pasan a actuar en sus nichos deseados, o tejidos humanos, condicionando su trabajo inmediato y mediato a través de, como caballos lughones, entrar en el interior de sus génesis, o códices de vida.
Es este trabajo de envidia del Humano hacia la Bacteria "eterna" y, por lo tanto, elegida por Dios, que esta se hace eterna. La Bacteria es el Ser creado por Dios y amado por Él. A ella le dio la Vida Eterna. La Bacteria sabe esperar a tomar el Fruto, el Conocimiento, del Árbol de la Vida, el Árbol del Conocimiento.
El diagnóstico de la relación entre Bacteria y el Humano como su humus, ha de dirigirse a detectar los genes de las bacterias y sus nichos o, por mostrarme no Lughon el nicho diana.
Recordemos como Diana cazaba, el fin y los medios, o argucias que ella, junto con sus amigas, utilizaba.
Hago una propuesta de lógica cognoscente de la Etología: hay que alargar la vida de las bacterias viejas, o post laborales, para reducir la vida de las jóvenes, inmaduras, o pre-laborales. Hemos de procurar educarlas en un modo de vida saludable a las bacterias. Probablemente hemos de formar médicos de bacterias en vez de médicos de humanos.
Bueno, de paso, si podemos ser un poquito inteligentes, podíamos hacer lo mismo con "nuestros mayores", no envidiarles.
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