Tengo un sueño. Tuve un sueño. Quiero vivir un sueño.
Lughio se está acercando a la montaña amarilla (Naranco), aquella a la que misteriosamente todas las noches iba a dormir el dios Lugh, y que al amanecer todos los dias venia a Lughonia, para ayudar a su pueblo a cazar en las llanuras cubiertas de la densa niebla, a recolectar los frutos que sus montes les ofrecían con generosidad, a recoger la miel que tan abundante las abejas les daban y a defenderles de los animales del Llano húmedo, frío y siempre cubierto de niebla.
Yendo camino de la montaña que en la lejanía de Lughonia se vestía de amarillo en los atardeceres, cuando el Sol nos dejaba en su caminar desde el Sur al Oeste. El joven Lughio emprendió el camino por la mañana temprano, ladeando el Monte Sagrado donde habitaba su pueblo Lughon, y siguiendo los límites de la niebla con la que todos los días se cubría la Llanura de caza. Así llegó hasta donde se conoce como Caraviés cuando la niebla desparecía lentamente dejando ver a sus piés tierra llana con animales de todo tipo que, apoyando sus manos estiraban sus traseras tras la larga noche.
Ya en el llano apreció que en su caminar no veía el comienzo de la montaña que en esas horas comenzaba a brillar el sol perezoso que desde su levanté, pronto se le venía encima de la cabeza. Sobre su cabeza puso la piel de raposo que usaba para no mojar su cabellera rojiza y evitar que el sol hiriese su piel blanca de la que ya apuntaban barbas rizadas y rojizas. Con su mano izquierda la bajo hasta las cejas pues la luz reflejada en la niebla impedía ver los principios del Monte Amarillo al que quería llegar para saber si su dios Lugh cazaba en él. Sus ojos azules no toleraban ver el deslumbrante dios Lugh. Tropezó en unas piedras mientras descendía por aquel pedregal y, creyó oír el ladrido de un perro. Quedo inmóvil y trató de saber de donde venía el ladrido. No lo volvió a oír, por lo que dijo para sí, será Lughnach y Lucí, los perros fieles a dios y que siempre van a su lado; Lughnach en movimiento continuo para oler cualquier peligro. Luci detrás guardando las espaldas de cualquier traidor.
Lughio se está acercando a la montaña amarilla (Naranco), aquella a la que misteriosamente todas las noches iba a dormir el dios Lugh, y que al amanecer todos los dias venia a Lughonia, para ayudar a su pueblo a cazar en las llanuras cubiertas de la densa niebla, a recolectar los frutos que sus montes les ofrecían con generosidad, a recoger la miel que tan abundante las abejas les daban y a defenderles de los animales del Llano húmedo, frío y siempre cubierto de niebla.
Como te decía, Lughio era el día que más se alejaba de su pueblo. Pero, su curiosidad por conocer el Monte Naranja, le estaba acercando tanto a él que alzando su vista, no le alcanzaba a lo más alto. Se encontraba en una pendiente que le llevaba a los pies de la montaña y del Tejo, como único árbol. Pero, a sus pies había un riachuelo por el que bajaba agua desde la altura del Occidente. El agua no bajaba mansa, corría en busca de su madre, como le decía su padre Lughoma que hacia el río que nacía en las alturas de su montaña y se deslizaba brioso hacia el Valle de las montañas del norte y al que los suyos llamaban Cigoña.
¿Cómo llamar a este río?. Si Lughoma dio nombre al río que amaba, él también tenía que darle nombre a este. Y, al pronto dijo lo llamaré Zalandrón por zalamero en su discurrir y tan grande que quería que fuera.
Trató de pasar a la otra orilla para subir a a montaña pero no encontró lugar. Allí, aunque estrecho era profundo. Y, la. sombra le hacía oscuro, tanto que no veía el fondo.
Lughio daba nombre a todo lo que le era nuevo. Antes de seguir el curso Zalandrón hasta encontrar paso a la otra orilla, dijo que aquel lugar donde estaba el Texu lo llamaría Mazuren ya que allí podía dejar colgada su saco de cuero con las frutas. También dejaría algunos de sus palos puntiagudos que traía para defenderse, si algún animal le atacaba y Lugh se encontrara distraído.
Así fue, dejo colgado de una rama del tejo, tan alto como pudo.
Luego siguió el Zalandrón hacia el sur. Tras andar un largo camino, desbrozando de cotollas que le le atravesaban los cueros que cubrían sus pies y se abrazaban hasta las rodillas, llegó a un lugar donde había un árbol caído que le permitió pasar al otro lado, ya a los pies del Monte deseado. Allí, puso unas ramas para ocultar el lugar de paso y evitar, con ello, que si algún habitante hubiera en el lugar no supiera por donde seguirle.
Bueno, a este lugar lo llamaré como lo que es Pasau el Tío y Tarabica donde vivan, si es que vivan otros humanos.
Ya era de noche para seguir, por lo que e acercó a la rocosa montaña donde encontró cobijo en un hueco. Suficiente para pasar la noche a cubierto del agua.
Dormido soñó con su padre Lughoma. Le había contado que descubrió el río Cigoña al ver una hermosa mujer de larga melena clara y tez muy blanca, sentada con los pies en el agua mientras con sus manos mojadas echaba a las espaldas su cabellera. Que hablaron y que ella le dijo llamarse Becina del Goña. Hablaba con la mirada en el río y él le entendió Begoña, por lo que siempre la llamó así. Decía que ella siempre sonreía cuando le decía Begoña en vez de Becina del Goña.
En sus sueños Lughio también se encontró con una mujer menuda, de cabello largo y cano, sentada sobre un árbol caído al calor de una de las pocas mañas soleadas del lugar. Le preguntó como se llamaba y le dijo Dolores la de Pasau el Rio, de casa Tarabica. Ella, sonriendo le dijo saber su nombre. Sorprendido le preguntó ¿cómo lo sabe?. Ella se levantó y le abrazó. Le dijo: tu eres mi nieto Augusto.
Me aparté y le dije: No. Yo no soy su nieto. Y me llamo Lughio.
Si, ya sé. Pero, serás mi nieto y te dirán Augusto.
Un día, vendrás por este lugar, ya de viejo y acompañado de tus hijas, Laura y Alejandra, para decirles que en este lugar nació tu abuela y que a los trece años se casó con tu abuelo Bautista. Y se fue a vivir a La Corona, el alto del Llano donde cazáis los lughones. Allí nació tu madre Marina. Allí en la casa de tu bisabuelo Alvarin, nacido en otro alto que llamarán El Picu de Pruvia.
El padre de tu bisabuelo Alvarin nacerá tras esta Montaña, en un pueblo que llamarán San Claudio y en una casa que la llamarán El Pedrosu. Con el tiempo esa casa será cementerio de los descendientes de la Casa Grande, que hay en la otra ladera del monte de Lughonia y que será llamada Villabona cuando tu sepas que eres Augusto.
Mañana seguirás el camino que te indique. Bordearás este Monte siguiendo el río hasta otro donde desemboca. Allí, pasarás el río grande, negro y le dirás Nora. una vez que lo cruces su res por un sendero que nosotros utilizamos para ir a cazar al valle que hay a sus pies. En momento del camino encontrarás una Corona a la que llamarás Oviedo. Augusto, en ella construirán tus antepasados un lugar habitable que darás en llamar Oviedo. Ese lugar será venerado y en él se establecerá la capital del pueblo que descenderá de Lughonia. pueblo que todo humano conocerá como Asturias. Habrá un día, 14 de setiembre que un hombre al que llamarán "el Casto", será coronado como rey. Tan grande será el Pueblo de Asturias que engendrará otro tan grande al que le llamarán España. Y, este, engendrará otro más grande aún, que llamarán Europa. En ese tiempo tu morirás. Tu Pueblo seguirá creciendo y tus hijas dando hijos que lo harán crecer al hablarles de nuestro encuentro de hoy.
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