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12 mar 2014

Mi hija 82

Cuando la concepción quiso ser abortada porque el fin que se pretendía con ella se le escapaba de las manos, acudí a su ayuda y le ofrecí lo mismo que no había logrado. A cambio, nunca nacida la concepción se le daría a conocer el motivo de su vida. Nunca.

Yo cumplí, ella mintió.

Así me lo contaba un amigo de la contrayente.

Esta concepción es la número 82 en la que yo participé. Ls primeras 81 informando que si deseaban concebir un hijo no tenían más riesgo que el resto de las personas. La que hizo el número 82 presté ayuda y compromiso para que pudiera la concepción tener una vida como persona, lo más intensa y extensa que su participación social deseara.

Yo no deseo concepciones no queridas ni interesadas.

Pertenezco a una familia muy larga en la cual se han dado razones de concepción y de educación muy diversas. Haré todo lo podible para que toda concepción sea deseada e ilusionante, en la esperanza de alcanzar a ver y oír la estrella más lejana, si la lejanía existiera sin la capacidad ideé adora del Homo Cognoscente.


Deseo, desde mi conocer la imposibilidad, de estrechar la mano de todos los que serán, han sido y son.

Muchas familias asustadas por nacer un hijo malformado o con daño cerebral. Demasiadas y sin asistencia.


Si todo paciente ha de ser asistido por profesionales de la Psicología y del Trabajo Social, también sus familias y sociedades.

He asistido a pacientes y familias a las que se les había dicho que no concibieran por el riesgo de malformaciones y lesiones. Se les había asistido por individuos Creacionistas que entienden el aborto del individuo concebido como un pecado contra su dios. Sin embargo, no entienden como abortó el individuo negado para ser concebido.



“En Holanda había mujeres asustadas, eran delincuentes en España”

Llum Quiñonero viajó a Leyden a abortar en 1982, cuando interrumpir el embarazo era ilegal

La escritora y periodista anunció en un programa de televisión que había abortado

El País, AnaAlfageme 11 MAR 2014
  • La escritora y periodista Llum Quiñonero, fotografiada en Salamanca. /David Arranz
    En aquella clínica de Holanda había "mujeres asustadas, inseguras, algunas acompañadas de sus madres, todas con gesto grave. Escondidas de sus maridos o novios, inventando algo para poder dejar de trabajar unos días y salir del país para abortar". Era 1982. Llum Quiñonero se encontró en la sala de espera del centro sanitario de Leyden con muchas españolas que, de facto, eran delincuentes en su país, porque en su país la interrupción del embarazo era ilegal.
    Llum era una feminista de apenas 30 años y también había viajado para abortar. Pero ella se sentía segura. Militaba en la Comisión Pro-Derecho al Aborto del Movimiento Feminista y de hecho, en el piso de la calle de Barquillo de Madrid, semanalmente informaban a las mujeres sobre las posibilidades de abortar fuera de España. Hasta 1985 no se consiguió la despenalización parcial del aborto en tres supuestos: malformación grave, peligro para la salud física o psíquica de la mujer, además de violación.
    “Al contrario que las otras mujeres, me sentí bien, vi que trataban con cariño y respeto a todas, comprobé que el coste era razonable, y, francamente, después de descansar, me fui a dar una vuelta por aquella ciudad universitaria”, relata por teléfono desde Salamanca Llum, que ahora tiene 59 años, y es periodista y escritora.
    Mantiene su militancia feminista y no se puede creer que el retroceso que plantea la reforma de la ley propugnada por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, en el que se permite abortar de forma más restrictiva que en la primera norma de la democracia. "Sería el gran paso atrás", se lamenta. "Los derechos de las mujeres representan el nivel de vida y cultural de una sociedad. Es volver 40 años atrás, hacia una dictadura feroz, cuando la maternidad era una obligación. ¿Y qué pasa con esos hijos? ¡Si no hay recursos y forma de vida para los nacidos!"
    Cuando Llum aún vivía en Alicante, su ciudad natal, y era conocida como activista de los derechos de la mujer, se enfrentó a una colegiala, 16 años, de aspecto muy enfermo. “Estaba preñada y le había pedido a unos compañeros que le golpeasen el vientre. También se estaba introduciendo pastillas por la vagina”. Se movilizó y gracias a un médico que se jugó el pellejo para intervenir, se pudo salvar la vida de aquella chica. “Luego descubrieron debajo de su cama un frasco de vinagre, imagínate lo que pudo haber pasado”. Aquellas vivencias de la clandestinidad y de la culpa pasan por acompañar a mujeres a un médico que les practicaba el aborto en una casa, sobre una mesa, sin anestesia ni nada.

    Llum acompañaba a las mujeres a un médico que les practicaba el aborto en una casa, sobre una mesa, sin anestesia







    Las militantes proderecho al aborto más veteranas recordarán a Llum como la mujer que se levantó en un programa de televisión en directo (corría 1985) y dijo: "Yo he abortado".Era el espacio Si yo fuera presidente,de Fernando G. Tola y entre los invitados estaba el padre del actual ministro de Justicia, José María Ruiz-Gallardón, vicepresidente de Alianza Popular; Isabel Tocino, presidenta de la Asociación Democrática Conservadora, y la abogada Cristina Alberdi, que se pronunciaba a favor del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo.
    Llum lo cuenta así: "No habían invitado a las mujeres de la Comisión Pro-Derecho al Aborto, pero nos habíamos quedado entre el público. En un momento dado, me levanté y lo dije. Le tuve que explicar a mi madre, que no sabía nada, que realmente era una manera de luchar, que se trataba de una forma de reivindicación. Y ella me reprochaba, 'pero hija, ¿qué necesidad había de que fueras precisamente tú la que lo dijeras?'. Por entonces se estaba tramitando la primera ley del aborto de la democracia, que sería más progresista que la que pretende instaurar el Gobierno.
    Llum, la mujer que peleó por aquella primera ventana a los derechos, no se resigna: "Se me ponen los pelos de punta. No, no podemos darlo por hecho. No podemos volver a eso, y somos mayoría. No es una cuestión política. La sociedad empieza por ahí".

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