La desinflación ha venido para quedarse
Cuanto más baja sea la inflación, menos poder adquisitivo perderán los salarios y las pensiones
El País, Ángel Laborda,13 ABR 2014
Entre la información más relevante de las últimas semanas teníamos pendiente analizar las cuentas no financieras de las familias del pasado año. Antes me referiré brevemente al IPC de marzo y a las previsiones del FMI.
El dato definitivo del IPC ha dejado la tasa de variación interanual de los precios en el -0,1% en vez del -0,2% adelantado provisionalmente. De nuevo, la tasa negativa y los comentarios al respecto por el FMI en su informe de previsiones han vuelto a poner de moda la deflación como uno de los mayores peligros que acechan a la economía española. Pero seamos serios. Los problemas más importantes son otros: la insoportable tasa de paro, la todavía elevada deuda que tenemos que devolver, el fortalecimiento del sistema financiero, el saneamiento y reforma del sector público, cómo financiamos de forma sostenible el Estado de bienestar, las reformas de muchos mercados para hacerlos más eficientes y competitivos, la mejora de la educación…
Si hiciéramos una encuesta en estos momentos sobre la inflación, estoy seguro de que la respuesta mayoritaria sería que cuanto más baja, mejor. Los salarios y las pensiones están casi congelados y así van a estar mucho tiempo, así que cuanto más baja sea la inflación, menos poder adquisitivo se perderá. Tenemos que incorporar a la cultura económica que el aumento real y sostenible en el tiempo de las rentas no puede provenir, como se intentaba antes equivocadamente, de subir los precios y los salarios nominales, sino de ser más productivos y repartir de forma eficiente el alza de la productividad. La desinflación ha venido para quedarse. Si no lo aceptamos, vayamos negociando nuestra salida del euro.
En todo caso, a los que se queden más tranquilos teniendo algo de inflación hay que decirles que la tasa negativa de marzo obedece fundamentalmente al efecto sobre los precios de los servicios turísticos del distinto calendario de la Semana Santa, que en abril se compensará, por lo que los modelos adelantan un 0,3% para este mes. En los meses centrales del año podríamos ver de nuevo tasas de inflación ligeramente negativas, que volverían a remontar pata terminar el año en el 0,3%. La media anual se situaría en el 0,1% [gráfico superior izquierdo].
En cuanto a las previsiones del FMI para España, siguen recordándonos que el horizonte no está despejado y que los problemas del sistema financiero —que no ven tan saneado y recapitalizado como lo vemos aquí—, el lastre de la elevada deuda y la insuficiencia de las reformas llevadas a cabo van a condicionar el crecimiento y la capacidad de crear empleo durante bastantes años. Según el FMI, el crecimiento del PIB no superará el 1,2% hasta 2019 y la tasa de paro aún estaría en el 21,8%. Está bien que recuerden los problemas pendientes, para que ni los agentes privados ni el Gobierno queden atrapados por la adormidera de la bonanza actual —que podría ser pasajera— de los mercados financieros. Pero en un contexto internacional que no sea desfavorable se pueden esperar razonablemente resultados mejores.
Las cuentas no financieras de los hogares de 2013 nos muestran por qué al consumo le cuesta despegar. La renta disponible se redujo (-0,7%) por cuarto año consecutivo, si bien la caída se moderó según avanzó el año. Ello se debió al descenso del empleo y, como consecuencia, de las rentas salariales (-3,5%), ya que las no salariales aumentaron (1,8% el excedente de los autónomos y 5,5% las rentas de la propiedad y la empresa). También jugó a favor el proceso de distribución secundaria de la renta, ya que la nómina de las pensiones creció mientras cayeron las cotizaciones sociales, lo que ha sido bueno para las familias, pero malo para las cuentas de la Seguridad Social. El gasto en consumo de los hogares disminuyó en la misma proporción que la renta, con lo que el ahorro bruto apenas varió, situándose en el 10,4% de la renta disponible, una cifra históricamente baja. En términos absolutos, el ahorro ascendió a algo más de 70.000 millones de euros. De esta cifra, unos 45.000 millones se dedicaron a financiar los gastos de capital (compra de vivienda nueva e inversiones de los autónomos), que siguieron descendiendo. La diferencia fue una capacidad de financiación (o ahorro financiero que se destina a adquirir activos de esta naturaleza) de 25.000 millones, un 2,5% del PIB.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
Mejora la producción industrial
Tras el parón en el cuarto trimestre del pasado año, la producción industrial (IPI) vuelve a tomar la tendencia al alza. La media de los dos primeros meses de este año da un crecimiento anualizado del 3% respecto a la media del trimestre anterior. El primer trimestre de este año será ya el quinto en el que crece este indicador en términos intertrimestrales. Ahora bien, la recuperación está siendo lenta, pues hasta febrero de este año solamente se habían recuperado poco más de tres puntos porcentuales de los 30 que se perdieron desde el comienzo de la crisis. El crecimiento de la producción industrial se pone de manifiesto de forma más clara si se excluye el sector de la energía, cuyo comportamiento es más volátil. Así, la media de enero y febrero de la industria manufacturera registró una tasa anualizada del 6% respecto al trimestre anterior [gráfico inferior derecho]. Detrás de estos datos se encuentra la aceleración del crecimiento de las exportaciones en los primeros meses del año en curso.
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