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3 ago 2014

Francia, redistribución regional, 2





“Para la reforma regional hemos superado las identidades locales”

El autor del nuevo mapa territorial galo asegura que en el histórico cambio ha pesado más la economía que la política

El País, Carlos Yárnoz París 3 Agosto 2014

       
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Andre Vallini / FRANCOIS GUILLOT (AFP)

André Vallini (Tullins, Ródano-Alpes, 1956) ha pasado por todos los cargos posibles de la administración francesa. Desde concejal y alcalde hasta presidente del Consejo Regional de su zona de nacimiento, pasando por diputado y senador. El presidente François Hollande, de quien se considera “viejo amigo”, le ha encargado desde el pasado abril que, como secretario de Estado para la Reforma Territorial, haga una revolución histórica para acomodar la vieja administración al siglo XXI de la globalización. Es autor del nuevo mapa que ha cambiado las fronteras interiores de Francia con el fin de ahorrar miles de millones de euros y lograr unas regiones más competitivas y adecuadas al escenario europeo y mundial.
Pregunta. ¿Cuáles han sido los elementos fundamentales para hacer el nuevo mapa de Francia?
Respuesta. Formar regiones potentes en el terreno económico, de amplio espacio geográfico, más visibles internacionalmente, con mayores competencias. Nos hemos inspirado en las grandes regiones españolas, alemanas, italianas…, adecuadas para atraer inversiones internacionales.
P. ¿Qué nuevas competencias tendrán las nuevas regiones francesas?
R. Todo el desarrollo económico, las ayudas a la innovación y a la internacionalización de las empresas, la formación profesional, el turismo, el transporte (ya tienen el ferroviario, pero añadimos el interurbano), las carreteras… O sea, todo lo que contribuye al atractivo, al desarrollo y a la apertura del territorio.
P. O sea, es la economía lo que pesa en esta reducción, y no tanto la política.
R. Por supuesto. Es la economía, el crecimiento y, por tanto, el empleo, lo que prima. Y la economía también es política, claro, lo que prima.
P. Las raíces, la cultura, la lengua…han contado poco.
R. Claro. Estamos formando regiones para el siglo XXI. La historia y la cultura cuentan, pero la vocación de las regiones del mañana será contribuir al crecimiento y a la solidaridad de nuestro país.
P. Lo cierto es que en el terreno de las raíces o la cultura no hay mucho debate en Francia.
R. Es cierto. Los parlamentarios han demostrado sabiduría y responsabilidad. Yo temía que el debate se centrara en el tema de las famosas identidades locales. Hemos logrado, sin ocultarlas, superarlas.

Son los partidos extremistas los que explotan las raíces identitarias con fines demagógicos
P. En otros países europeos, como España, ese debate de identidades, de raíces, de historia…de nacionalismo está ahora muy vivo.
R. Ese debate es, muchas veces, demagógico. Yo mismo tengo raíces de la región de Dauphiné al 75%, y mi abuelo paterno era originario de Italia. No he perdido nunca esas raíces siendo de Ródano-Alpes.. No es contradictorio. Ninguno de nosotros puede ser reducido a una sola identidad, ni siquiera geográfica. ¿Tengo que recordar la historia de las invasiones y de las migraciones que jalonan la historia europea? Son los partidos extremistas los que a menudo explotan las raíces identitarias con fines demagógicos.
P. ¿Sigue usted el proceso que se vive, por ejemplo, en Cataluña?
R. Sé que Cataluña tienen una identidad muy fuerte y que algunos buscan su independencia a veces con excesiva insistencia.
P. ¿Qué consecuencias tendría para Francia esa independencia?
R. Prefiero abstenerme.
P. Ustedes esperan ahorrar entre 12.500 y 25.000 millones de euros. ¿De dónde van a salir?
R. Es una estimación global para para un proceso completo de reformas, y no una evaluación precisa. Esa estimación, avanzada por la Dirección General de Colectividades Locales, representa entre el 5% y el 10% del presupuesto global de las administraciones locales. Y tenga en cuenta que no solo vamos a reformar las regiones, sino también las comunas (ayuntamientos) y las mancomunidades. Y que vamos a suprimir los departamentos (provincias). De hecho, la estimación de esa dirección es para un plazo de cinco a diez años.
P. ¿Hay ahora duplicidades en esas administraciones?
R. Sí, sí, seguro. También por ahí vendrán ahorros.
P. Y por la supresión de los consejos generales (asambleas de departamentos).
R. Sí. El presidente de la República y el primer ministro han anunciado su supresión en 2020.
P. Y, de paso, la de los consejeros generales, que ahora son 4.058, con sus respectivos sueldos públicos.
R. Así es. Pero sus salarios no representan más que el 0,2% del presupuesto de los departamentos. No cedamos al populismo contra los cargos electos.
P. Apenas hay debate sobre ello.
R. Sí, sí hay debate, pero muchos presidentes de consejos generales admiten que estos deben evolucionar para adaptarse mejor a los desafíos de la sociedad francesa.
P. ¿Cuáles son las mayores resistencias que está afrontando?
R. Las más fuertes, en los consejos generales y en el Senado.
P. ¿Esta es el mapa definitivo?
R. Hay tres debates que continúan sobre el futuro de Alsacia, Picardía y Centro.
P. Finalmente, entonces, es esperable que el número de regiones sea aún menor de trece.
R. El debate no ha terminado y el mapa aún puede moverse.
P. Tras la reducción de las regiones vendrá también la reforma local.
R. ¿Sabía usted que Francia concentra el 40% de las colectividades locales de Europa?
P. Y que es el país con más ayuntamientos del mundo [36.700].
R. Es una particularidad francesa a raíz de la Revolución. Pero no corren peligro porque son parte de nuestro patrimonio republicano. Quedarán en el escalón básico de la democracia local, necesariamente con el refuerzo de las mancomunidades. Es la prueba de que nuestra reforma se inscribe en el sentido de la historia, respetando la historia de Francia.
P. Resulta curioso que ahora refuercen las regiones cuando De Gaulle intentó crearlas en 1969, perdió un referéndum al respecto y tuvo que dimitir.
R. En 1969, los franceses no se pronunciaron a favor o contra las regiones, sino a favor o contra De Gaulle.
P. ¿Es esa una de las razones de fondo por las que ustedes se niegan ahora a hacer un referéndum, como reclama la oposición?
R. En Francia, desde Bonaparte, la gente responde sobre todo a quien hace la pregunta más que a la pregunta en sí misma. Es lo que se llama la deriva plebiscitaria del referéndum. Además, hay muchas preguntas cruzadas a plantear: el mapa, las nuevas competencias, la desaparición de los consejos generales. Y cada uno tendrá su mapa ideal.

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