Una ‘comunión’ con la obra de Gaudí
Los restos de la réplica del tornavoz diseñado por el arquitecto para la catedral de Mallorca son repartidos durante un debate como protesta por su abandono
ANDREU MANRESA Palma de Mallorca 14 AGO 2014
El tornavoz de Gaudí para la catedral de Mallorca, recreado por Elías Torres, acabó colectivizado, repartido el miércoles a pequeños trozos entre más de 150 personas reunidas en el club de Pollença. El arquitecto y profesor Torres, con su gesto simbólico y amistoso, cerró cuatro noches de abarrotadas conversaciones sobre arquitectura y la obra de Gaudí. Las voces de los analistas eran de rango: Rafael Moneo, Carme Pinós, Pep Quetglas, Lluís Clotet, Dani Freixes, Xavier Monteys, Rafel Moranta y Xisco Pizá, todos ellos veraneantes, residentes o con casa en la isla.
Elías Torres holló con letras y gestos de colores los fragmentos del conglomerado blanco del mueble roto.El tornaveu, creado por Gaudí para amplificar la voz del predicador desde el púlpito, y que encandiló a Le Corbusier en 1932 fue expulsado dos veces de la catedral mallorquina por el capítulo de canónigos de la seo en 1971 y en 2013. El origina gaudí desapareció, se esfumó de los almacenes, y la versión de Torres –ligera, en plástico y escayola- solo permaneció en el púlpito tres años y fue desmontada y fragmentada el pasado año con el pretexto de que no era original y que su instalación era provisional. Tras su retirada de la iglesia, los vestigios de la recreación del tornavoz se quedaron al aire libre, en el exterior de la fábrica Poraxa de Porreres, donde fue gestada por Torres en 2010.
Al ser anunciado ahora el reparto durante los encuentros de arquitectura gaudiniana, irónicamente una ‘comunión’ con el público, motivó un acto de censura del párroco de Pollença, que vetó expresamente una visita cultural al templo de Nostra Senyora dels Ángels. El cura de Pollença, Joan Artur Boardman, prohibió a los arquitectos y su público entrar en la iglesia local para observar los supuestos trazos de Gaudí en las baldosas del templo. Sí pudieron ver las verjas en un jardín local. El mossén dijo que se pretendía una “burla" de la comunión católica. Las presiones de la Iglesia, de los canónigos de la catedral de Mallorca, se extendieron hasta el alcalde de Pollença, Tomeu Cifre (PP) y a la caja de ahorros local Colonya. Esa maniobra eclesial cuajó: la marca y el patrocinio de Colonya fueron retirados del cartel y los folletos.
El veto censor fue una anécdota. En primera fila del acto cultural estuvo dos noches Rafael Moneo –sometido a la mitomanía de los selfies- quien conversó sobre el neogótico triste de algunas iglesias locales ante la valentía de Gaudí –y Jujol- en la catedral de Palma bajo el auspicio del obispo Campins. Moneo explicó que Gaudí consolidó el edificio gótico al despejar las grandiosas naves e iluminar con detalles “la joya”. El catedrático Pep Quetglas, experto en Le Corbusier, dio lecciones diarias sobre la vanguardia de Gaudí, meticulosamente señaló sus claves constructivas y desveló los secretos simbólicos del autor.
Gaudí “es torrencial, avasallador, sus obras no permiten usos y funciones diferentes”, explicó Lluís Clotet, quien dijo que nunca acudió a remirar sus obras en libros y las de Guillem Sagrera, Mies Van der Rohe o Alvar Aalto. El ibicenco Elías Torres usó metáforas; vio la “piedra constipada y las mucosidades” de la fachada de La Pedrera de Barcelona, una organización interior que es "la mejor solución a una esquina” de la gran ciudad cuadriculada.
Torres opinó que Santiago Calatrava “se legitima” en Gaudí al valerse de él como telón de fondo, al apropiarse, por ejemplo, de los rasgos de la cripta Güell, el interior de bestias desolladas, tendones, huesos y pieles en tensión. A su vez, Carme Pinós, que ha estrenado el magno contenedor del Caixaforum de Zaragoza, defendió “la ciudad como un gran cliente, emocionante” y valoró la existencia de obras públicas detonantes de la vida social y cultural.
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