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7 ago 2014

Reliquias y sufrimientos



Las reliquias y el sufrimiento de creyentes.



Secretos que ocultaba la cruz

La restauración de una joya del patrimonio leridano descubre un conjunto de valiosas reliquias

 Barcelona 6 Agosto 2014

La cruz románica de Anglesola, fabricada en Jerusalén en el siglo XII, y que en su interior ocultaba otra cruz y un conjunto de valiosas reliquias.
A la cruz de Anglesola siempre se le han atribuido poderes. Desde hace siglos, esta localidad leridana de unos 1.300 habitantes bendice con ella a principios de mayo miles de panecillos que luego se reparten a todos los vecinos de la localidad y a los que acuden procedentes de la comarca. Con ellos —a razón de cuatro por familia— protegerán sus cosechas de las granizadas, sus viviendas de ladrones e incluso sus vehículos de sufrir accidentes. Así ha sido desde hace siglos y así se sigue haciendo. Lo que se desconocía hasta ahora era que la cruz románica del siglo XII de plata y oro fabricada en Jerusalén escondía en su interior otra cruz perfectamente encajada y que esta, en vez de ser maciza, estaba hueca y rellena de reliquias: piedrecillas de colores, astillas de madera, restos vegetales y un hueso humano.
La cruz, conservada en la caja fuerte del Ayuntamiento de Anglesola, solo abandona su refugio dos veces al año: en mayo y el 13 de septiembre para protagonizar las dos fiestas mayores de la localidad. Pero en otoño de 2012, esta pieza de orfebrería de 18 centímetros de altura y 12 de ancho fue trasladada al Centro de Restauración de Bienes Muebles de la Generalitat en Valldoreix para su puesta a punto. “Al pasarla por rayos X vimos que debajo de la decoración de los apóstoles y ángeles, rosetas y medallones se veían otros dibujos que no coincidían. Se solicitó permiso para estudiarla y durante el análisis uno de los clavos de plata que aguanta las láminas se desprendió, por lo que pudimos ver que debajo había otra cruz encajada de la misma época pero de mayor calidad”, explica Àngels Jorba, restauradora del centro de Valldoreix que ha llevado a cabo los trabajos de limpieza, aplanado de las láminas de metal y recolocación en su posición original.

Existen solo tres piezas como esta: en Santiago, el Louvre y Agrigento
Fue entonces cuando se descubrió que la cruz no era maciza como se creía sino que la madera de tejo solo se había utilizado en los extremos de los brazos. También quedaron al descubierto todas las reliquias que contenía —estaba llena a rebosar— y se pidió la colaboración de la historiadora del arte Francesca Español. Ella es la comisaria de la exposición La Vera Cruz de Anglesola y las peregrinaciones de Cataluña a Tierra Santa, abierta en Solsona hasta el 1 de septiembre. Hasta ese día será posible ver, por primera y última vez, la cruz desmontada con todo su contenido. También se explica el tráfico de reliquias durante la Edad Media y se exponen otros relicarios catalanes.
“No hay duda de que se trata de una cruz fabricada en un taller de Jerusalén hacia la segunda mitad del siglo XII, alrededor de 1170, y que contiene restos vinculados con la vida de Jesucristo, como el Santo Sepulcro o el Pesebre”, asegura Español, que confirma que solo se conocen otras tres cruces como las de Anglesola: la de Carboeiro que se conserva en la catedral de Santiago de Compostela, una en el museo del Louvre y otra en Agrigento, en Sicilia. “Pero la de Anglesola es la primera que se ha podido abrir”, remacha.

Hoy o mañana se decide si se permite analizar el resto óseo conservado dentro
En cuanto al porqué se encuentra en Anglesola, Español baraja dos explicaciones: podría ser un objeto traído por los monjes del Santo Sepulcro, que tenían unas dependencias en esta localidad que les había donado en 1154 Berenguer Arnau d’Anglesola, o bien una especie de souvenir traído por un noble local que viajó a estas tierras. “Sabemos por la documentación que un miembro de la familia de los Anglesola hizo testamento antes de peregrinar a Tierra Santa. Si al final fue, pudo haberla traído”, explica esta experta que en 1997 consiguió parar la subasta de Sotheby’s de varias de las figurillas de la arqueta de Sant Martirià de Banyoles que en 1980 había robado Eric el Belga.
Tras la exposición, la cruz volverá a Valldoreix —por tercera vez—, donde acabará el proceso de restauración y montaje definitivo con rapidez, porque ha de estar de vuelta en Anglesola el día 13 para presidir la fiesta de ese día. Pero esta obra de orfebrería ya no acabará en la caja fuerte. “Es del pueblo y nosotros tenemos el compromiso de conservarla perfectamente, por eso, adecuaremos un espacio en la parroquia de Sant Pau con todas las medidas de seguridad para que todo el mundo pueda verla”, asegura la alcaldesa de la localidad, Rosa Maria Mora, que explica que entre hoy y mañana se decidirá si se analizan los restos óseos del interior.

Los prohombres

La cruz no es la única institución medieval que conserva la localidad leridana de Anglesola. También la de la Prohomía, que se remonta al siglo XIII cuando, después del año 1264 comenzó a mediar entre las desavenencias surgidas por cuestiones de riego, valoraciones de fincas y viviendas y asuntos legales entre los vecinos de la localidad. Juraban sus cargos ante el señor de la villa y eran los encargados de marcar las tasas, los impuestos y otros pagos a los vecinos, ya que el Ayuntamiento no lo podía hacer sin el consentimiento explícito de los prohombres.
Desde entonces, hasta hoy, aunque desposeída de atribuciones jurídicas y administrativas a partir del siglo XVIII, la institución continúa viva y sus miembros siguen presidiendo los actos y oficios religiosos, tienen un sitio destacado en la iglesia parroquial de Sant Pau y en las procesiones que se celebran cada año, la fiesta de la caridad, en la que se reparten los panecillos bendecidos por la cruz.
En la actualidad está formada por nueve hombres nacidos y habitantes de Anglesola, que ya han cumplido los 20 años, preferentemente casados, personas respetables y de conocida religiosidad. Su cargo es vitalicio hasta que fallecen. Los nueve tuvieron que estar de acuerdo en que la cruz viajara hasta el centro de restauración y serán fundamentales a la hora de decidir, junto al Ayuntamiento y el párroco, si se analizan las reliquias aparecidas en el interior para determinar la fecha del fragmento del hueso.

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