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La fotografía de Frederic Amat es reveladora. ¿A qué se refiere el título de este primer número de Granta en Español? ¿Qué silencios son secretos a voces? ¿Se dicen por lo bajo? Acaso los que aceptamos con resignación porque preferimos mirar a otro lado para no tener que vérnoslas con realidades incómodas. Y no se trata, claro, sólo de realidades políticas o sociales, sino personales, y hasta íntimas. Son los silencios que a veces nos impone el olvido, la indiferencia o la apatía (que muy bien pueden convertirse en una modalidad insidiosa de la censura). Mejor no menearlo. El pasado está cerrado. No hay que abrir las heridas (aunque aún supuren). Mejor no poner en duda que las ideas recibidas son siempre maniqueas. Sin embargo, nos parece que es preferible no dejar las cosas como están.
Cuando en 1979 cinco estudiantes de Cambridge, Inglaterra, resucitaron una antigua revista llamada Granta, nadie sospechó que el empeño casi misionero de sus nuevos responsables –entre ellos tres extranjeros– la fuera a convertir en la publicación literaria más renovadora, influyente y prestigiosa en lengua inglesa: un nuevo vínculo, primero, entre lo que se escribía en Estados Unidos y Gran Bretaña y, luego, entre ésta y los demás países que comparten el idioma. Un empeño a contracorriente de una insularidad proverbial y a favor de una curiosidad cosmopolita demostrada ya a lo largo de 84 números.
Este antecedente viene a cuento porque Granta en Españolcontinúa con ese ánimo: una sensibilidad y una pasión por lo concreto y real, inmediato, atentas a desvelar lo que ocurre ahora mismo, y haciendo hincapié en el interés de lo narrado. La influencia casi prescriptora de la revista (o libro) originales, para sus decenas de miles de lectores asiduos en todo el mundo, se ha dejado sentir con las célebres antologías narrativas que han nutrido los catálogos de varias editoriales en español durante dos decenios (de allí que el número 0 en español difundiera su más reciente promoción británica). Granta no sólo bautizó, por ejemplo, a un conjunto de narradores estadounidenses (“realismo sucio”) o propuso a algunos escritores ineludibles (baste citar a Vargas Llosa, Marías o a Ibargüengoitia en nuestro ámbito), sino que además popularizó lo que en inglés se identifica con el galicismo reportage, así como la crónica de viajes. Y el tiempo le ha dado la razón, y ha acuñado, lo cual casi resulta irónico, el adjetivo 'granta-like', que nadie parece capaz de definir, aunque sí de reconocer, para calificar un estilo.
Granta en Español busca ser también ese vínculo entre los lectores en castellano de todos los rumbos, no sólo para servir como un puente narrativo e intelectual entre los diversos países de lengua española que ya contaba con importantes antecedentes, sino porque deseamos asimismo fomentar la circulación en otro sentido: que la vitalidad e importancia de lo que se está escribiendo actualmente en castellano se difunda en otros ámbitos: algunos de los cuentos, memorias, reportajes, crónicas y todas las demás varias invenciones de la imaginación y observación literarias tendrán acogida en las páginas de la revista en lengua inglesa.
No es casual entonces que los autores de estas líneas, ambos, compartamos dos lenguas, el inglés y el castellano, y que desde nuestra peculiar situación (forastera, para decirlo con claridad) nos interese una publicación cosmopolita, pero sin pontificaciones, adaptando un modelo que ha demostrado su atractivo, y en la actualidad diríase que su necesidad.
La indiferencia y el cinismo, privado o público, son recursos baratos. También la solemnidad. Este número, en algunos casos, si bien sólo de modo subsidiario, es un ejercicio de moral narrativa políticamente incorrecto, y en algún caso desparpajado, con las ideas recibidas: con el sueño revolucionario, con la envidia, con la indiferencia, con la timidez, con la situación de la prensa, con la guerra de las Malvinas, con las cárceles de Franco, con los muertos, con el delirio de los tiranos. Los ensayos de corte académico no tienen cabida en estas páginas (“Cuando oigo la palabra deconstrucción desenfundo mi almohada”, escribió el poeta David Antin), pues hay un empeño por tener la nariz pegada al cristal de la ventana. En suma, no se trata de denostar lo que no nos gusta, sino de mostrar lo que nos apasiona, atentos a lo que está sucediendo, con razonable y saludable escepticismo. Se trata de seducir primero, de persuadir después y luego de convencer con el puro goce de la lectura. De la experiencia. Que cada cual saque sus conclusiones.
Rea Hederman e Ian Jack recibieron con generosidad excepcional primero y acciones y consejos decisivos después, una iniciativa que ha tardado varios años en madurar y que ahora propiamente comienza. Su confianza ha encontrado reciprocidad en el seno del Grupo Planeta gracias al apoyo de Jesús Badenes y de Julián León que advirtieron la importancia de este empeño bajo el amparo de Emecé. Sólo resta también agradecer al narrador y editor Enrique Murillo sus consejos, su ayuda indispensables y su amistad.
Valerie Miles y Aurelio Major Editores
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