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20 ene 2015

1984

Cuando me esfuerzo en escuchar a los idiotas vestidos de políticos, no puedo soportar el hedor que desprende el contenido de la obra de George Orwell. La ley del ministro del interior, la ley del ministro de educación, las palabras B del presidente del gobierno (s, con g), no son más que el hedor del gran hermano (si, con g y con h)

Anotemos fragmentos de la obra. Leerla es sólo si se tienen deseos de entender que este es un camino torcido.

1984
Orwell



[...]
El Ministerio de la Verdad -que en neolengua (La lengua oficial de Oceanía) se le llamaba el Minver- era diferente, hasta un extremo asombroso, de cualquier otro objeto que se presentara a la vista. Era una enorme estructura pirarnidal de cemento armado blanco y reluciente, que se elevaba, terraza tras terraza, a unos trescientos metros de altura. Desde donde Winston se hallaba, podían leerse, adheridas sobre su blanca fachada en letras de elegante forma, las tres consignas del Partido:
LA GUERRA ES LA PAZ
LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD. LA IGNORANCIA ES LA FUERZA
Se decía que el Ministerio de la Verdad tenía tres mil habitaciones sobre el nivel del suelo y las correspondientes ramificaciones en el subsuelo. En Londres sólo había otros tres edificios del mismo aspecto y tamaño. Éstos aplastaban de tal manera la arquitectura de los alrededores que desde el techo de las Casas de la Victoria se podían distinguir, a la vez, los cuatro edificios. En ellos estaban instalados los cuatro Ministerios entre los cuales se dividía todo el sistema gubernamental. El Ministerio de la Verdad, que se dedicaba a las noticias, a los espectáculos, la educación y las bellas artes. El Ministerio de la Paz, para los asuntos de guerra. El Ministerio del Amor, encargado de mantener la ley y el orden. Y el Ministerio de la Abundancia, al que correspondían los asuntos económicos. Sus nombres, en neolengua: Miniver, Minipax, Minimor y Minindantia.
El Ministerio del Amor era terrorífico. No tenía ventanas en absoluto. Winston nunca había estado dentro del Minimor, ni siquiera se había acercado a medio kilómetro de él. Era imposible entrar allí a no ser por un asunto oficial y en [...]

Una palabra que fuese difícil de pronunciar o que podía entenderse incorrectamente, se estimaba ipso facto una mala palabra; así que ocasionalmente, por la eufonía, se insertaban letras en una palabra o se conservaba una forma arcaica. Pero esta necesidad tenía más relación sobre todo con el vocabulario B. La razón de la importancia concedida a la facilidad de la pronunciación, se aclarará más tarde en este ensayo.
El vocabulario B:
El vocabulario B consistía en palabras que habían sido construidas deliberadamente con propósitos políticos. Es decir, palabras que no solamente tenían en todos los casos implicaciones políticas sino que además poseían la intención de imponer una deseable actitud mental en la persona que las utilizaba. Sin una compresión total de los principios del Ingsoc era difícil usar estas palabras correctamente. En algunos casos se podían traducir a la vieja lengua o incluso a palabras tomadas del vocabulario A, pero ello exigía una larga parrafada y siempre se perdían ciertos énfasis. Las palabras del vocabulario B eran una especie de taquigrafía verbal que a menudo englobaban toda una serie de ideas expresadas en unas pocas sílabas y a la vez con un sentido más exacto y más fuerte que en el lenguaje ordinario. Las palabras B eran en todos los casos palabras compuestas. (Palabras compuestas corno «hablarsubir» también se encontraban, claro está, en el vocabulario A, pero no eran más que abreviaciones d [...]

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