Siempre el latido arterial ha sido el signo tomado por el sanador como identificador de vida. Y la vida ha sido identificada como Independencia de la mano de Dios que ahoga las aspiraciones del Hombre de ser Dios. La llama sofocante del Conocimiento acaba dejando sí aire al Hombre que lucha sin cesar por liberarse de la tinieblas cegadora de conocimiento.
En su eterno retorno el Individuo, el Hombre encadenado a la Corona, todos los días le es arrancado por el águila el hígado que durante la noche de la Ignorancia se le regeneró.
Sólo la Ignorancia genera Conocimiento. Y, este no cesa en su eterna búsqueda de Ignorancia.
¡Oh Dios fuente de Luz!. ¿Porqué no ciegas ya al Hombre?
Ten misericordia de mi y acaba con mis sentidos, que no vea la luz del Azul, ni escuche el sonido de las sirenas que me anuncian la llegada del día que me presente al Amarillo que me dio a la vida.
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