...
A la señorita María Dolores. no le sorprendió mi sumisión. Pensé que el tropezón o resbalón le había soltado la lengua. Algo se había roto en su interior, quizá el caso o la jarra que contenía el odio acumulado durante años. Y el odio, más de media vida goteando, rezumando, destilándose, empezó a correr como un licor rojo por las tripas de la mujer, libre y abrasador, derramándose. Creo que entendí bien su historia; sólo alguna de sus frases se me ha quedado, pero soy capaz de repetirla tal como ella me la contó. Por algo me decía mi primera novia, de chaval, que a mi se me pega todo y que tenía que ser imitador, o novelista. A lo mejor la pobre tenía razón.
...
Contado así, de repente la historia me suena a una de las noveluchas que mi novia antepenúltima solía llevar a la habitación y que leía en voz alta sentada a los pies de la cama, aprovechando el rayo de claridad que se colaba por un lado de la persiana, ...
Crímenes ilustrados
Álvaro del Amo
No hay comentarios:
Publicar un comentario