Desayunando con Lughio y Augusto Pérez, me comentaron que en Lughonia no hay "maltrato de las mujeres desde que se dio el suceso que anoto. Parece ser que los agresores eran de la subespecie de homo reptante. Desde aquel suceso desaparecieron bajo el humus. Dicen que, en ocasiones aparece alguno en el camino fangoso y es aplastado por su pequeña cabeza y su corto rabo, despidiendo olor pútrido.
Me comentaron el suceso referido como sigue. Es mi deseo reproducirlo en los mismos términos que me lo comentaron.
¿Quién es?
Soy yo, mamá. Ábreme.
¿Qué haces aquí y a esta hora?
Vengo a casa a quedarme.
Pero, ¿que ha pasado?
Me pegó y me quitó la VISA. Me empujó fuera de casa. No quiere que vuelva.
Dame dinero para pagar el taxi.
No hija, está ya no es tu casa. Tu casa está con tu marido.
Pero...
Nada, es tu casa, y el matrimonio es así. Aguanta.
¡Pero si me ha pegado!
Aguanta. El matrimonio es así. Anda márchate. Pídele el dinero para el taxi a él.
No, yo no vuelvo. Si tu no me quieres, dormiré en la calle. Ya me las arreglaré yo sola.
Haz lo que quieras, pero no vuelvas. Está ya no es tu casa.
¿Papá?.
Siii...
Soy yo.
Dime.
Es que me echó de casa después de pegarme. Mama dice que tengo que aguantarle y ella no me deja quedar en su casa.
¿Dónde estas?
En...
Quédate ahí y cena. Llego a por ti en una hora. Un beso.
¿Si?
Soy yo. Abridme.
¿Qué pasa?
Nada, pasó.
¡Papa!
¡Hola hija! Te quiero. Sienta.
¿Qué pasa que todo el mundo está pendiente de la TV?
Nada. Que han encontrado a un individuo colgado por la nariz y con el hígado al aire.
Con un aparato como el que tienes tu en casa entre los aperos de La Corona.
Bueno, por lo menos no me llevaron el corón.
Vamos a cenar.
Papá.
Tranquila. No preguntes. No merece la pena.
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