El día que mi madre me concibió

“Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?” Él respondió: “¿Quién eres, Señor?” Y él: “Yo soy Jesús, a quien tu persigues.” (Hch 9,3-5)



El 14 de Septiembre de 1948, al amanecer, y tras una noche sin dormir, mi madre me concibió contra la voluntad de mi padre.

El 4 de Junio de 1949, al atardecer, tras una tarde llamando a mi madre, me hizo a la luz mi madre. Mi padre no quiso atender mi llamada; le comunicó a Ana mi llamada y él esperó mi llegada en la romería del Corpus en Lugo.
Conocí a mi padre cuando tenía un día; domingo con sol, al atardecer.

Mi padre me conoció en el atardecer del 4 de Junio, poco tiempo antes de cumplir 14 años. Tras saludarnos, tomé camino al encuentro del Azul. Regresé a casa el 21 de Agosto. Ya no volví a vivir de mis padres.

Aún no se porque el abuelo y mi padre me hicieron prometer no violar su memoria. Hasta este Diario lo cumplí.

A mi madre, por el contrario, le prometí tener las cartas sobre la mesa y boca arriba. Siempre cumplí, aunque esta "partida" me hizo dudar en muchas ocasiones. Siempre entendí que la vida de un hombre sólo merece la pena si se mira a los ojos; no es propio mirar al humus.

Agradecido estoy a mis padres que me proporcionaron el calor necesario para llegar a hoy mirando a los ojos y haciendo uso de la palabra para acercarme y las manos para confiarme.

Mi cuerpo lleva cuatro años enfriando, sintiendo que mi mano izquierda se aleja  del hombro derecho del Otro, mientras que la diestra procura ocultar su palma, del Otro. No es momento de dar la espalda, y no lo habrá.