ARTE ASTURIANO
José Manuel Pita Andrade
EL ARTE ASTURIANO EN LOS ALBORES DEL ROMÁNICO
Después del año 1000 el arte que hemos denominado por antonomasia asturiano presenta por lo menos algunas obras que tienen el enorme interés de fijar de modo inequívoco el influjo ejercido por los monumentos analizados hasta ahora sobre los que se adscriben ya al estilo románico. La colegiata de Teverga tiene capital interés porque muestra la pervivencia de la cabecera tripartita (ahora desaparecida a causa de una restauración posterior) , una nave central alta y estrecha como la de Valdediós y otros rasgos asturianos que entroncan y justifican los que dieron vida a la primitiva iglesia de San Isidoro. Lo que sabemos del templo leones consagrado en 1093 gracias a las excavaciones confirma el nexo con el Arte de Asturias. Pero además el descubrimiento de un arco decorado con molduras ramirenses en San Isidoro amplía el margen de influencias.
En la catedral de Palencia la cripta de San Antolin, fechada como dijimos hacia 1027, trae inmediatamente el recuerdo de Santa Maria de Naranco, sobre todo a través de la pieza de la planta inferior abovedada con arcos fajones.
Dentro de Asturias los primeros monumentos románicos reflejan el arte que se desarrolló pujante en el siglo IX. No sólo se adopta muy a menudo la capilla de planta rectangular, sino que ésta se enriquece con arquerías semejantes a las descritas en Santullano y en Priesca. Sirvan de ejemplo San Salvador de Fuentes, consagrada en 1023, y la cercana iglesia de San Julián de Viñón, que parece más tardía, pero que debió haber sido edificada dentro del siglo XI.
Así el arte que llamamos asturiano trasciende influyendo en el primero que liga, estilísticamente, a los pueblos cristianos de Occidente. Y por eso, al figurar entre los precursores del románico, añade nuevos valores a los que tanto enaltecen.
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