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7 feb 2015
la sabiduria tranquila de Xavier Valls
AS C
La sabiduría tranquila de Xavier Valls
Se dice que en su afán de modernizar al partido socialista, el actual primer ministro de Francia se inspiró en las ideas de su padre, un excelente pintor que admiró el pensamiento libertario de Francisco Ferrer i Guardia
FERNANDO ARRABAL 07-02-15
Archivado en: Opinión Xavier Valls Manuel Valls Francesc Ferrer i Guardia PS Francia Pablo Picasso Albert Camus Partidos políticos Cultura Política
El País, Nicolás Aznárez
Xavier Valls fue un excelente pintor. Con un concepto tranquilo de la existencia y del arte. Con una inteligencia serena; incapaz de acalorarse. Inolvidable para los que tuvieron la suerte de conocerle. Algunos tratan de tacharle. Las hienas a fuerza de comer a sus mamas se vuelven huérfanas
El hijo de Xavier será el próximo presidente de la República Francesa, como yo pienso. ¿O lo será François Hollande como cree Michel Houellebecq en su nueva y “xenial” novela Sumisión? Manuel Valls, a los 16 años, estaba más cerca de entrar en un seminario que de salir al escenario político. El dromedario, entre los camellos, confirma la regla.
Valls Jr. escribió un libro-pasquín en francés hace seis años. También inolvidable. Tituló el panfleto de corrido: Para acabar con el socialismo carroza... y al final llamarse de izquierdas. La prudencia exige encubrir los descubrimientos perturbadores.
Con su libelo aseguró que intentaba “desenmohecer a su partido”. Precisamente al socialista francés. Se dijo que al primer ministro galo le inspiraron las ideas de su padre. ¿Y por qué no las de su madre? ¿Luisangela Galfeti? Tanto monta, monta tanto...
Xavier Valls tenía una admiración estudiosa por Francisco Ferrer i Guardia. Por el libertario, el laico, el internacionalista. En realidad los diablos pueden llegar a destruir la belleza al germinar.
En su Escuela Moderna, Don Francisco F i G quería que “los niños y las niñas tuvieran una insólita libertad”. Curiosamente se decía librepensador; lo cual siempre fue un pleonasmo. Pues Quevedo hasta su muerte conservó su ridículo nombre de gafas.
Durante todo el primer tercio del siglo XX, decenas de escuelas, ateneos y universidades populares seguirían los planteamientos ferrerianos. ¿O se dice ferreristas?
Con su mujer, Teresina Sanmartí de Ferrer, tuvo tres hijas, Trinidad, Paz y Sol. Trinidad , sííí, a pesar de su anti-religiosidad. El lirón se levanta tarde incluso cuando madruga.
En pleno Faubourg Montmartre doña Teresina intentó matar a su cónyuge de dos pistoletazos a bocajarro. Felizmente sin conseguirlo. Érase una vez una kamikaze... (no sigue). Y la señora Sanmartí fue perdonada generosamente por su Yago y casi totalmente por los magistrados. Gracias al nacionalismo sin fronteras de la justicia francesa.
Doña Ernestina intentó, sin conseguirlo, matar a su cónyuge de dos pistoletazos a bocajarro
En vista de lo cual en 1899 Ferrer se casó con la librepensadora (again!) francesa Leopoldine Bonnard. Con ella recorrerá Europa y será padre de su único varón “Riego”. Alias Léopold. Demostrando con ello que no se puede remontar el tiempo con un aspirador.
Su bigamia (algunos le acusaron, como, injustamente, al Burlador de Sevilla, de poligamia) no le impidió relacionarse con Jeanne Ernestine Meunié. Una de sus alumnas, de mejor ver y de maneras aún más exquisitas. Admiradora (por lo menos) que le nombró antes de morir, el 2 de abril de 1901, su heredero. Con “un millón de francos”. Como el Picasso. Por fin el bienquisto i Guardia se “relacionó íntimamente” con la joven navarra Soledad Villafranca. ¿Cómo conseguían aquellos bípedos de otros tiempos tener relaciones “no íntimas” e hijos “no naturales”?
La arañas del infierno firma sus telas. El asesinato fallido, desgraciadamente, lo iba a conseguir el Tribunal Militar de Barcelona. Los jueces condenaron a muerte al inocente. Fue fusilado a las 9 de la mañana del 13 de octubre de 1909 en el foso de Santa Amalia de Montjuic. Ante el estupor y el silencio de todos... salvo de la muchedumbre parisiense.
Albert Camus escribió de su puño y letra (en 1959) un tarjetín. Sin lugar a duda inspirado por su amigo Xavier: “Francisco Ferrer pensait que nul n’est méchant volontairement et que tout le mal qui est dans le monde vient de l’ignorance. C’est pourquoi les ignorants l’ont assassiné” [“Francisco Ferrer pensaba que no existe crueldad voluntaria y que todo el mal que hay en el mundo viene de la ignorancia. Por esa razón los ignorantes lo asesinaron”].
Valls Jr. nació en Barcelona treinta años después de mi nacimiento. Y ocho años después de François Holande. Con lo cual los tres somos “Leo-ascendencia-Geminis" (del 11, 12 y 13 de agosto). Honroso privilegio que compartimos con 3.651.247 terráqueos.
El día de mis cincuenta años, el hijo de Xavier Valls, con veinte, dejó de ser español y se naturalizó francés. Y según confesión propia con algunas dificultades. Menores de las infranqueables que encontró Picasso. Yo no tuve ninguna: nunca la solicité. Antes de Darwin todas las cebras tenían rayas horizontales.
Xavier Valls “llegó a fraguar como pintor un estilo personal contra los vientos y las mareas de las modas”. Evidentemente el tiempo no tiene realidad objetiva.
A punto de cumplir ochenta años, Valls Sr. dijo: “No sirve para nada, pero me satisface no haber perdido, como tantos otros, la memoria. Aún me acuerdo de aquel 24 de junio de 1949 en el Colegio de España de París…”.
Se supo, en París, que Xavier iba a publicar sus memorias de serenidad, trapío y lucidez, La meva capsa de Pandora (Mi caja de Pandora). Y precisamente en Barcelona. En la excelente editorial Quaderns Crema. Editora en catalán de Hölderlin, Simenon, Kawakami, Lewis Carroll, Ovidio, Gombrowicz, Novalis, Racine etc.
En 2003, la mayoría entre los más entendidos pensó que el libro de Xavier sería “un acontecimiento”. Algunos se atrevieron a decir que sería “una bomba”. Obviamente Xavier nunca lo pensó. Dios ¿creó el acuario antes que los peces?
Los entendidos decían que sus memorias serían “un acontecimiento”; fueron un secreto sin lectores
Entre mil cosas apasionantes Xavier Valls cuenta en sus memorias cómo en 1949 vivía en París un celebérrimo artista; cómo el famoso tenía once meses menos que él; cómo terminaría, “por la g. de Dios”, neo-progresista y esportulizado; cómo “con su camisa azul de falangista defenestró...”; cómo el prestigiosa artista vociferaba “Franco no ha liquidado a todos los rojos”...
Pero lejos de ser “una bomba” el libro fue un secreto sin lectores ni críticos. Obviamente, como se lo figuraba Xavier. Nadie habló ni remotamente de su único libro. Valls Sr. quizás pensó, filosófico y tranquilo (como siempre), que sólo el manzano bonsái de Newton descubrió la gravitación universal.
Pero hete aquí que “así que pasaron 19 años”, el 15 de mayo de 1968, en dos minutos, dos estrambóticos “ocupamos” el Colegio de España de París. “De-mo-crá-ti-ca-mente”. El pensamiento es tan limitado con relación a la transcendencia.
Pero tres semanas después con la misma sencillez y fruslería con que lo “ocupamos”, el Colegio de España de París fue “desocupado” por la policía y la divertida desidia. Todas las veletas egocéntricas están seguras de hacer girar al viento.
Para desconcierto de propios y asombro de extraños durante casi veinte años el Colegió de París se alzó deshabitado. Lo rodeaba un corsé de alambradas y una roñosa valla meada. La razón la conocí con una llamada de la Embajada:
—Queremos reabrir el Colegio de España pero antes tenemos que cerciorarnos de que usted no proyecta ocuparlo de nuevo.
Embravecidos por mi respuesta y sésamo el 16 de octubre de 1987, Toisón de Oro al cuello, se pudo patrocinar la reinauguración del Colegio.
Como si la única proposición probada de un concepto sólo fuera otro avatar del teorema de “incompletitud” (de Gödel), tras su retorno del exilio Gregorio Marañón escribió Españoles fuera de España en 1947. Con una dedicatoria a Ramón Pérez de Ayala. Que parece compuesta para él mismo:
“Que está dentro de España aunque esté fuera”.
Fernando Arrabal es escritor.
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