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24 nov 2015

Cuando se asesina, se ha de saber y conocer la causa inmediata ymediata.

Leyendo y releyendo los documentos del Archivo Nacional en los cuales se miente con el descaro propio del asesino de la abuela, tía y la del tío Antonio que dio su vida por su cuñada a petición del abuelo.

En una carta el abuelo le agradece su disposición al riesgo de ser asesinado para defender a su familia. Antonio le responde a esta carta con otra en la que cita al asesino y detalla cómo le prohíbe a su cuñada que no le habrá la puerta ni a nadie pues ha pagado a un sicario para que mate a Amalia y a Josefa, y que las haga desaparecer, que busquen y le recojan todos los documentos de la caja fuerte que está empotrada en la biblioteca. 

El ejecutor le pidió duplicar lo que le iban a pagar y el viaje a Tánger donde vivía una hermana suya.

Antonio fue ejecutado al anochecer en el atrio de Almagro 31 de una cuchillada trasera que le atravesó el hígado. Al día siguiente el portero lo comunicó a la policía roja del 27. Ese mismo día, 30 de setiembre fueron asesinadas de un tiro en la cabeza y con medio cuerpo metido en barriles de brea que fueron arrastrados desde el atrio de la casa hasta la cocina.

 Probablemente la única verdad del documento escrito por los traidores a la República sea la de no querer renunciar a su condición Carlista, aunque no fuera interrogada en ninguna checa.

Entre los documentos el asesino no encontró el testamento que los abuelos habían hecho antes de casarse. Este se presentó en el juicio que el abuelo le puso al asesino y que, probablemente, motivó el accidente de automóvil en su viaje a Madrid en febrero de 1962 y que motivó su encamamiento que terminó con su vida en noviembre. La lectura del certificado de defunción no descarta una asfixia asesina como motivo inmediato de su muerte diagnosticado de "congestión cerebral", "por él hinchazón de su cara y, muy manifiesto de sus ojos".

Mi amiga Patricia, si me lo consiente decir, me ha regalado, o aconsejado el libro que sigue.

Limónov
Enmanuel Carrère


Hasta que Anna Politkóvskaia fue abatida en la escalera de su inmueble, el 7 de octubre de 2006, sólo las personas que se interesaban de cerca por las guerras de Chechenia conocían el nombre de esta periodista valiente, adversaria declarada de la política de Vladimir Putin. De la noche a la mañana, su cara triste y resuelta se convirtió en Occidente en un icono de la libertad de expresión. Yo acababa entonces de rodar un documento en una pequeña ciudad rusa, pasaba frecuentes temporadas en Rusia, y por eso, cuando saltó la noticia, una revista me propuso que tomase el primer avión a Moscú. Mi misión no era investigar el asesinato de Politkóvskaia, sino más bien recoger las declaraciones de personas que la habían conocido y amado. Así pues, pasé una semana en las oficinas de Novaia Gazeta, el periódico del que ella era la reportera estrella, pero también en las de las asociaciones de defensa de los derechos humanos y de los comités formados por madres de soldados muertos o mutilados en Chechenia. Las oficinas eran minúsculas, pobremente iluminadas y dotadas de ordenadores vetustos. Los activistas que me recibían allí eran muchas veces personas de edad y su número era patéticamente exiguo. [...]

El búnker, Margot Führer... Al llegar a este punto, no estoy seguro de que al lector le apetezca realmente que le cuente como una epopeya apasionante los comienzos de un periodicucho y un partido neofascista. Yo tampoco estoy seguro de que me apetezca.

Sin embargo, es algo más complicado.

Lo lamento. No me gusta esta frase. No me gusta el empleo que le asignan las mentes sutiles. Lo malo es que muchas veces es cierta. En este caso lo es. Es algo más complicado.
[...]

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