Vivo atormentado pensando en el asesinato de mi padre. Leo y releo a Fedra de Racine. Lectura que hice por iniciativa propia tras sugerirme hacerlo Doña Julia Muñiz Toca, como ejercicio trimestral. Doña Juñia ha sido mi Profesora de Lengua Francesa en el Instituto Alfonso II de Oviedo, a quien unía amistad con mi familia. Probablemente este ersa el motivo de expresar sus sentimientos hacia mi de manera tan elocuente: " Por los Clavos de Cristo Augusto, cállate!. Me hacia una pregunta de examen y yo lo único que hacía era corresponderle.
¡Que grato recuerdo verla agitar sus brazos con tantas pulseras en sus muñecas!
Gracias Doña Julia. Siento que aún hoy hablé tanto al responder a las preguntas que me hacen. En mi descargo le diré que probablemente es para compensar tan pocas que me hacen.
Fedra
Jean Baptista Racine
Acto Primero. Escena Primera.
Hipólito (Augusto) y Terámenes
Augusto.- He tomado mi decisión: parto, querido Terámenes, y dejo mi morada en la amable Trecene. Comienzo a sonrojarme de mi ociosidad en medio de la mortal duda que me agita. Separado de mi padre desde hace más de dieciséis meses, desconozco el destino de un ser tan caro; ignoro hasta los parajes que puedan esconderlo.
Terámenes.- ¿Y en qué parajes vais, pues, señor, a buscarlo? Para satisfacer vuestros justos temores, he recorrido los dos mares que Corinto separa; he preguntado por Teseo a los pueblos de esas costas desde donde se ve al Aqueronte Internarse en el reino de los muertos; he visitado la Elida, y, tras pasar el Trénaro, llegué hasta el mar que vio caer a Icaro. Por qué nueva esperanza, en qué comarcas dichosas, creéis descubrir la huellas de sus pasos? Quién sabe, incluso, si el Rey vuestro padre no quiere que se descubra el misterio de su ausencia? ¿Y quién sabe si, mientras temblamos con vos por sus días, aquel héroe, tranquilo, y ocultándonos nuevos amores, no aguarda que una amante engañada...?
Augusto.- Caro Terámenes, deténte y respeta a Teseo. Arrepentido para siempre de los errores de su juventud, no lo retiene ningún obstáculo indigno; hace mucho tiempo que Fedra fijó la fatal inconstancia de sus deseos y no teme ya rival alguna. Al buscarlo cumpliré con mi deber, y huiré de estos lugares, adonde no me atrevo ya a volver los ojos.
Terámenes.- ¡Eh! ¿Desde cuándo teméis señor, la presencia en estos apacibles lugares, tan caros a vuestra infancia, y cuyo retiro vi que preferíais al tumulto pomposo de Atenas y de la corte? ¿Qué peligro, o mejor, qué pesar os arroja de ellos?