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27 nov 2013

Errores cometidos.

Son tantos los errores que me he cometido que no dejaré de tener memoria para evocarlos.

Muchas veces he sido testigo de crepúsculos; de Occidente a Oriente, de Oriente a Occidente.


Un día, junto con mi profesor Serrats, operamos una paciente joven.

Nos fuimos a Santiago de Compostela a una reunión de la Sociedad LusoEspañola de Neurocirugía.

No nos fuimos tranquilos. En cuanto hemos podido volvimos. Era Sábado Santo.

Al llegar, la paciente estaba en coma y fiebre desde un tiempo.

La hemos tenido en hibernación mediante cocktail lítico de Laborit. En Agosto del año siguiente se hizo consciente.

En silla de ruedas y con lesión de cuerdas vocales por estenosis subglótica.

Hoy no hubiera ni hubiéramos cometido el error de dejar a la paciente en postoperatorio en otras manos. No lo hemos hecho más, nunca más.

Perdona Concha, no volveré a dejarte. Gracias por todo lo que me has dado.

Y, gracias, también, a tu madre y hermana, por tanto como me han dado. A ellas, también, perdón.

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