La Mentira
Andrés Flores Colombino, 2011
La mentira social
Por algo Abraham Lincoln decía: “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a
todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”. Debemos
reconocer que hay mentiras que han triunfado por mucho tiempo y para casi todos.
Goebbels, el ministro de Propaganda del Gobierno nazi, afirmaba que “Una mentira
repetida mil veces termina siendo verdad”.
Hay corrientes del pensamiento filosófico (axiológico) y religioso (mandamiento) que
condenan la mentira como un pecado, como uno de los peores males de la
humanidad. El mentiroso, mitómano, embustero, difamador, falsario, tanto por
enfermedades de fondo o por defectos en la conformación de su sistema moral o ético,
constituye un personaje sin duda nefasto y muchas veces cruel y criminal, que pudre
la manzana o el grupo social, del más pequeño al más grande. Genera sufrimiento
entre sus víctimas y malestar y desprecio cuando caen envueltos en los hilos de sus
patrañas.
“La mentira tiene patas cortas”, dice el refrán popular. Es verdad, pero depende del
entorno en que se lanza, quién y cómo lo hace. En los gobiernos autoritarios, los
rumores mentirosos tienen más fuerza que las noticias publicadas en letras de molde
por los medios masivos de comunicación. Por eso en estos sistemas tiránicos la
paranoia y la desconfianza no late solo en los dictadores sino también en los
sojuzgados. Y por eso es que la tiranía sólo genera mentira
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