La Mentira
Andrés Flores Colombino, 2011
Andrés Flores Colombino, 2011
MENTIR-SE
Debo terminar. Y deseo hacerlo mencionando a los que se mienten a sí mismos. Es
posible. Si interrogamos a los condenados de una cárcel, seguramente todos o casi todos mientan, y se declaren inocentes. Raras veces, lo son. Por algo la Ley prevé que
nadie está obligado a declarar contra sí mismo. Lo rumian en su soledad y se
convencen de que lo ocurrido y por lo que los inculpan, nunca pasó.
La psicología nos provee de defensas contra la angustia, y mediante la negación, el
desplazamiento y hasta por la racionalización. Ante un hecho muy doloroso, lo
negamos, nos mentimos. Pero también poseemos la capacidad de reparar, es decir
de sobrellevar el duelo y salir de él incorporando la experiencia dolorosa a nuestra
historia, superando la mentira inicial para colocar la verdad de los hechos. Al fin y al
cabo, los antiguos hacían obligatorio el beso al familiar fallecido –en la frente o en los
pies- como forma de asumir la verdad de su muerte y facilitando el duelo normal.
En suma, la credulidad a rajatabla y la desconfianza generalizada, son dos
mecanismos que no permiten manejar la mentira con propiedad. Ni creerlo todo, ni
dudar de todo. La naturaleza humana es frágil, pero es perfectible. Es posible vivir sin
la mentira, de cualquier grado. Pero estemos preparados para cuando le mentira entre
a nuestro mundo, -por los demás o por nosotros- porque nunca faltará, y porque es
expresión de nuestra natural debilidad humana.
AFC, Jornada de Reflexión Comisión del Encuentro y la Amistad del Sindicato Médico
del Uruguay (SMU), Montevideo, 15 de agosto, 2011
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