[Al finalizar esta transcripción, hago una nota que como médico dedicado al dolor, entiendo que pueda aclarar el porque tomó esta nota. La pongo al final con el propósito de no desvirtuar esta editorial del diario ABC]
El grito de Dios
Ignacio Sánchez Cámara
(Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de La Coruña)
ABC, 6 de julio de 2014
"El bien del hombre consiste en entregarse a Dios. Pero esto resulta extraordinariamente difícil. Sólo el bien puede proporcionar la felicidad. Por eso la desgracia es tan frecuente. Los felices son siempre pocos, pues pocos son los capaces de entregarse totalmente a Dios"
El dolor es una de las más profundas y misteriosas experiencias humanas. Ante el dolor, físico o espiritual, levantemos la vista hacia Dios. Y sólo esto ya otorga un gran valor al sufrimiento humano. Sin embargo, es frecuente referirse al silencio de Dios ante el dolor de los inocentes, ante los campos de exterminio, ante la muerte de los niños, ante la enfermedad, la tortura y el hambre. ¿Porqué calló?¿Porqué permitió?¿Porqué calla?¿Porqué permite?¿Puede ser ese un Dios omnipotente y, a la vez, absolutamente bueno?dolor humano y silencio de Dios.
Tal vez la primera observación que permita hacer consista en negar que todo sea malo en el sufrimiento. Miguel de Unamuno decía que en el dolor nos hacemos y en el placer nos gastamos. Y Beethoven, creó que en la partitura de la Novena, escrubió: "A la alegría por el dolor". Al final de la "Barcarola" de los cuentos de Hoffmann, de Offenbach, se canta: " El amor nos hace grandes, y el el llanto aún más". La verdad nos hace libres, y el dolor grandes. Nadie ha sido más grande que Jesús abandonado en Getsemaní y luego clavado en lo alto del Gólgota.
El dolor ajeno nos mueve a la compasión, nos conmueve. El propio nos modela. El dolor es la forja del alma. No se puede esculpir sin dar golpes con el cincel. Cabría decir, parafraseando a Nietzsche, que un hombre vale en la medida de la cantidad de dolor que es capaz de soportar. Nada de esto significa que debamos buscar el dolor. No. Debemos evitarlo. Es un mal, pero repleto de cosas buenas. El dolor es un mal, pero sus consecuencias son casi siempre beneficiosas.
En este sentido, debe leerse el excelente ensayo "El problema del dolor" de C. S. Lewis, si estoy en lo cierto, uno de los más grandes escritores del siglo XX. Su tesis centrales que Dios nos grita en el dolorp. Dios no calla mientras sufrimos. Habla, incluso grita, precisamente a través de nuestro dolor. Lo que nos duele es la voz aguda de Dios que nos llama. y nosotros, ignorantes, soberbios y sordos, aún hablamos de silencio de Dios... El dolor es el grito de Dios. Y habría que decirle a Él: "Gracias, Dios mío, por el dolor que me envías, pues con él me has salvado". Él nos salvó con su dolor y nos continúa salvando con el nuestro.
El bien del hombre consiste en entregarse a Dios. Pero esto resulta extraordinariamente difícil. Sólo el bien puede proporcionar la felicidad. Por eso la desgracia es tan frecuente. Los felices son siempre pocos, pues pocos son los capaces de entregarse totalmente a Dios. Escribe Lewiss:"No somos meras criaturas imperfectas que deban ser enmendadas. Somos, como ha señalado Newman, rebeldes que deben deponer las armas, la primera pregunta de por qué nuestra curación debe ir acompañada necesariamente de dolor es, pues, que someter la voluntad reclamada durante tanto tiempo como propia entraña, no importa donde ni como se haga, un dolor desgarrador".
El primer principio de la educación consiste en "quebrantar la voluntad del niño". Esto se puede hacer bien y mal, con suave firmeza o con sórdida crueldad. Pero debe hacerse, pues sin ello no hay educación. El hombre no se ve obligado a quebrar su voluntad para entregarla a Dios mientras las cosa le van bien. El error moral viaja enmascarado y muchas veces no lo advertimos. El dolor, por el contrario, es transparente, nos asalta sin careta, nunca engaña. Nada apresa nuestra atención y absorbe nuestra conciencia como el dolor. ; ni siquiera el amor.
Escribe Lewiss: "El dolor no sólo es un mal inmediatamente reconocible, sino una ignominia imposible de ignorar. Podemos descansar satisfechos en nuestros pecados y estupideces; cualquiera que haya observado a un glotón engullendo los manjares más exquisitos como si no apreciara realmente lo que coma deberá admitir la capacidad humana de ignorar incluso el placer. Pero el dolor, en cambio, reclama insistentamente nuestra atención. Dios susurra y habla a la conciencia a través del placer, pero le grita mediante el dolor: es un megáfono para despertar un mundo sordo. El hombre malo y feliz no tiene la menor sospecha de que sus acciones no "responden", de que no están en armonía con las leyes del universo.
El dolor puede ser también el despertador de la fe. Dice un personaje del "Cuento de invierno" de Shakespeare: "Es necesario que despiertes tu fe. Entonces todo queda en calma". En el fondo, la necesidad de perfeccionarse a través de las tribulaciones forma parte de la vieja doctrina cristiana.
Es cierto, como reconoce Lewis, que el dolor como megáfono de Dios puede ser algo terrible y conducir a la rebelión definitiva y a la desesperación, pero también puede ser la única oportunidad del malvado para enmendarse y, por lo tanto, salvarse. San Agustín nos enseñó que el alma sólo puede ser feliz cuando descansa en Dios, porque Él nos ha hecho para sí. En eso consiste ser criatura. Dice también San Agustin que Dios nos quiere dar cosas, pero no podemos tomarlas porque tenemos las manos llenas de otras cosas. En este sentido el dolor es el manotazo que nos arrebata lo que más queremos, pero para que podamos recibir lo único que puede hacernos felices: la entrega total a Dios. Y esta entrega total no es posible sin el dolor. Así, tenía razón Beethoven:"A la alegría, por el dolor". Y si alguien piensa que todo esto es una apología del dolor y del masoquismo, sólo le pediría que pensara un poco más.
Por otra parte, imaginémonos un mundo sin dolor. Un mundo así se vería privado de la mayor parte de las cosas buenas. Para empezar, sería un mundo sin compasión y sin heroísmo, probablemente un mundo sin mérito moral. Pensemos en acciones realmente. ¿Cuantas de ellas se habrían realizado en un mundo sin dolor? Como afirma Lewis, " el dolor proporciona una oportunidad para el heroísmo que es aprovechada con asombrosa frecuencia"
El dolor no testimonia en contra de la bondad divina. A veces podemos tener la impresión de que a Dios se le ha ido la mano y de que tal vez hubiera bastado con una terapia más suave, pero para que tengamos las manos vacías debe quitarnos todo o, al menos, lo que más amamos. Una vez cumplida su función terapéutica , Dios nos puede devolver algo o mucho de lo que teníamos, incluso todo. Pero entonces ya lo poseeremos de otra manera, a la manera de la criatura, a la manera feliz. La ilusión de autosuficiencia humana sólo puede quebrarse mediante el sufrimiento. El dolor es el último recurso de Dios para hacernos verdaderamente felices, es decir, buenos y sabios, y salvarnos. El dolor es el grito de Dios.
NOTA
Dado que el autor de este escrito cita con frecuencia y con autoridad a C. S. Lewis, anota el comienzo de su libro que, parece ser, inspiró al Don Ignacio Sánchez Cámara que, al no tener conocimiento de sí, he procurado acceder por internet patera considerar su biografía.
El DOLOR es un problema de la asistencia médica que en nada tiene que ver con lo versado en esta editorial del día de hoy del ABC. Sin embargo, he de anotar que hay médicos que hablan del dolor en los términos de este texto y no en términos racionales, o científicos.
Por este motivo, no hay que transmitir al paciente conceptos y significados no racionales sobre el dolor.
Del dolor se conoce, su causa, su fin y los medios para transformar la causa en el fin.
El dolor no se ha de tratar por sí mismo, sino como en todo acto científico, se ha de hacer en su causa.
En cuanto al SUFRIMIENTO, desde los últimos años cincuenta del siglo XX, se conoce como Reacción de Adaptación, o Reacción Orgánica a la Agresión, siendo Laborit y Lacan quienes pusieron en marcha su tratamiento farmacológico con el descubrimiento de los neurolépticos y concretamente, los ataráxicos, siendo el origen de la Psicofarmacología. El tratamiento ataráxico tiene su expresión, también, en la "hibernación" encefálica, hoy actual por habérsele aplicado a un deportista. Hibernación que inicialmente ha sido nombrada como "cocktail lítico" por los autores citados. El uso de barbitúricos de vida corta, como el pentotal, es la hibernación que realizan en USA y sus áreas de influencia comercial, mientras que con neurolépticos se realiza en Francia y área de influencia. Es el cocktail lítico el recomendable por cuanto que controla la "la reacción vegetativa de efectos devastadores.
El problema del dolor
C. S. Lewis
Título original: The Problem of Pain Traducción de Susana Bunster
Prefacio
El Hijo de Dios sufrió hasta morir, no para que los hombres no sufrieran, sino para que sus sufrimientos pudieran ser como los Suyos
George Macdonald
Unspoken Sermons,
First Series
Cuando el señor Ashley Sampson me sugirió que escribiera este libro, pedí que se me permitiera hacerlo en forma anónima; pues, si decía lo que realmente pensaba acerca del dolor, me vería obligado a hacer afirmaciones que suponen tal fortaleza, que resultarían ridículas si se supiera de quién provenían. Mi petición fue rechazada porque el anonimato sería incongruente con esta seride libros. Sin embargo, el señor Sampson me señaló que podía escribir un prólogo explicando que, en la práctica, yo no era capaz de vivir de acuerdo a mis principios; y así, ahora me encuentro abocado a esta empresa fascinante. Debo confesar de inmediato, usando las palabras de Walter Hilton, que a lo largo de estas páginas "estoy tan lejos de sentir realmente lo que digo, que no me queda más que ansiarlo fervientemente y clamar por misericordia"1. Sin embargo, y precisamente por eso, hay algo que no se me puede reprochar; nadie puede decir, "¡Se burla de las llagas el que nunca recibió una herida!"2, ya que jamás, ni por un instante, me he encontrado en un estado de ánimo en que, el solo imaginarme un sufrimiento serio, me pareciera algo menos que intolerable. Si existe un hombre que esté a salvo del peligro de menospreciar a este adversario... ese hombre soy yo. Debo agregar, también, que la única finalidad de este libro es resolver el problema intelectual que surge ante el sufrimiento. Jamás he caído en la insensatez de considerarme calificado para la tarea superior de educar en fortaleza y paciencia, ni tengo nada que ofrecer a mis lectores, aparte del convencimiento de que —al vernos enfrentados al dolor— un poco de valentía ayuda más que mucho conocimiento; un poco de comprensión, más que mucha valentía, y el más leve indicio del amor de Dios, más que todo lo demás.
Si un teólogo lee estas páginas, se dará cuenta con facilidad que son obra de un laico y de un aficionado. A excepción de los dos últimos capítulos, en que hay partes claramente especulativas, he creído repetir doctrinas antiguas y ortodoxas. Si alguna parte del libro es "original", entendiéndose por esto último algo nuevo o no ortodoxo, lo es contra mi voluntad y producto de mi ignorancia. Escribo, por supuesto, como laico de la Iglesia de Inglaterra; sin embargo, he intentado expresar sólo aquello que sea aceptado por todos los cristianos bautizados y en comunión con su fe.
Como éste no es un trabajo erudito, no me he preocupado mayormente de remitir las ideas o citas a sus fuentes originales, de no ser éstas fácilmente recuperables. Cualquier teólogo podrá notar con facilidad qué y cuan poco he leído.
C. S. Lewis
Magdalen College, Oxford, 1940
[1 - WALTER HILTON. Scala Perfectionis.
2 - Nota trad. William Shakespeare. Romeo y Julieta, II, 2]
Decir que el dolor es el grito de dios es contrario a la razón.Solo un caníbal hablaría así.
Ni siquiera en broma se puede decir que el dolor es el grito del Hombre. Cuando se habla de dolor se habla de alguien, por lo que se ha de nombrar.
En otra nota pondré el concepto racional científico de dolor.
Ni siquiera en broma se puede decir que el dolor es el grito del Hombre. Cuando se habla de dolor se habla de alguien, por lo que se ha de nombrar.
En otra nota pondré el concepto racional científico de dolor.
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