Buscar en este blog

20 jul 2014

Santullano, Arte Asturiano.


ARTE ASTURIANO
José Manuel Pita Andrade
(instituto Diego Velázquez, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
Madrid, 1963)



Santullano de Oviedo

tras la restauración


antes de la restauración


El monumento que nos presenta de un modo más completo lo que era la arquitectura en tiempos de Alfonso II  es, sin duda, la iglesia de San Julián de los Prados o Santullano. Se encuentra ya dentro del casco urbano de Oviedo, pero hasta hace pocos años centraba un caserío situado al norte de la ciudad, junto al antiguo camino de Gijón. A principios de siglo Don Fortunato Selgas costeó la restauración del templo, suprimiendo una serie de adherencias posteriores que lo desfiguraban y completando algunas partes perdidas. Gracias a estos trabajos y al estudio minucioso que publicó entonces se pudo destacar el trascendental interés del edificio entre todos los que han llegado a nosotros de la Alta Edad Media.
No consta su fecha exacta, pero aparece mencionada en las crónicas de Alfonso III y Silense. Como no se cita en la donación hecha por el rey Casto a la catedral en el año 812, hay que fijar su cronología dentro de los treinta años que van desde esta fecha a la muerte del rey.

En Dantullano se desarrollan toda una serie de formas constructivas que habían aparecido en Bendones y San Tirso. Tiene, separadas por pilares y arcos formeros de medio punto, tres naves precedidas de un pórtico y una nave transversal a la que se abren las tres capillas. Entre la nave central y la de crucero, el hueco se reduce, sin duda, para dar seguridad a los muros que sostienen la armadura de madera que lo cubre. Los techos son de madera; sólo tienen bóvedas de medio cañón, hechas con ladrillo, las tres capillas.

En los extremos de la nave transversal se abren sendas piezas que plantean un curioso problema arqueológico. La del lado del Evangelio es más alta que la de la epístola y tiene dos plantas. En la superior se abriría una especie de balcón hacia el crucero, que bien podría servir, de acuerdo con la hipótesis de Schlunk, de tribuna real, aunque desde allí apenas resultaba visible el interior de la capilla principal. La pieza del otro lado era la de menos altura y fue reconstruida por D. Fortunato Selgas, que le asignó el papel de pórtico.

Las tres capillas se iluminan con ventanas de iguales. Proporciones encuadradas con elementos de piedra monolíticos y con arcos de descarga de ladrillo sobre dinteles. Estos huecos conservan, aunque restaurados, restos de las primitivas celosías hechas con estuco. La capilla mayor se decora con arcos ciegos en sus tres muros, surgiendo así un precedente de lo que hallaremos en otros templos posteriores.

Elemento de gran interés es la habitación levantada sobre la capilla central, sin comunicación con el interior, pero visible exteriormente con su triple ventana formada por jambas monolíticas en los lados, dos  pequeñas columnas y tres arcos de ladrillo. La pieza, que carece de bóveda, ¿con que finalidad se construiría? Teniendo tan difícil acceso se llegó a pensar si serviría para guardar los tesoros del templo, sobre todo teniendo en cuenta los peligros a que estaban expuestas las iglesias asturianas  a causa de las incursiones normandas. Pero siendo tan visibles los huecos y pensando en su situación, precisamente encima de la capilla mayor, resulta preferible imaginar que serviría de cobijo a penitentes.

En Santullano la decoración escultórica ocupa un lugar restringido. A parte del valor ornamental de las celosías, que nos fuerzan a pensar con Schlunk en las de la iglesia de Santa Sabina de Roma, las partes esculpidas quedan reducidas a los capiteles (algunos aprovechados) y unas curiosisimas pilastras donde apean los arcos extremos que decoran interiormente la capilla mayor. Conviene observar como en este breve repertorio de relieves destaca el sogueado, elemento, como sabemos, típico de lo asturiano.
Mucho más interés tenía la decoración pictórica. Ya hemos dicho que en Santtullano los muros, tanto interior como exteriormente, aparecían enlucidos. Dentro del templo las pinturas ofrecerían un aspecto muy sugestivo. Don Fortunato Selgas, valorando las huellas que quedaban en los muros, público unos interesantes diseños. Los dibujos, realizados cuidadosamente hace unos años por D. Magín Berenguer y el denso estudio llevado a cabo por el profesor Schlunk, han permitido valorar de un modo más completo estos restos que llenan el primer capítulo importante de la pintura española si prescindimos de las remotas muestras del paleolítico y neolítico.

La decoración de Santullano se distribuía a lo largo del brazo mayor , nave de crucero y capillas, en diversas fajas. En los pilares de sillería se dibujaban estrías y otras molduras imitando las basas, fustes y capiteles; en las partes bajas de los muros dominaban los casetones central y en la de crucero nos ofrecían representaciones  de edificios vistos en perspectivas y enriquecidos con cortinajes. Centrando en las partes altas los muros transversales al eje longitudinal había cruces que imprimían un saber religioso a estas composiciones de aspecto pagano.

No cabe dudar que los más inmediatos recuerdos que brinda Santullano llevan hasta las pinturas pompeyanas. Se acercan a las composiciones típicas del tercero  y cuarto estilos, donde tanta importancia tiene el sentido ilusionista. Pero a estos rasgos paganos ha de sumarse el valor simbólico. Los edificios aluden, como observó justamente Schlunk, a las siete iglesias a las que alude el Apocalipsis. Las cortinas nos hacen pensar en aquellas que decorarían las iglesias primitivas, particularmente en las que se dispondrían en los iconostasis para aislar al sacerdote de los fieles en los momentos más solemnes. La cristianización de los motivos paganos se explica a través del arte bizantino que tanto debió influir en el de Asturias.
En otros lugares de Santullano (muros de las naves laterales, arcos, bóvedas y muros de las capillas) predominan motivos de valor exclusivamente ornamental, muchas veces de tipo geométrico (círculos aislados, tangentes o secantes, óvalos, rombos, cuadrados, rosetas, etc.).Destaquemos en el intradós de los arcos, las espigas en forma y disposición semejantes a las de Bendones; coincidiendo con el ilusionismo que dominaba  en las representaciones de edificios, había aleros con canecillos dibujados en perspectiva. Ya recordamos en la introducción  a este capítulo  cómo en algunos arcos de ladrillo se imitaban con pintura estos mismos elementos; así se repite el convencionalismo que hallábamos en los elementos exteriores de sillería con un revoco simulando la piedra con su despiece.

Como antecedentes concretos dentro de España de las pinturas de Santullano, Schlunk señaló algunos motivos que aparecen en el monumento soterrado de Santa Eulalia de Bóveda, próximo a Lugo.

En cuanto va dicho se comprende la trascendencia de esta iglesia de Alfonso el Casto por la riqueza de nexos estilísticos que ofrece y por servir de antecedente a otras construcciones. Aquí se muestra de un modo ejemplar la preocupación por armonizar los volúmenes del templo; sorprende la anchura de la nave central en relación con las laterales y la altura del crucero que domina por encima de todo el edificio. Tanto dentro como fuera de la iglesia quedan bien definidas las naves, las capillas, las estancias laterales y el pórtico de los pies.

Santullano presenta otros problemas cuyo análisis nos llevaría demasiado lejos. Así la existencia de ventanas y puertas que se han macizado o, dentro del crucero, de zonas que indican variaciones en el plan primitivo y que debieron tener lugar dentro del mismo siglo IX.



No hay comentarios:

Publicar un comentario