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28 jun 2014

Crimen en familia




La realidad es, a veces, como una mala ficción. Mal hilvanada, poblada de elementos absurdos, poco creíble. Y el asesinato de la multimillonaria monegasca Hélène Pastor, perpetrado el 6 de mayo a la entrada de un hospital de Niza, es un buen ejemplo de ello. Un crimen de encargo, ejecutado por delincuentes de poca monta y organizado por el hampa de Marsella a petición, según confesión propia ante la policía, de Wojciech Janowski, yerno de la víctima. Janowski pasó ayer viernes a disposición de un juez de Marsella, tras confesar su implicación en el crimen de su suegra, cercado por los datos de una investigación exhaustiva desarrollada durante las últimas seis semanas por la policía francesa y la monegasca.
La sombra de la mafia calabresa o del crimen organizado ruso planeó sobre un suceso que convulsionó a los ricos residentes del Principado, pero Hélène Pastor, de 77 años, última superviviente de la tercera generación de los Pastor, herederos de una dinastía estrechamente ligada al desarrollo urbanístico de Mónaco, fue víctima de una venganza familiar.
El crimen se habría gestado, según la reconstrucción policial, entre las cuatro paredes del lujoso apartamento de Mónaco de los Janowski, Wojciech, de 65 años, y Sylvia Ratkowski Pastor, de 53, hija mayor de la víctima. La detención de ambos el pasado lunes —aunque Sylvia fue puesta en libertad sin cargos dos días después—, junto a una veintena de supuestos implicados en el caso, entre ellos los dos presuntos autores materiales del tiroteo, fue el último golpe de efecto en un caso repleto de sorpresas. El fiscal de Marsella, Brice Robin, señaló que las sospechas sobre el yerno de Hélène surgieron a partir de los “flujos de dinero sospechosos registrados en sus cuentas bancarias”, supuestamente ligados a los intermediarios de la operación.
¿Qué pudo llevar a un personaje como Wojciech Janowski, cónsul honorario de Polonia en Mónaco, al frente de una empresa puntera de nanotecnología, filántropo conocido y respetado por el todo Mónaco, a organizar una operación tan desastrosa? ¿Por qué se implicó hasta el punto de transferir cientos de miles de euros desde sus cuentas bancarias hasta las de los organizadores y perpetradores del crimen?
Los contactos con el hampa marsellesa los habría establecido, al parecer, el entrenador personal del cónsul honorario, a cambio de 200.000 euros, pero, a tenor de cómo se desarrolló el trabajo, todo apunta a que hubo más de un fallo en la elección de los especialistas. Los presuntos autores materiales son dos delincuentes afincados en Marsella, Samine Saïd Hamed, de 24 años, natural de las islas Comores, y Alhaire Hamadi, de 31 años, marsellés de origen comorés, ambos con antecedentes policiales. No se sabe quién de los dos se ocupó de la logística de la emboscada y quién disparó los dos tiros con una escopeta de cañones recortados que días después terminaron siendo mortales contra Hélène Pastor, cuando abandonaba a bordo de su coche el hospital L’Archet de Niza. Su chófer, alcanzado de lleno por las balas, falleció también pocos días después. Para la policía francesa no ha sido difícil destapar la trama a partir de las muchas huellas dejadas en su camino por los dos presuntos asesinos. Se hallaron restos de ADN en el gel de ducha de la habitación de hotel donde se alojaron unas horas, en Niza, y fue posible identificarles gracias a las imágenes de las cámaras de seguridad del hospital de la capital de la Costa Azul y de las estaciones de ferrocarril en esta misma ciudad y en Marsella, de donde salieron el mismo 6 de mayo por la mañana con el propósito de acabar con la multimillonaria.

Las sospechas sobre Janowski surgieron por “los flujos de dinero sospechosos en sus cuentas”
¿Cuál era la relación de Hélène con su hija y su yerno? A tenor de las declaraciones de amigos y conocidos, no demasiado estrecha. Aunque en público abundaran las sonrisas. Pero, como declaraba esta semana Catherine Pastor, cuñada de Hélène, al diario Nice Matin, “bajo las sonrisas se ocultaban almas espantosas”.
La sonrisa de Wojciech Janowski, nacido en Varsovia, educado en Cambridge, presidente de la Cámara de Comercio de Polonia en Mónaco, hombre de negocios con una envidiable reputación, era la de un triunfador. Y como tal se muestra en las fotografías de sociedad distribuidas por las agencias. Un hombre maduro, trajeado, orgulloso de su estatus, sentado junto a su discreta esposa, Sylvia Ratkowski Pastor. Sylvia y su hermano menor, Gildo, de 47 años, ingresado en el hospital L’Archet de Niza tras sufrir un derrame cerebral a principios de año, y al que visitaba su madre el día de la tragedia, recibían una generosa asignación mensual de Hélène. Según la prensa francesa, medio millón de euros cada uno, porque Hélène Pastor, que gestionaba una empresa dedicada a los alquileres de apartamentos y oficinas en el Principado, llevaba las riendas de su negocio personalmente y no quería ceder el control. Casada dos veces, madre de dos hijos, cada uno de un matrimonio, madame Pastor era de gustos sobrios. Paseaba a su perro en solitario, sin guardaespaldas, y apenas salía de Mónaco, donde se sentía segura. Su chófer, Mohamed Darwich, de 64 años, era su principal asistente.
Hélène creció entre hombres, sus hermanos Víctor y Michel y su padre, Gildo Pastor, el que forjó el imperio inmobiliario de la familia, en los años sesenta del siglo pasado, sobre la base creada por el abuelo, Gian Battista. Ella se había quedado con una parte del negocio —la gestión de los alquileres—; el resto lo gestionaban sus sobrinos tras la muerte de los dos hermanos.
Los medios franceses especulan con la hipótesis de que el crimen pudiera haberse urdido como venganza por la decisión de Hélène de suspender la asignación mensual a su hija. El dinero como móvil no parece descartable porque los Pastor, dueños de un tercio del Principado, son algo así como la segunda familia principesca, con una fortuna estimada entre los 15.000 y los 20.000 millones de euros.
Pero la situación del cónsul honorario de Polonia no era tampoco mala. Ahora, el hombre condecorado por el ex presidente francés Nicolas Sarkozy por su labor filantrópica en 2010, sin antecedentes penales ni policiales, tendrá que enfrentarse a un proceso judicial por asesinato, intento de asesinato por banda organizada y asociación de malhechores.

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