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22 jun 2014

De libros y de historias.

En estos días de discursos desde el púlpito, o creacionistas, reivindico la información como propiedad de la cosa-pública, res-pública, o re-pública. Y, denuncio la desinformación. Sólo la Educación Nos hace Libres.
Yo hablo sentado a la misma altura que las personas con las que me comunico. Mi piel se pone verde cuando estoy en comunicación. Mi interlocutor se pone verde. Cuando se pone azul o amarillo sé que me pretende desinformar. No aparto mis ojos de sus párpados inferiores.

Recomiendo leer el artículo que anoto.

Información crítica: sociedad y terrorismo.


La propaganda del poder y sus técnicas en las crónicas leonesas y castellanas ( siglos IX-XIII) Margarita Torres Sevilla
Universidad de León



Nuestro conocimiento del pasado necesita del aporte imprescindible de los textos escritos, crónicas y documentos, que han pervivido a través de los siglos desde el Medioevo. Sus peripecias existenciales, esto es, si a nuestros manos llegan como originales, interpolados, manipulados, copiados o censurados por el tiempo, en sí mismas son datos nutricios de los que abastecernos y que contribuyen a una mejor y más perfecta aproximación a estas fuentes.

El simple hecho de deberse a la mano de hombres cercanos a las centurias de nuestro interés, conlleva una doble condición inherente a estos aportes de datos: su mismo carácter intrinseco informativo y la perspectiva psicológica de quien redacta el texto, ya sea notario, escriba o cronista.

Una perspectiva que fuerza un enfoque del estudio de tales materiales más complejo que la simple recapitulación que oferta: la posibilidad de retrogradar en el mismo modelo ideológico que palpita en esta forma historiográfica que denominamos cronística medieval.

Esta condición inicial nos llevaría a un planteamiento epistemológico de carácter psicopolítico. 0, por utilizar un lenguaje más cercano, a intentar comprender la complejidad del mensaje propagandístico que late entre esas páginas. En último extremo la propaganda política que se desliza entre sus líneas, ya sea a través de la reconstrucción premeditada y profundamente subjetiva de un episodio o merced al silencio que trata de condenar al olvido ciertos sucesos incómodos.

La ardua labor de publicación y edición sistemática de las crónicas nos permite iniciar un camino de tanteo en las mismas a la b ŭsqueda de una senda de investigación cuyo primer problema es la complejidad del estudio de lo que se denomina "formas de propaganda política". Una dificultad que nace de la polimórfica condición de la propaganda, parte esencial de toda forma de comunicación social, y que se sirve de un elenco de recursos casi infinitos.

El profesor Ladero afirmaba, en su pionero trabajo sobre comunicación y propaganda de creencias, opiniones e ideas en la Europa Bajomedieval, que no sólo es complejo sino artificial intentar separar lo oral de lo escrito, en una masa de población destinataria de un mensaje que es, mayoritariamente, analfabeta. Además, junto al valor comunicativo inmediato del texto, "cualquier historiador ha de preguntarse sobre su significado en este orden de realidades, porque una cosa es el valor cultural o de otro tipo que tal o cual escrito tenga en sí mismo, o su importancia significativa para el historiador actual, y, otra, muy a menudo distinta, la influencia y difusión que tuvo en su época.

Una forma de expansión social de unos ideales religiosos, éticos, morales e intelectuales o de unas directrices de poder bajo la forma de ideario político. Si nos centramos, como Ladero hace en la segunda parte de su discurso científico, en la formación y difusión de éstas últimas, hemos de abordar las vías nutricias de las que se abastecen, de, como el mismo sugiere, sus propias y diversas circunstancias ambientales y de época.

Si nos apartamos de los siglos entre la Caída de Roma y el Renacimiento, y abandonamos la historia por otras disciplinas humanas, observaremos que numerosos autores se han ocupado desde una perspectiva sociológica o de comunicación de tales aspectos. Una simple revisión de la producción historiográfica de los ŭltimos cincuenta arios, nos aportará una suma de obras todas ellas relevantes y que constituyen una secuencia de interpretación política, semiológica, lingŭística o, simplemente psicosocial, que puede dirigirse también hacia las aportaciones escritas del Medioevo.

Quizás debamos a Lord Raglan y a Bartlett las primeras aproximaciones desde unos parámetros de análisis moderno a tan apasionante tema: la propaganda del poder. Nacían sus libros en un momento béli- co de intensidad: la década de gestación de la Segunda Guerra Mundial, posiblemente uno de los más fascinantes en cuanto a la manipulación de la información. Pronto se sumaron otras manos a este esfuerzo, sobre todo durante la Guerra Fría, periodo de depuración técnica y de grandes avances, como las de Smith y Casey, LasswelP, Frasers, Sargant, Packard, Wright, Klapper, Brown, Pye, Hovland, Miller, Schramm, Burgelin y Saussurels, Domenach16. En todas ellas se abordaban los canales de transmisión del mensaje, la caracterización interna del mismo, las relaciones entre emisor y receptor, así como la mayor o menor incidencia de éste en función de las formas de expansión empleadas en su manejo.

Nos hemos detenido en la enumeración de los clásicos. Faltan en la misma aquellos nacidos en las ŭltimas dos décadas del siglo XX que también podrían ser incorporados a la relación, como la meritoria contribución recopiladora de O. Thomson'', el minucioso trabajo colectivo, editado por Lasswell, Lerner y Speier ls, el estudio de la desinformación como forma de manipulación del poder emprendido por  Jacquard, o más recientemente y cercano a nuestra órbita espacial, las aportaciones de Alejandro Pizarroso sobre la historia de la propaganda", o las de Jesús Timoteo Álvarez quien nos introduce en la Historia de la Comunicación, la Información y la Propaganda en un primer estadio".

El parlamento bibliográfico podría prolongarse en exceso, como, también, nuestra propia justificación del tema que abordaremos en las páginas que se siguen. Un tema que llamó nuestra alención en un primer momento cuando centrábamos nuestros esfuerzos investigadores en las formas de manifestación del poder y del prestigio social de la nobleza leonesa y castellana en los siglos alto y plenomedievales, como los usos emblemáticos. Pronto, la heráldica cedió paso a un nuevo aborde de las fuentes medievales de las mismas centurias, momento en el que comenzó a formarse la idea, partiendo de las previas lecturas emprendidas, de carácter genérico y sociológico esencialmente, de contrastar si, salvando las lógicas y evidentes distancias sobre todo cronológicas, los sistemas de manipulación del mensaje aparecían operativos a través de similares canales y modos a los de la propaganda reciente.
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1.-EL MEDIO: LAS FUENTES LATINAS DEL REINO ASTURLEONÉS Y CASTELLANO (SS. IX-XIII)
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2.-LAS FORMAS CLÁSICAS DE FIJACIÓN DE UNA IDEA: EL PROCESO PERSONAL Y SUBJETIVO DE CREACIÓN, SELECCIÓN, MANIPULACIÓN Y CENSURA DE UN FLUJO INFORMATIVO.
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3.-LA MANIPULACIÓN EN LAS CRONICAS: EL EJEMPLO DE COVADONGA.
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