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31 ago 2015

Capital en el S. XXI en la Unión Europea





CAPITAL EN EL VIGÉSIMO PRIMER SIGLO


Thomas Piketty 



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Desde la introducción del euro en el año 2002 con el inicio de la crisis de 2007-2008, las tasas de interés eran más o menos idénticos en toda Europa. Nadie preveía la posibilidad de una salida del euro, por lo que todo parecía funcionar bien. Cuando comenzó la crisis financiera global, sin embargo, las tasas de interés comenzaron a divergir rápidamente. El impacto en los presupuestos de los gobiernos era grave. Cuando un gobierno tiene una deuda de cerca de un año de PIB, una diferencia de unos pocos puntos de interés pueden tener consecuencias considerables. Frente a esta incertidumbre, es casi imposible tener un debate democrático tranquilo sobre la carga del ajuste o las reformas indispensables del Estado social. Para los países del sur de Europa, las opciones eran verdaderamente imposible. Antes de unirse al euro, que podría haber devaluado su moneda, que al menos habría restaurado la competitividad y estimulado la actividad económica. Las especulaciones sobre las tasas de interés nacionales era en cierto modo más desestabilizadores que la especulación anterior sobre los tipos de cambio entre las monedas europeas, sobre todo porque los préstamos bancarios transfronterizos había crecido por su parte en tales proporciones que el pánico por parte de un puñado de actores del mercado era suficiente para desencadenar flujos de capital lo suficientemente grande como para afectar seriamente a países como Grecia, Portugal le Irlanda, y en los países, incluso más grandes, como España e Italia. Lógicamente, una pérdida de soberanía monetaria como debería haber sido compensado mediante la garantía de que los países podían pedir prestado si es necesario en tasas bajas y predecibles. 

La cuestión de la unificación europea 

La única manera de superar estas contradicciones es que los países de la zona euro (o al menos los que están dispuestos) para poner en común sus deudas públicas. La propuesta de Alemania de crear un "fondo de rescate", que mencioné antes, es un buen punto de partida, pero que carece de un componente político.

 Concretamente, es imposible decidir veinte años antemano lo que el ritmo exacto de "redención" será-es decir, la rapidez con que se reducirá el volumen de la deuda combinada con el nivel objetivo. Muchos parámetros afectan el resultado, empezando por el estado de la economía. Para decidir qué tan rápido para pagar la deuda combinada, o, en otras palabras, para decidir la cantidad de deuda pública de la zona euro deben llevar, habría que capacitar a un "parlamento presupuestaria" europea para decidir sobre un presupuesto europeo. La mejor manera de hacerlo sería la de elaborar los miembros de este Parlamento desde las filas de los parlamentos nacionales, a fin de que la soberanía del Parlamento Europeo descansaría sobre la legitimidad de las asambleas nacionales democráticamente elegidos.

 Al igual que cualquier otro parlamento, este  organismo decidiría cuestiones por mayoría de votos después de un debate público abierto. Coaliciones formarían, basado en parte en la afiliación política y en parte en la afiliación nacional. Las decisiones de este órgano no será ideal, pero al menos sabrán lo que se decidió y por qué, que es importante. Es preferible, en mi opinión, para crear un nuevo cuerpo, en lugar de confiar en el actual Parlamento Europeo, que está compuesto por miembros de veintisiete estados (muchos de los cuales no pertenecen a la zona euro y no desean proseguir Europea la integración en este momento). Para confiar en el Parlamento Europeo ya existente también en conflicto demasiado abiertamente con la soberanía de los parlamentos nacionales, lo que sería problemático en lo que se refiere a las decisiones que afectan a los déficits presupuestarios nacionales.
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