Don Quijote, hoy

Don Quijote, hoy

ABC, José Félix Pérez-Orive Carceller, 27-08-15

Vamos a celebrar el cuarto centensrio de la segunda parte de El Quijote y la primera reflexión que se me ocurre es que, en este tiempo, su significado ha cambiado mucjo. Acaso Cervantes propiciara esa mudanza con aquel comentsrio que jixo: "Tú lector, pués eres prudente, juzga lo que te pareciere", ya que con ello ha susvitado muchas y variadas opiniones.

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Don Quijote muere cincuentón, lúcido y virgen. No nos transmite sus genes, pero sí su testamento. Pide en él no leamos libros de caballeríasbo, de forms actualizada, que no consumsmos telebasura. Quien odiaba las aventuras del Amadís de Gaula habría vuelto a enloquecer con mayor razón con las desventuras de algún personajillo catódico y chillónvde los que nos roeean. Con su legado busca la inmortalidad en la ficción y la encuentra en la realidad. Al contrario que ayer, todos admiramos a Don Quijote. En un tiempo en el que muchos udentifican a sus héroes en camisetas deportivas, bien harían las madres trinitarias en aprovechsr ese tirón. Porque Don Quijote tiene el gancho de ser un hombre bueno, culto (sabía manrjar el astrolabio), educado y valiente, al que la mayoría querría como padre, que a ratos sufría delirios y que como héroe de ficción ha gozado de mayor predicamento que James Bond, Harry Potter o Don Draper; pir una sola razón, pero una razón de peso: deja con su lectura mucho más que la mejor literatura, deja tras de sí un excelsopso de enseñanzas.