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29 ago 2015

¡Qué lejos estoy de (tí) todo!

Hace cinco años he tenido un accidente. Siento la necesidad de re-leer a Cioran, no solo en el recuerdo de su extra-ordinaria obra sino por su biografía.


En la cima de la desesperación
Emile Cioran

¡QUÉ LEJOS ESTOY DE TODO!

Ignoro totalmente por qué hay que hacer algo en esta vida, por qué debemos tener amigos y aspiraciones, esperanzas y sueños. ¿No sería mil veces preferible retirarse del mundo, lejos de todo lo que engendra su tumulto y sus complicaciones? Renunciaríamos así a la cultura y a las ambiciones, perderíamos todo sin obtener nada a cambio; pero ¿qué se puede obtener en este mundo? Para algunos, ninguna ganancia es importante, pues son irremediablemente desgraciados ye están irremisiblemente solos. ¡Nos hallamos todos tan cerrados los unos respecto a los otros! Incluso abiertos hasta el punto de recibirlo todo de los demás o de leer en las profundidades del alma, ¿en qué medida seríamos capaces de dilucidar nuestro destino? Solos en la vida, nos preguntamos si la soledad de la agonía no es el símbolo mismo de la existencia humana. Querer vivir y morir en sociedad es una debilidad lamentable: ¿acaso existe consuelo posible en la última hora? Es preferible morir solo y abandonado, sin afectación ni gestos inútiles. Quienes en plena agonía se dominan y se imponen actitudes destinadas a causar impresión me repugnan. Las lágrimas sólo son ardientes en la soledad. Todos aquellos que desean rodearse de amigos en la hora de la muerte lo hacen por temor e incapacidad de afrontar su instante supremo. Intentan, en el momento esencial, olvidar su propia muerte. ¿Por qué no se arman de heroísmo y echan el cerrojo a su puerta para soportar esas temibles sensaciones con una lucidez y un espanto ilimitados? Aislados, separados del mundo, todo se nos vuelve inaccesible. La muerte más profunda, la verdadera muerte, es la muerte causada por la soledad, cuando hasta la luz se convierte en un principio de muerte. Momentos semejantes nos alejan de la vida, del amor, de las sonrisas, de los amigos —e incluso de la muerte. Nos preguntamos entonces si existe algo más que la nada del mundo y la nuestra propia.

1 comentario:

  1. Hola Augusto: Segùn voy leyendo su escrito, me da la sensaciòn de que desea la soledad, creo que eso lo elegimos nosotros , por propia decisiòn, yo trate de ponerme en contacto con usted , por todos los medios , sin embargo no logrè nada , por lo tanto lleguè a la conclusiòn , que es usted el que no desea tener ningùn contacto, yo rezo todos los dìas a Dios , para que le conceda mucha salud ,lo juro por mi padre ya difunto que es cierto , sabe que le tengo mucho aprecio y le deseo todo lo bueno, claro que me encantarìa hablar, alguna vez con usted , pero yo respeto las decisiones de cada persona, yo misma tampoco quiero tener amistades, no me encuentro con fuerzas para tener que salir aunque sea a tomar un cafè con ellas , por lo tanto aquì estoy en mì casa y si salgo de mi entorno , como ayer sàbado que fuì a la Caridad en occidente, a visitar al cementerio a mi padre , vine todo el camino desfallecida en el asiento de atràs .Ahora desde que me quitaron el tratamiento del Parkinsòn cogì peso y parece que mejore muchìsimo, pero lo que no saben es que estoy deshecha por dentro , y el organismo esta como muerto , no puedo con mi vida. Bueno un saludo y espero que levante el ànimo , hay que seguir luchando .

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