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27 sept 2015

La descarriada vida que he vivido.

En múltiples ocasiones he anotado mi "casi" obsesiva preocupación por el comportamiento de la población. España en general y, Asturias en particular, tiende a su extinción. 

La muestra de la población dedicada a la política está mostrando su minusvalía que le discapacidad para la administración de este problema. La población total no tiene la "sensibilidad" para entender que  es un problema, si entendemos que nuestra sobre-vida lo es de la península Ibérica como nicho ecológico humano.

Siento que la desaparición del nieto al transformar este en hijo, es el principio de degeneración de lapoblación. No se ha tenido consciencia que la desaparición del matrimonio ha sido la desaparición de la sociedad y la regresión, o degeneración al nivel evolutivo de población. El nivel de comunicación prácticamente es nulo.

Hija, quiero darte las razones que he tenido para actuar como lo hice.

Padre, no quiero saber las razones que has tenido para actuar como lo has hecho.

A Mi perplejidad ha seguido el silencio. Mi vida es, desde entonces un álbum de fotogramas. La película ha desaparecido. Esa "raya" negra que en otro tiempo  daba continuidad a los fotogramas de mi vida, ha desaparecido. Ya mi vida ha dejado de ser continua y mi estado es el de un humano descarriado. Maimónides me lo enseñó y me dijo que en este extremo de mi vida llegaría el choque entre mi vida imaginada y mi vida sentida. Siento el ruido del final del rebobinado de la película de mi vida. Si no tengo la oportunidad de ser escuchado, dejo esta nota. 

Me quedo con mis nietas imaginadas y mis hijas vividas. 

Me quedo con mi Iberia imaginada del Amarillo al Azul. De la Montesona a la Miranda, allá por Mundin, sin ser capaz de mirar a la Corona. Boca arriba y abierta, la saliva me abandona; la palabra se me ha ido. 

Tomo la nota hecha en este diario privado hecho público. Perdona padre por no ser capaz de cumplir el compromiso contraído contigo hace 66 años que ya puedo hacer público: no he sabido dar continuidad a tu esfuerzo por vivir. He dejado de cortármelas uñas; ya no siento la vida sino que la desgarro.

Del sacrificio de LughJoMa.


La Nebulosa LughJoMa


Cuando una estrella agoniza tras el agotamiento del hidrógeno de su núcleo, comienza una larga vida en su ciclo latente  de progresivo enfriamiento de su cuerpo y expansión por el Universo, o Medio que le dio vida en su ciclo aparente a nuestros ojos. De la intersección de estos dos subciclos, amarillo y azul, surgió el hiperciclo verde.

Mi padre comenzó su largo y eterno Subciclo latente, esparciendo, decimos los lughones,  sus cenizas por el Universo adimensional, a velocidad superior a la de la luz, a las 14 horas del día 25 del mes de Julio del año 2012 de la Era de Cristo.

En el cielo aún se deja ver el Punto Crítico en el cual se torna su Amarillo, nacido del vientre de su Madre Laura, en el Gran Azul nacido de su Pueblo Lughonia. Cuando el subciclo Azul interaccione de nuevo con el Amarillo, en el Hiperciclo de la Vida, el Verde será visible. Y, con ello, ondeará eternamente la bandera del Pueblo de Lughonia. Ese momento podrá ser observado a las cinco de la tarde del día decimosexto del mes de Noviembre del año 2013 de la Era de Cristo, y lo será observado par gloria de Dios y sus creaturas lughonas.

Actualmente estamos observando la huida de la Nebulosa Esquimal, temerosa de la llegada De LughJoMa.

LughJoMa, hombre del bosque, venido de Lugh, eligió el mes de julio para ser sacrificado por JudAS. Este no le traicionó, porque no lo podía traicionar. El traidor fue elegido por él para cumplir la promesa hecha a Lugh de sacrificar su vida para la salvación de los lughones.

La pena a cumplir por la traición es la IGNORANCIA eterna para el traidor, reptante en el humus de los hombres del bosque, a los que está condenado a noveles más qu sus piés, siempre amenazantes.

Bandera de Lughonia



Recomiendo la lectura del trabajo que sigue.

Tema 8: Evolución de la población en España en el siglo XX.

La natalidad y la fecundidad 

Natalidad y fecundidad se utilizan para referirse a la capacidad procreadora de una población; sin embargo, no significan lo mismo. La palabra natalidad define un aspecto demográfico referido a los nacimientos habidos en el seno de una población considerada en su conjunto; en cambio, la fecundidad es un fenómeno relacionado con los nacidos vivos considerados desde el punto de vista de la mujer en edad de procrear, y no en el conjunto de la población.

Evolución de la natalidad y de la fecundidad

          Hasta fechas recientes, España ha sido un país de alta natalidad en el contexto de los países europeos. A todos ha sorprendido que, en un período de tiempo muy corto, la natalidad y la fecundidad españolas se hayan situado entre las bajas del mundo.
Aunque el descenso de la natalidad comenzó en el siglo XIX, todavía a principios del siglo XX era alta (33,9%0); se mantuvo con valores relativamente altos durante la primera mitad del siglo; los descensos coyunturales más fuertes se producen a causa de la Guerra Civil (16,6%0 en 1939). El descenso más drástico llegó a  finales de la década de 1990.

¿Por qué han diminuido tanto la natalidad y la fecundidad?
  
Hoy se consideran que los motivos son múltiples y complejos; junto a causas  de índole económica (coste de la crianza de los hijos, aumento del nivel de renta), existen también razones de tipo sociológico, cultural e institucional, sin olvidar las estrictamente demográficas. En la actualidad, destaca el desarrollo de la industrialización, la urbanización y la secularización, junto a otros factores como:

• La emancipación de la mujer y su incorporación al mercado laboral.
                      
• El coste de la educación y crianza de los hijos.

• El comportamiento natalista propio de cada generación, fruto de la experiencia ante la vida.

La marcha  de la natalidad en España no puede desligarse de los diferentes acontecimientos históricos por los que ha atravesado: Guerra Civil, emigración, crisis económicas (autarquía), cambios en la estructura por edad, evolución de la nupcialidad, etc.

La distribución espacial 

          La natalidad y la fecundidad se han reducido en todas las comunidades autónomas, aunque sigue habiendo diferencias regionales. Tanto si usamos la tasa de natalidad como el índice sintético de fecundidad, las regiones meridionales e insulares son las que poseen las mayores tasas e índices, seguidas por las regiones económicamente  más desarrolladas.  Las comunidades del centro y del norte peninsular presentan las tasas más bajas.

En 2001, las comunidades con tasas de natalidad superiores al 10%0 eran Andalucía, Baleares, Canarias, Cataluña, Comunidad Valenciana, Madrid, Murcia y Navarra; en cambio, los valores más bajos, por debajo del 8%0, los tenían Asturias, Castilla-León y Galicia. En cuanto al índice sintético de fecundidad, sólo la Región de Murcia rebasaba ligeramente la cifra de 1,5 hijos por mujer en 2001.


La mortalidad

Evolución de la mortalidad

La mortalidad es el fenómeno relacionado con el fallecimiento de los miembros de una población.

Hasta finales del siglo XIX la población española se caracterizaba por las altas tasas de mortalidad y la baja esperanza de vida. En la actualidad, la tasa bruta de mortalidad se encuentra en torno al 8,5 por mil, un nivel a partir del cual resulta ya muy difícil seguir bajando.

La mortalidad infantil ha seguido una trayectoria muy similar. A principios del siglo XX,  el valor de la tasa estaba en el 181 por mil y el descenso se precipitó en la década de los 1940 y 1950; en los años 1970 se alcanzaban ya unas tasas del 24 por mil. En las últimas décadas continuó bajando y hoy se encuentra en torno a un 6,0 por mil, un nivel similar al de los países con tasas de mortalidad más bajas.

La esperanza de vida al nacer evolucionó también a valores muy positivos a lo largo del siglo XX a causa del descenso de la mortalidad. A principios de ese siglo se encontraba en torno a los 35 años y en la actualidad es de unos 78 años.

Especialmente significativo ha sido el aumento de la esperanza media de vida de la mujer, que ha pasado de los 35 años en 1900 a los 82,4 que presenta hoy. La diferencia con la esperanza media de vida de los hombres es de unos 7 años.

Causas del comportamiento de la mortalidad
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