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11 sept 2015

Mi familia Naledi. Yo, Augusto Naledi.

Descubren el "homo neledi" en Sudáfrica. Probablemente sea el eslabón de la cadena evolutiva entre los "australopitecus" y el género "homo".
El Homo naledi tiene una capacidad craneal de 500 cc, mientras que nosotros, sus nietos, tenemos 1.200 cc.

Lo peculiar es que "enterraban" -"respetaban", daban continuidad a los suyos teniéndoles en su memoria. Al igual que plantamos las semillas de los frutos muertos para que nos alimenten, se entierra a los nuestros como semillas de las que seguir viviendo. Este cultivo de nuestros muertos, es lo que nombramos como Cultura. Cuando no sabemos donde han caído las semillas de nuestros padres lo nombramos Acultura.

Hasta ahora,  hasta descubrir las semillas de Homo Neledi no nos habiamos quedado tranquilios; ahora sabemos que tenemos padres y quienes son y éste reencuentro familiar nos reconforta.

Por otro lado, y también hasta ahora, habíamos relacionado el hombre, como persona, con la cantidad del contenido craneal.

Esta afirmación se ha ido al suelo.

El homo como persona no sigue la teoria neuronal y la relación unívoca entre neuronas. El homo persona es consecuencia de la evolución hacia una relación en semireticulo de las células del encéfalo de caracter interacción y hacia la especialización neurona/astrocito con una estructura "esquelética" de coordinación tiempo/espacio que, desde su gestación hasta mas allá de la muerte, hace posible la transmisión del conocimiento construyendo estructuras, o docuentos, que hoy decimos están en la "nube" y, antes, "biblioteca".

Probablemente lo más apasionante del hallazgo son las preguntas que deja sin responder.

Los descubridores dicen no haber conseguido datar los fósiles ni saben cómo llegaron hasta allí todos esos cadáveres. Para llegar hasta la cámara en la que se hallaron hay que recorrer unos 80 metros de cueva, trepar una pared y escurrirse por una grieta que los investigadores comparan con la boca de un buzón, bromeando solo a medias. Esta ruta, totalmente en tinieblas, es la única que existe hoy y, según los estudios geológicos, la única que existía cuando se depositaron los cadáveres. Por el tamaño de los huesos, estos incluyen infantes, niños, adolescentes, adultos y ancianos. Ninguno tiene marcas de traumatismo por una posible caída a la fosa, ni tampoco signos de haber sido devorados por un animal o por su propia especie, como sí sucede en el único yacimiento comparable: la Sima de los Huesos en Atapuerca (Burgos). Apenas hay rastros de ningún otro animal excepto unos pocos pájaros y ratones. En la cueva no hay marcas de crecidas de agua intensas que podrían haber arrastrado hasta allí los restos. Además aparecen partes de los cuerpos en perfecta articulación. Con todos estos datos en la mano, la única hipótesis que queda en pie es la de que alguien los dejó ahí en varios momentos en el tiempo, dicen los autores del estudio. Un ritual funerario que hasta ahora sólo se atribuía a humanos más modernos y con más cerebro.

“Tenemos casi todos los huesos del cuerpo representados varias veces, lo que hace queHomo naledi sea ya prácticamente el fósil de nuestro linaje que mejor se conoce”, celebra Lee Berger, paleaontropólogo de la Universidad de Witwatersrand, en una nota de prensa difundida por las instituciones que han participado en las excavaciones. Tras el hallazgo, en octubre de 2013, ante un montón de huesos tan complejo, el paleoantropólogo comenzó a seleccionar un nutrido grupo de científicos internacionales, la mayoría de ellos jóvenes, para que le ayudasen en el análisis de cada parte del cuerpo de la nueva especie.

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