¡Gracias por la vida!. Seguirás viviendo mientras nuestra vida nos permita la Memoria.
En los primeros años sesenta escuché a Carrillo, junto a mi padre, a través de la radio con larga antena extendida que mi padre tenía como secreto en casa. De ella me dijo que no hablara de la radio ni de lo que oía.
En realidad es el primer político que conocí. Y, de él, el primer análisis y crítica social que recibí y que activamente aprehendí.
Junto a él, a Dolores Ibarrauri, La Pasionaria. De esta me habló, también, mi madre y mi abuela.
De estas audiciones y de los periódicos que se leían en casa, El ABC, La Nueva España y la Voz de Asturias, prendió en mi la duda social y política. Principalmente al oír el levantamiento social en Asturias, que más tarde conocí como "la huelgona". Y, le pregunté a mi padre, uno de aquellos domingos de periódicos leídos en comandita con mi madre, ¿Porqué por la radio decían que había huelga y los periódicos no. Me habló sobre lo que era una huelga y, como siempre, se iba a su memoria de la guerra y la postguerra de "batallones de trabajadores" de Córdoba, Madrid, Santander y Campo de Aviación de Lugo de Llanera.
Mi madre siempre intercedía diciendo "no líes al crio", ya llegará el momento.
Mi padre siempre respondía "es el momento cuando es el momento".
Resultado de estas interrupciones en mi ambientación social es aquella en la que al subir el precio del billete del autobús de Lugones a Oviedo, decidí subir y bajar andando a Oviedo. Al segundo día de hacerlo, mientras caminaba por la orilla, acera no había, izquierda de la carretera rumbo a Oviedo, a mi paso por el Puente del río Nora, un hombre que esperaba al autobús en la otra orilla, me dijo: ¿Qué chaval, de "huelga"?.
Yo, no entendí que significaba "huelga", le contesté que sí. Y él respondió, " espera que "tamién" yo.
Yo soy tímido y, creo que prudente, por lo que no le pedí explicaciones, y entendí que lo hacía por el mismo motivo que lo hacía yo, ahorrar dinero para ir a ver películas en sesión continua al Cine Santa Cruz. Y, así, se fueron uniendo a nosotros varios viajeros de Traval.
El domingo siguiente yo fui a recoger los periódicos al estanco de Juan El Cazuelu. Llegué a casa, dejé los periódicos en el salón y, como siempre, salí a jugar. Apenas había salido de casa cuando mi padre me llama: ¡ven aquí ahora mismo!. Como siempre era lo primero de una zurra.
¿que pasará?, me pregunté. No me dió tiempo a encontrar respuestas cuando ¡zas!, periódicazo en la cabeza, y pregunta sin propósito de respuesta. ¿Que coño es esto?.
Me mostraba una fotografía en La Nueva España en la que estaba yo a la cabeza de un grupo de personas y, en la que en el pié se hablaba de la huelga de autobuses. Si con h. Al lado Luis Ximielga haciendo lo mismo en la línea 1, de Colloto, pero se acompañaba de burro como medio de transporte. Los de Lugones, a pié.
Bueno, que principio, sin comerlo ni beberlo. El problema es que después, por lo de la guelga ya no recibí más periodicazos, sino castañazos, toletazos, empujones de callado, pisotones de estos y culatazos grandones desde lo alto de los caballos. Así conocí yo la Ciudad Universitaria de Madrid, más que las aulas.
¡Y termino la vida sin enterarme!. Debe ser que pregunto y no me contestan. Y, que no hablo sino me preguntan. Esto último, puestos a recordar me lo dijo el Comandante de Puesto de Ujo, cuando me dijo que no hablara, cojones, y que me limitara a contestar a las preguntas de la Autoridad: "dáime les libretes de los de Moreda". Enaquel momento yo acompañaba a Antxon Prieto Llano. Chaval buenu, buenu. Como el pan recién hecho d'antos.
Bueno, vale que comienzo a desvariar ne memoria. Otro día he de escribir sobre este chaval y la experiencia por Moreda, que contó a Augusto Pérez. Él ya murió, o matelu a disgustos con tantu cambiu entre 1975 y 1980. Sus últimos enseres me deshice de ellos por Bonielles y Santa Cruz, allá por 1995. ¡Creí que era conveniente para su memoria. Y la de Augusto Pérez que es a quién preguntaré por él. Necesito contárselo a mis hijas.
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