Ayer me encontré con Augusto Pérez. Lo encontré más viejo que yo. Sin embargo, mi madre me nació nueve años antes que él.
Siempre supe que me había nacido por deseo propio. Y,también sé po ¶r mi madre que él nació por deseo de mi padre. Mi padre necesitaba dar un paso más ya que sabia que su vida era corta para llegar a dar fin al royeron de su vida.
Fernando, necesito dar fin al proyecto de familia que comenzó con mi padre y que tengo comprometido con él encauzar nuevamente con mis hijas Alejandra y Laura.
Fernando, te pido ayuda y confío en tí. Desearía no transmitir a mis hijas este legado que cada día se me hace más penoso.
Hoy, como estoy anotando, he visto a Augusto Pérez al verme sorprendido por el amanecer que desvió mi atención como los Galeotes a Don Alonso Quijano. He tenido que comportarme lejano a él, pués presiento que si me acerco podré entrar en un período de psicosis como entonces conscientemente representé. La situación lo requería ya que caballero es quién defiende a dama ofendida por villano alguno.
¡Como no acudir en defensa de dama maltratada por villano! . Mas después la dama invocó al villano ante los suyos, y en la posada de mi rieron actitud propia de caballeros y damas, de nobles y no de vulgares y no de mujeres y gentes de villorrio.
Ya sabe Don Miguel , que me concibió para otros tiempos y no para estos, Augusto Diaz-Ordóñez dice que en nada desdicen de aquellos yo, Augusto Pérez, le cuento me hizo usted me acontecieran.
A él le gusta ejercitar la memoria. Por eso yo le tengo que contestar y, con harta frecuencia decir, lo que él ya no tiene en su memoria, pero que en la mia recuerdo. Y, que siempre dice gusta oír de mis labios, siempre sinceros, y que él siempre procura recordarme que así sea, ya que no quiere saber nada de libros de caballerías, pués ya sabe que vuelven loco a quién en ellas gusta verse.
Curiosamente, y a pesar de haber dejado en el anaquel más alto de su biblioteca, se extrañó que yo estuviera al corriente de gentío como el Montoro, Cospedal y el Ministro de Justicia, que hoy arrancan hojas del libro de la Historia de España. ¡Ay no!.. Augusto Pérez, no yo, el otro.
No saben que la historia de España no es la historia que escriben de España. No te preocupes Augusto de Agora, sí de agora, que ara eso yo, Augusto Pérez, soy personaje de ficción y, por ello, no pueden arancarme como una hoja, ni pueden dejar que forme parte de tí.
Por cierto, sabes que te veo como afectado por el desbordamiento de la CCD. ¿O serán las cataratas propias de mi edad?.
Augusto de Agora, bájame de este anaquel que, al estar tan alto y alejado de tí, envejezco más de prisa que tú.
Bueno, Augusto Pérez, te buscaré lugar en el atril que utilizo para leer de pié. Necesito saber de lo que te acontecía en torno al año 1995, pués tengo lagunas azules en mi memoria.
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