Buscar en este blog

7 jun 2015

Santa Eulalia y mi familia grande.



El día que recogí el documento que acreditaba estar apto para cursar estudios universitarios, llegué a casa pasada la hora de reunirse la familia en torno a la comida a celebrar en la hora media del día. Tras comunicarle el hecho a mi madre, y esta tomarla, no con desdén sesión con la frialdad propia de ella ante situaciones que para otros les eran sorprendentes. Tras decírselo a ella, salí al encuentro de mi abuela "mami" que me dió un beso y abrazó, diciendo: ¿vas para abogado?. No, le respondí. 

En la reunión del final del día, o merienda, la postrema hora del día no fue festejada con comida, o postre alguno, sino por una arenga de mi abuela contestada por mi madre, mientras yo, único receptor, callado, aprovechaba toda razón dada por ellas.

Sentados a la mesa los tres, y cuando ya iba a tomar para mí el sentido postre por no haber hecho la comida del medio día por mi ausencia, mi abuela le dice a mi madre: "Marina, mañana vamos Oviedo con el chiquillo, hay que ofrecerlo a Santa Eulalia, ha de saber hablar bien, ahora que va estudiar para abogado". Y, ¿porqué a Santa Eulalia?. Porque es la del "bien hablar" o, mejor, la del "bien decir". A tí te llevé yo cuando eras una mocosa y no callabas preguntando. Por ello y, porque, haga lo que haga, nunca ha de "hablar en politejo". Siempre igual, ya lo ofreciste a Santa María de Lugo de Llanera, para que tuviera conocimiento, luego a Covadonga, para que fuera leal y, hace un año, a la Virgen de la Luz en Avilés, para que tuviese conocimiento o, como dijiste en voz alta, para que tuviese "cabeza". Como siga así, vale mas que lo prometas a todas las santas. Y, encima, tú no crees en Dios y, nunca te he visto en la iglesia.


Así ha sido. Los tres, sin saberlo mi padre, nos presentamos en Oviedo con tal fin.


Tras prometerme a Santa Eulalia, con su mano derecha sobre mi cabeza y poniendo mi mano izquierda en alto, le dijo: "No le digas lo que tiene que decir. Haz que lo diga bien y que lo cumpla". 

Habíamos salido cuando las dos se pelearon verbalmente en la plaza de Alfonso II. Mi madre concluyó: " Ahora me toca a mi: vamos a saludar a San Salvador, para que sea señor y no vasallo". Pues también, ya que estamos aqui, replicole mi abuela.


Así es como mi abuela me dio a saber de Santa Eulalia.


Cuando mi hermana y su familia se trasladó a Barcelona, no habían pasado dos días cuando visitamos la catedral de Barcelona. Había que saber hablar catalán y conocer la cultura de quienes nos acogían. Nos habían educado en saber respetar y agradecer a todo snfitrión.



No hay comentarios:

Publicar un comentario