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13 jun 2015

Sólo estamos los dos, / desnudos ante el mundo, baldados de dolores, /la juventud perdida...



"La sentencia"
ABC, Juan Manuel De Prada, 13-06-15


Acabo de regresar de Segovia, donde se ha fallado el premio Gil de Biedna, que este año alcanzaba su vigésima quinta edición. Para todos los miembros del jurado ha sido muy emocionante premiar "La sentencia", un poemario hermosísimo y sobrecogedor de Dantiago Castelo, escrito durante los últimos meses de su vida, una crónica en carne viva y espíritu en vilo de la enfermedad con la que batalló bravamente. Pertenecer al jurado que ha premiado este libro es uno de los más altos honores de mi vida.

"La sentencia" se abre con un poema del mismo  título, en el que Castelo describe el momento en el que le fue comunicada su enfermedad: "sonó la palabra. Seca y rotunda lo mismo que/ un disparo".  Al conjuro de esa palabra maldita, mientras se siente desfallecer, vuelve al poeta la memoria de "toda la vida en un instante: la niñez en el pueblo; el viaje a Madrid; / los primeros amores". El poemario se extiende luego en la crónica de aquellas jornadas posteriores, en las que el autor bregó con las vicisitudes de la enfermedad ("El cuerpo en un castillo en contínua derrumbe: /ayer, una muralla; hoy, una torre; quizás mañana/ un puente..."). Parece milagroso (¡es milagro!) que Castelo sacase fuerzas de flaqueza para contarnos las penalidades de aquellos meses - las sesiones de quimioterapia, los accesos de fiebre, la caída del pelo, , los ingresos hospitalarios- con una verdad tan cruda y aterida, llena de una luz que exorciza las tinieblas: " Te mantiene la fe, el ansia de la vida/ y creer que en la noche el lucero que guiña/ te manda algún mensaje con algo de esperanza". Sobre el poemario sobrevuelan una tensión constante entre la resignación ante los avances de la enfermedad y el ansia de seguir viviendo que brinda pasajes de una belleza a la vez serena y desgarradora, a la vez resuelta  a través de la nostalgia("Ya no puedes mirar al sol como lo hacías/ ni dejar que la noche te envuelva en su relente/ ni recorrer el mundo sin mirar los relojes/ ni llenarte los labios de la pasión y el verso") y a veces a través de la rebeldía ( " Y tu quieres  vivir y no te haces/a la idea de la triste pesadumbre/ a la vacua y resignada, / a los ojos de pena... Tú deseas/ volver a un cielo azul con nubes frescas/  y un viento nuevo que arrase las cenizas").

En "La sentencia", entre los escombros del dolor, siguen estando presentes los temas más recurrentes de la poesía de Castelo: el amor a su tierra extremeña ("Viviré en los encunares / cuando solo sea memoria,/ cuando te borre la historia / y tus verbos sean cantares"), la celebración de la lealtad ("Sólo estamos los dos, / desnudos ante el mundo, baldaos de dolores, / la juventud perdida; pero cuánta esperanza") y el recuerdo de la infancia. [...]

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