Fumé muchos puros en las noches de Aurora boreal que ofrecían las bombarderos B52 de los USA. Los corté con mis dientes ya que el corta puros que mis compañeras de la Unidad sexta Este me habían regalado cuando nos despedimos para tomar rumbo a Occidente lo había dejado en casa.
Cuantas veces quise, y con cobardía no me decidí, ir de nuevo para tomar tierra con aquellas personas que no mentían.
Gracias compañeras por las veces que vuestras manos asfixiaron tanta soledad soportada en el Hospital General de Asturias. Grato y racional reconocimiento.
Me dice Ana que dónde asistíamos. En tiendas de lona que se cambiaban dos o tres veces al día para evitar a los traidores nombrados como "contra". Fieles recorrían aldeas para llevar a los necesitados de ayuda al nuevo asentamiento del centro de asistencia.
En aquella ocasión acompañé a tres médicos finlandeses y dos enfermeras danesas.
En primera línea estamos nosotros, los nicaragüenses, que somos los que dar la vida. Vosotros, mientras nosotros no estamos, ayudáis a sobrevivir a nuestro Pueblo.
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