El matar al que discrepa, no es la solución. Ahora son sus viudas, sus hijos, sus familias, sus pueblos los que ejecutan la sentencia.
La Memoria no es posible matarla. Las cenizas son inhaladas produciendo la asfixia de quien ha prendido el fuego extintor y no el fuego prometeico.
¡Oh ciegos humanos que sólo el humus plano veis!
¡Oh videntes humanos que al Azul os alzáis!
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