Buscar en este blog

24 dic 2013

Que mi aborto sea el Olvido.

Soy creyente por devoción irracional hacia la Sociedad de Lughonia e invoco me socorra en mi hacer a Santa María de Lugo de Llanera y al  arcángel San Miguel de Villardeveyo me ayude a vencer los demonios que me desasisten.


Señor Ministro de Justicia del Poder Ejecutivo del Reino de España.

Desconozco el motivo por el cual es de su competencia el problema de Salud Pública, conocido como "aborto".

Como salubrista, médico, neurocirujano, ciudadano del Estado del Estado del Reino de España y Persona de la Sociedad de España, el proceso que conlleva la decisión de abortar, como cualquier otro proceso racional, o libremente decidido, no es, por su naturaleza, un proceso que ha de ser limitado, regulado, o legislado.

A nivel del salubrista, la cloración de las aguas de una comunidad es un proceso que, por su naturaleza racional, conlleva el aborto como medida necesaria si se cumplen unas condiciones de riesgo para la población a la que va destinado. Sin embargo, no se legisla el acto de aborto del proceso de cloración.

Cuando se pone en circulación un tóxico, o fármaco con unas indicaciones, o fines concretos, se establece la medida de aborto, o suspensión del mismo, y las actuaciones que hay que realizar para no intensificar ni extender las consecuencias no deseadas. De igual modo, existe una Ley de Consentimiento Informado que hace aceptar el riesgo de la actuación médica por parte del receptor del fármaco. Existe una regulación procedimental para realizar los llamados "ensayos terapéuticos y de toxicidad" en animales humanos y en animales humanos.

Cuando una mujer y un hombre consienten realizar el experimento de la concepción, lo han de hacer informados y, teniendo en cuenta cómo abortarlo si los resultados obtenidos no son aquellos pretendidos en cuanto al concebido y en cuando a las consecuencias adversas para los concibientes.

Advierto que este es un análisis racional como corresponde a mi condición de persona. Es evidente que no puede ser el análisis propio de un humano no persona, irracional, o creacionista. 

No deseo entrar en el calentón, o rabia que me entra cuando pienso en la barbarie, o irracionalidad de haber asistido a tantas concepciones no deseadas y deseadas. Unas con resultados tan denigrantes para el concebido como para sus autores, con la mirada "pasiva" del indolente médico y sociedad  que mira cínicamente para otro lado.

Por un lado, se retiran ayudas económicas a los concibientes del concepto no deseado que tienen como fin el "arreglaos como podáis". Por otro, no se asiste a los concibientes, al concebido, su familia de sangre ni a su familia social, o de vecindad.

Es tan irracional la palabra del ministro, del ejecutivo y la de los humanos que les tiran de la levita que, indudablemente, que España no es una, sino dos: racional, o personal y la irracional, o no personal. 

Técnicamente, como anoté hace poco, el Individuo Humano es el conjunto de, al menos, cuatro subespecies.

Es mi deseo, aunque la duda me corroe, ser persona, ser racional. Es probable que no sea racional pero, si algún día me hiciera racional, el sólo hecho de llegar a ese convencimiento, espero tener la mínima luz para abortar mi vida y desaparecer en la homogeneidad caótica del humus. Tan sólo deseo pedir que me perdonen aquellos que confiaron en mi racionalidad. Puedo decir que ignoraba mi ignorancia. Nunca he sabido que era bestia. 

Padres, a vosotros en primer lugar, os pido perdón por abortar mi vida si algún día lo hago, pues sólo vosotros podéis hacerlo, por cuanto soy vuestro proyecto. Y sí vosotros me habéis concebido, sólo a vosotros os pertenece la voluntad de abortarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario