Ayer, hablando con Lughio y Augusto Pérez me recordaban la relación entre el labrador y la bestia.augusto. Me decían, a la bestia si le das la comida con tus dedos, te los comerán. Si se lo das en la palma, te la comerán. Ni en el suelo hay que darle de comer, sino aplastarle, no la cabeza sino el cuello hasta que la asfixia les haga saltar los ojos y sus creaturas nunca enterrar, sino aplastarles la cabeza hasta que sus lenguas salgan por su boca y se asfixien.
Siempre les digo que no soy sólo labrador, sino campesino.
No des refugio ni comida a quien nunca ha trabajado para hacerlo. Con frecuencia se te presenta como amigo y nunca una bestia lo será. Cuando le das cobijo en tu casa, al pronto entiende que es suya y tu su huésped. Te pedirá rescate y, cuando no cedes a tan vil pretensión te hurtara y cuando no le sea posible te robara y buscara convencer a tus vecinos que él es quien te tiene en cobijo y él sometido.
El león preso y el labrador
Esopo
Un león entró una vez en el establo de un labrador. El hombre, con la pretensión de tomarlo prisionero, cerró la puerta. El león, al darse cuenta de que no podría salir de allí empezó por comerse un carnero, luego una vaca y, por fin, varios bueyes.
El labrador, temiendo que su vida corriera peligro, le abrió la puerta. El animal se fue y la señora del labrador al oír que éste se quejaba dijo:
–Te mereces lo que te pasa por haber querido encerrar a una fiera a la que de lejos nomás debiste temer.
Lo mismo les ocurre a los que provocan a otros que tienen más fuerza y poder que ellos.
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